Víctor Baptista* / Opinión
El gobierno, el gran responsable del desastre en que hoy está
Venezuela, ha logrado consolidar aliados en el mundo del extremismo y lo ha
hecho sabiendo desarticular a la oposición, dándole armas suficientes para
exaltar los egos impregnados de voluntarismos y férrea visión épica,
embadurnada del nocivo mesianismo que en sus andadas han atornillado al
Partido- Estado en Miraflores.
Después del atronador triunfo de Edmundo González Urrutia el pasado 28 de Julio, y a poco más de dos meses para cumplirse un año, el sabor amargo comienza a surtir efecto pues el anunciado cobro se quedó en veremos. No podía esperarse otra cosa que ya no hemos conocido, el desengaño, de lo que pudo haber sido y no fue. Insistir en las equivocaciones es fatal, pareciera que nos regodeamos de gozo cayendo siempre en el mismo hueco.
Lo peor es el caradurismo con la cual se repiten estrategias
fallidas como si nada.
Maduro y su cúpula saben que han perdido su base social, pero
vuelven a respirar tranquilos, una oposición fragmentada en tres toletes y los
vivos de siempre llamando a la Abstención, es tener el mandado hecho.
Los tiempos por venir serán duros, inflación, salarios y
pensiones vueltos añicos, salud precaria, educación en el suelo y servicios
públicos en el foso, pero el gobierno sigue en el poder y da gracias a esos
aliados tan consecuentes.
Vendrá la reforma de la Constitución y nos agarrará con el
pañuelo en la nariz y los que insisten en equivocarse seguirán esperando que
Trump y Marcos Rubio nos resuelvan el problema.
Que pésima oposición hemos tenido.
*Dirigente político aragüeño.