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29 marzo, 2025

"Pesimismo de la inteligencia, optimismo de la voluntad "

Por Nelson Acosta Espinoza * / Opinión **

No voy a reprimir sentimientos que anidan en mi corazón y pesan sobre mi diario acontecer entorpeciendo la visión de un futuro promisorio.

No es mi costumbre quejarme. Este es un hábito que no he cultivado. A lo largo de mi vida siempre he intentado practicar el optimismo. Y, sí se quiere, he tenido una historia, con sus altibajos, relativamente fructífera.

En la actualidad, desafortunadamente, este no es el caso. La situación que confrontamos en el país alimenta sentimientos de naturaleza pesimista.

Pareciera que no existe alternativa y, en consecuencia, estaríamos condenados a soportar el infierno dentro del cual se desenvuelve la rutina del diario vivir.

¿Hay opciones? Un número significativo de compatriotas optaron por emigrar. Esa fue su respuesta a la desesperanza y a la búsqueda de un estilo de vida apropiado que ofreciera la posibilidad de construir futuro.

 Cuatro millones de ciudadanos optaron por experimentar otra vida en escenarios distintos al de su patria.  Y a pesar de las dificultades su permanencia en otros países con diferentes culturas ha sido exitosa.

 Supieron hacer uso del "optimismo de la voluntad".

Una experiencia a imitar y que actúa cómo un estimulante para sobreponerse al pesimismo que en ocasiones nos atrapa.

Existen, desde luego, otras sendas a ser recorridas. Es imperativo sobreponerse a los efectos depresivos que genera la actualidad política y el creciente deterioro de las condiciones económicas y culturales que padecemos los habitantes de este hermoso país.

Entonces, ¿Cuál es la alternativa? ¿Hacia dónde tiran los caballos de la historia? Interrogantes básicas que requieren de una respuesta apropiada. Errar, significaría profundizar la crisis con el consiguiente retroceso de la dinámica histórica y, desde luego, afincaría en el poder a los responsables del actual desastre.

Me voy a permitir usar el adjetivo utilizado por el difunto Chávez mediante el cual calificó la victoria de la oposición a propósito del referéndum convocado en el año 2003.

El llamado a elecciones parciales (gobernador, alcaldes, diputados) pudiera ser calificada como una convocatoria de "mierda".

Disculpen el uso de este calificativo. Pensemos en el hecho de la usurpación o robo del resultado de la pasada elección presidencial. Se le escamoteó la presidencia al candidato legítimamente electo y se encarceló y/o  se obligó al exilio a un considerable número de los líderes que agenciaron   ese triunfo electoral.

Vista desde esta óptica la actual convocatoria no luce libre de "excrementos" y, desde luego, no llena los requerimientos que demanda la pulcritud ciudadana.

La abstención es un derecho ciudadano y, en las circunstancias actuales, constituye una rebelión absolutamente legítima y una forma eficaz de expresión del malestar que se está incubando al interior de la población votante.

Ojo, cuidado con la desviación pesimista que supone que la única salida es la violencia. No tiremos por la borda nuestra convicción ciudadana.

La abstención activa es una legítima repuesta a la actual autocracia. Espero que la verdadera dirigencia opositora así lo comprenda y diseñe propuestas a tono con la decisión de no acudir a las urnas.

Abstenerse no debe implicar desmovilización. Por el contrario, es imperativo el diseño de acciones tendentes a denunciar esta farsa y solicitar respeto del resultado de la elección presidencial. La "deserción" electoral puede y debe transformarse en un acto de rebeldía política y acercamiento hacia la práctica de una nueva idea del ejercicio democrático.

Recuerdo la célebre frase del pensador italiano Antonio Gramsci: "Al pesimismo de la inteligencia hay que oponer el optimismo de la voluntad".

Voluntad de sobra existe en la ciudadanía. No la podemos defraudar.

*Profesor (J) de la Universidad de Carabobo.

** Las opiniones contenidas en este articulo son de la exclusiva responsabilidad del autor.