Por Orlando Arciniegas *
¿Ferales?, sí. Dícese de aquellos niños ―y niñas, como Marie-Angélique le
Blanc― que han crecido como fieras, entre fieras, aislados del contacto humano.
Bien por haberse perdido, sido sustraídos o, bien abandonados por sus padres.
Estos pequeños desdichados son como huérfanos de toda la humanidad, ya que no
hubo humano que atendiera su crianza. Antes del conocimiento de algunos casos
reales, que los hubo, contábamos solo con los relatos de la mitología. Uno de
ellos, muy conocido, es el del mito fundacional de Roma, que nos habla de
Rómulo y Remo, los gemelos rescatados por la loba Luperca, después de que el
tirano Amulio ordenase la muerte de los hermanos ante la idea de que una vez
crecidos le arrebatarían el trono de Alba Longa, la legendaria ciudad del Lacio
que antecede a Roma. Abandonados, los gemelos fueron amamantados por Luperca y
criados por el pastor Fáustulo.
Entre los niños ferales, llamados también *salvajes*, se sabe bien de uno de ellos, el de *Víctor de Aveyron* [c. 1788―1828], el más estudiado, quizá. Así llamado porque fue encontrado por cazadores en este bosque [Aveyron], de la localidad y comuna francesa de Laucane, cerca de Los Pirineos, un 29 de enero, el de 1799. Es decir, hace 226 años y cuyo hallazgo fue un milagro, pues fue capaz de sobrevivir a la intemperie y al margen de la grey humana. Los lugareños ya lo habían visto rondando por los alrededores mientras buscaba bellotas y tubérculos para su sustento. Capturado luego, logró escapar en varias oportunidades.
En 1800 fue trasladado a París, pero antes había estado en un orfanato en
_Saint-Affrique_ y posteriormente en _Rodez_, donde permaneció varios meses.
Durante todo ese tiempo se mostró salvaje y esquivo, así como impaciente e
inquieto. En agosto ya estaba en París con la esperanza de que su estudio
ampliase los conocimientos sobre la mente humana y sus capacidades. Al ojo de
los que primero lo vieron aparentaba tener 12 o 13 años. El debate que se
originaría entonces se movía entre dos tesis que respondían a interrogantes
planteados conforme al pensamiento moral de la época.
1. Al crecer Víctor privado del contacto social, ¿estaría desprovisto de
todo sentido moral?
2. O, por el contrario, ¿tendría un sentido moral natural, una bondad
originaria, como sostenía Rousseau en su famoso libro _Emilio, o De la
educación_, de 1762?
Convertido así en un asunto público, los sabios del momento lo
reconocieron cuidadosamente y llegaron a la conclusión que expresara Philippe
Pinel, director del Hospital de Bicêtre, el más prestigioso de ellos, para
quien “el salvaje de Aveyron” era simplemente un deficiente mental incurable.
Pero un joven médico recién doctorado, Jean Marc Gaspard Itard, al que le fue
permitido asistir a estas sesiones, propuso, en tono más optimista, un programa
de tratamiento y educación del niño que fue aceptado, y para el cual se le
proporcionaron medios públicos para realizarlo. Quedó entonces el muchacho bajo
la custodia del médico Itard, y bajo la atención de Madame Guérin en los
aspectos físicos y materiales del caso.
La primera descripción que Itard realizó acerca de las impresiones que le
causara el joven de Aveyron rezaba: “Un niño desagradablemente sucio, afectado
por movimientos espasmódicos e incluso convulsiones; que se balanceaba como los
animales del zoo; que mordía y arañaba a quienes se le acercaban; que no
mostraba ningún afecto a quienes lo cuidaban y que, en suma, se mostraba
indiferente a todo y no prestaba atención a nada”.
Algo muy diferente de lo que se esperaba del “buen salvaje” rousseauniano,
por parte de quienes se mostraban convencidos por tales tesis.
Pues bien, las atenciones y cuidados que se le dispensaron a partir de
entonces ciertamente que mejoraron su estado físico y su sociabilidad; pero los
progresos fueron muy, muy escasos, una vez superada la fase inicial. Itard le
puso el nombre de Víctor. Con el tiempo, las esperanzas de Itard de enseñarle a
hablar y a comportarse de manera civilizada quedaron frustradas, y en el
segundo informe Itard se dio por vencido, a la par que manifestaba su
preocupación por el futuro del joven. Víctor moriría en 1828 de neumonía, a sus
probables 40 años de edad.
Basado en esta historia, el cineasta francés, François Truffaut, hizo su
película de 1970, El niño salvaje ― _L'Enfant Sauvage_.
*Profesor titular (J) de la Universidad de Carabobo. Historiador.
Imagen referencial.