La historia podría repetirse como tragedia
Hay una cierta semejanza entre el bloqueo a los puertos
venezolanos por buques de guerra británicos, alemanes e italianos, ocurrido
durante la presidencia de Cipriano Castro en diciembre de 1902, y el actual
bloqueo naval de la plataforma continental venezolana por un grupo de buques de
guerra de la IV flota del Comando Sur de EEUU. Más allá de las diferencias
históricas y geopolíticas, el pueblo venezolano tiene, hoy como ayer, el
desafío de lograr una salida pacífica y soberana a la crisis política,
sin que ello impida lograr la unidad nacional en defensa de la soberanía y la
independencia de la Patria. A principio del siglo XX Venezuela estaba inmersa
en una crisis económica y política que siguió a la guerra de independencia,
debido a su continua inestabilidad política provocada por contradicciones
internas antagónicas, que desembocaron en la sangrienta guerra federal y en sus
postrimerías, en continuas guerras intestinas atizadas por disputas
caudillescas cuyo legado fue un país empobrecido y endeudado. Si bien las
condiciones eran diferentes a las de hoy, la intervención militar de EEUU
en proceso se está repitiendo la historia, aunque ésta vez podría terminar en
una tragedia, porque la amenaza tiene carácter existencial al estar en juego el
derecho a existir de nuestro Estado-Nación.
La falsa bandera del “Narco-Estado”
La justificación de la amenaza intervencionista de EEUU se
basa en la presunción de que Nicolás Maduro, junto a otros altos funcionarios
de su gobierno, están al frente de una organización criminal transnacional
“narcoterrorista”, que simbólicamente llaman el “Cartel de los Soles”
refiriéndose a su integración por Generales venezolanos cuyas insignias son
alegóricas al sol. Esta denominación genérica alcanza a todos los altos
mandos de la Fuera Armada Nacional Bolivariana (FANB) , aunque extrañamente ese
supuesto “cartel” no figura en el informe de la DEA de 2025, que es el órgano
de inteligencia del gobierno de EEUU en materia de narcotráfico. Tal
denominación lleva implícito el significante de que la institución armada del
Estado venezolano dedicada a la defensa nacional, está manejada por un cartel
de narcoterroristas. Por si misma, ésta calificación de la FANB y la acusación
a Nicolás Maduro como jefe de ese supuesto cartel, implica que el Estado como
tal es narcoterrorista. Una cosa es señalar que existen rutas del narcotráfico
a través del territorio venezolano o que algunos funcionarios o instituciones
estatales estén involucradas en éste negocio ilícito y otra muy diferente es,
afirmar que el propio Estado es una organización narcotraficante y terrorista.
Esa caracterización tiene implicaciones políticas que determinan en la
legislación un tratamiento distinto al que corresponde a los delitos comúnes.
Eso explica la razón por la cual el gobierno de Trump en éste caso no ha
utilizado para combatirlo el policía antinarcótico, sino a la recién bautizada
“Secretaría de Guerra” a través de la IV flota del Comando Sur, para enfrentar
al supuesto “Cartel de lo Soles” o sea al “Narco-Estado” o Estado fallido
venezolano, argumentando sin pruebas que “ha inundado de cocaína las calles de
EEUU”.
Con éste razonamiento rocambolesco, construido sobre premisas
y supuestos que carecen de evidencias sólidas y fundamentos en la realidad, el
gobierno de Trump pretende “justificar” el uso ofensivo unilateral de la
fuerza militar, al margen del derecho internacional, ignorando el concurso de
la comunidad internacional y sus instituciones, con el verdadero objetivo de
provocar un “cambio de régimen”, para instalar en el poder un gobierno tutelado
desde Washington, que le garantice sus intereses económicos y geopolíticos. Lo
reafirmó su Secretario de Estado Marcos Rubio: “No me importa lo que diga la
ONU...”. Esas palabras son reveladoras del profundo desprecio que el
imperialismo estadounidense tiene a las organizaciones multilaterales de
Naciones Unidas, cuya disolución promueve de manera abierta y
sistemática con el cinismo y el descaro que los caracteriza. No podemos
esperar otra cosa, porque esa ha sido siempre su proceder cuando deciden
intervenir un país, y en América Latina y el Caribe tenemos dolorosas
evidencias que dejaron huellas históricas imborrables, como las que ejecutaron
en Cuba, Panamá, Nicaragua, Chile y Granada, para solo mencionar las más
recientes. Así han actuado, creando falsos positivos y enarbolando falsas
banderas como la “lucha contra el terrorismo” y por la “democracia”, como
hicieron en Vietnam, Afganistán, Irak, Libia y Siria, promoviendo sangrientas
guerras que solo dejaron muerte y desolación con el único propósito de imponer
sus intereses,
Una amenaza creíble
Ahora sabemos con certeza a que se refería María Corina
Machado cuando le planteaba a Trump, que solo una “amenaza creíble” provocaría
la caída del régimen “narco-terrorista” y el allanamiento por el
“policía del mundo” del “Estado fallido” venezolano, como ella siempre lo ha
caracterizado. En realidad, utilizaba un eufemismo para pedir una salida
de fuerza, a través de una intervención militar extranjera en su propio país.
