Por: Amy Goodman
Las pruebas
que demuestran la existencia del cambio
climático están golpeando
fuertemente a Estados Unidos este verano: de los incendios forestales en las
montañas de Colorado a la reciente tormenta “Derecho”, que dejó un saldo de al
menos 23 muertos y 1,4 millones de personas sin electricidad de Illinois a
Virginia. La frase “eventos climáticos extremos” aparece en las pantallas de
televisión a lo ancho del país. Sin embargo, su vínculo con el cambio climático
es omitido sistemáticamente, cuando no es objeto de burla. Si nuestros medios
de comunicación y, en especial, los meteorólogos que trabajan en ellos, continúan
omitiendo el vínculo esencial entre los eventos climáticos extremos y el cambio
climático, entonces nosotros, como país, los mayores contaminadores per cápita
del planeta, quizá no actuemos a tiempo para evitar una catástrofe aún peor.
La semana
pasada se batieron más de 2 000 récords de temperaturas máximas en todo Estados
Unidos. La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas
en inglés), el organismo gubernamental que realiza un seguimiento de estos
datos, informó que la primavera de 2012 “registró el mayor alejamiento de la
temperatura promedio que cualquier otra estación de la que se tenga registro en
la zona continental de Estados Unidos”. La NOAA afirma que las temperaturas
récord registradas en mayo “han sido tan extremadamente diferentes que
establecen un nuevo “parámetro” aparte con respecto a las temperaturas
históricas registradas hasta la fecha”. (...)