Por fin se cumplió su sueño y hoy estamos amenazados por una intervención
militar de EEUU, peligrosa, disruptiva y en desarrollo. De hecho ya ha
cobrado la vida de 14 venezolanos que fueron asesinados a mansalva y sangre
fría, por su presunta condición de narcotraficantes, sin que hubiesen tenido
derecho al debido proceso y sin aplicarse los protocolos internacionales que
rigen la interdicción en el mar. Al igual que ha ocurrido en otros momentos de
nuestra historia, el agresor tiene la ventaja de su inmenso poderío militar y
la oportunidad de aprovechar la debilidad del país, por estar inmerso en
una confrontación interna, antagónica y polarizada, en una crisis política
continuada, profundizada por la normalización de la derogación de facto de la
Constitución por el gobierno-PSUV, cuya actuación en las últimas elecciones
presidenciales, dejó en suspenso la legitimidad de su permanencia en el poder,
al cual pretende anclarse apelando a la represión y a la violación sistemática
de los derechos humanos y del debido procesos. Por otra parte, el sector
opositor de extrema derecha liderado por María Corina Machado, sin pudor ni
vergüenza alguna, optó por reiterar su solicitud al gobierno de EEUU de que
realizase una intervención militar en Venezuela, con el fin de defenestrar al
gobierno de Maduro sin importarle que con esa acción violenta y antinacional,
estaba negando su condición venezolana. Intervención que podría conducir a una
guerra con su secuela de muerte y destrucción y como corolario, la entrega de
nuestra soberanía al yanky invasor, con lo cual estaríamos perdiendo nuestra
condición de país independiente y soberano para adquirir el estatus de
neocolonia.
Salida pacífica y soberana para rehabilitar la soberanía
popular
La intervención militar de EEUU en proceso es una
extraordinaria oportunidad para que los venezolanos nos encontremos y hagamos
causa común contra el enemigo externo que amenaza nuestra existencia como
Estado Nación. Empero, eso requeriría que el gobierno-PSUV y particularmente
Nicolás Maduro, haga realmente suyas las palabras pronunciadas por Cipriano
Castro 1902. Para que esa unidad nacional, sea políticamente viable, el
gobierno está obligado a dar señales que generen confianza y demuestren su
voluntad política de poner los intereses de la Nación por encima de sus propios
intereses e impulsar un diálogo sincero y amplio con todos los sectores de la
vida nacional, para abordar la salida a la crisis y el proceso de
reinstitucionalización del país. Tendría que llamar a un diálogo nacional
y hacer gestos concretos que generen confianza tales como, iniciar un proceso
de despartidización de las instituciones públicas, decretar una amnistía
general de los presos político incluyendo luchadores sociales y líderes
sindicales, cese a la represión y criminalización de la disidencia y la
protesta política, restablecimiento de los derechos sociales, civiles y
políticos, priorizando un incremento general de salarios y la atención de la
emergencia social compleja en salud, educación y alimentación, restablecimiento
del debido proceso y eliminación de las desapariciones y detenciones
arbitrarias realizadas sin el debido proceso y, publicación de los resultados
electorales por mesa de votación de las pasadas elecciones presidenciales con
el fin de rehabilitar la soberanía popular y restablecer el imperio de la ley y
de la Constitución. En las circunstancias actuales, en las que está amenazada
seriamente la soberanía nacional, el gobierno-PSUV tiene que convencerse que la
unidad nacional para enfrentar al gringo invasor solo será posible, si se
inicia un proceso de reinstitucionalización del país, restablecimiento de la
Constitución y rehabilitación de la soberanía popular como fundamento de la
democracia, para reafirmar nuestra condición de república libre y soberana.