Entrevista a Svenja Blanke, doctora en Historia por la
Universidad Libre de Berlín
La actual representante de la filial argentina de la
Fundación Friedrich Ebert (FES) analiza la relevancia histórica de las últimas
elecciones y el perfil del futuro canciller alemán.
Las repercusiones por los
resultados de las elecciones federales que tuvieron lugar el
domingo en Alemania no cesan en todo el mundo y no es para menos.
Mientras que la socialdemocracia obtuvo su peor resultado desde 1890, la
extrema derecha -neonazi- será por primera vez la segunda fuerza política en el
parlamento nacional desde 1949. Los coletazos son fuertes hasta para los
conservadores que, victoriosos con el 28,6 por ciento de los votos, deberán
formar gobierno. Todo indica que lo harán con los primeros, que sacaron el 16,4
por ciento, y no con AfD (Alternativa para Alemania), los ultras que reclaman
el fin del “cordón sanitario” y un lugar en el cogobierno por haber obtenido el
20,8.
Los resultados no variaron significativamente respecto a lo pronosticado en las encuestas pero aún así resuenan con fuerza en el país del Holocausto. “Estas elecciones eran históricas en términos de lo que estaba en juego. Nuestra democracia está bajo presión”, resume a Página/12 Svenja Blanke, doctora en Historia por la Universidad Libre de Berlín y actual representante de la filial argentina de la alemana Fundación Friedrich Ebert (FES), asociada al Partido Socialdemócrata (SPD). “El ascenso evidente y cada vez más grande de la extrema derecha es una ruptura cuya dimensión impacta en todo el juego político democrático en el país”, sentencia.
Consultada por el rol que podría
cumplir la socialdemocracia en una coalición comandada por la Unión
Cristianodemócrata (CDU) y su líder y futuro Canciller, el conservador
Friedrich Merz, Blanke sostiene que la situación es compleja porque “el SPD
perdió y se encuentra en la posición de apoyar a la CDU pero a la vez en muchos
temas tienen posiciones muy diferentes”. Preocupada, sobre todo, por la falta
de consensos en materia migratoria e impositiva, arriesga: “Esta pareciera ser
la última oportunidad para que el sistema democrático y representativo
demuestre que es capaz de navegar sobre las aguas agitadas del cambio de
época”.
—¿Por qué cree que la participación
electoral fue la más alta desde la reunificación del país?
–Justamente porque muchos sintieron
que había mucho en juego. Aunque con lecturas diferentes, dependiendo de la
posición, claro. Para algunos está en riesgo el futuro de Alemania, para otros
el de la democracia, el de Europa o el de la paz. Vivimos épocas de cambios
enormes en los que las certidumbres de antes ya no valen y muchos piden cambios
más radicales. Los que creen que Alemania requiere un giro completo respecto de
las respuestas políticas que hubo hasta ahora, el domingo fueron a votar AfD y
a expresar enojo. Los votantes de la CDU, por su parte, también pidieron una
mayor restricción en la inmigración y menos impuestos para "liberar la
economía". Y quienes votaron al SPD, a los verdes, a la izquierda,
fueron a expresar que le temen a la extrema derecha y s sus posiciones anti
humanas y anti plurales.
--El mal resultado del Partido
Socialdemócrata entonces fue un castigo a la gestión de Olaf Scholz...
--Fue un voto en contra del antiguo
gobierno de coalición, claramente, porque las tres fuerzas que lo integraban
perdieron en conjunto 19,5 por ciento de los votos. Como el SPD lideraba con
Scholz como Canciller entonces sí, perdió 9,3 por ciento de los votos y es
el gran perdedor de estas elecciones. ¿Por qué? Porque el mundo ha cambiado y
porque las tres fuerzas hacia el final ya no compartían tanta agenda común. Fue
un gobierno que empezó con una agenda progresista en mucho temas, como la
renovación de la la infraestructura digital, de temas de vivienda, la
transformación de la matriz energética, del sistema de inmigración y de
política social, pero que a pocas semanas de comenzar tuvo que dar un giro de
180 grados tras la invasión de Rusia a Ucrania. Ahí toda la atención se fue a
la cuestión de la seguridad y defensa de Ucrania, por un lado, y a la cuestión
energética por el otro. Alemania dependía mucho del gas ruso y con la invasión
tuvo que buscar otras fuentes de energía. Todo eso tuvo un costo, además del
estilo político de Scholz, que es muy tranquilo, sobrio, buscador de consensos.
Eso cansó tanto al sistema como a la sociedad.
—¿Y para adelante qué viene? ¿Cuál
es el perfil de Friedrich Merz?
--Representa un giro a la derecha
dentro de la propia CDU, que es el partido de la excanciller Angela Merkel. Fue
su rival por muchos años y, como no había lugar para dos líderes, salió de la
política y se fue a trabajar al sector privado financiero en empresas como
BlackRock. Es muy pro-empresarial y cree que el éxito financiero de una persona
debe recibir más reconocimiento en la sociedad alemana. En cuestiones de
derechos representa una postura conservadora. Para él, por ejemplo, la
legalización del aborto es una ofensa contra la mayoría de la sociedad, aunque
la mayoría de las personas en Alemania esté a favor de ese derecho. Además está
en contra de la paridad de género en la política y dice que el cambio climático
"no es para tanto", porque "no es que mañana se hunde el
mundo". Respecto a las cuestiones migratorias, adoptó posturas cada vez
más restrictivas, apoyado incluso por la ultraderecha.
—La presencia de la ultraderecha ya
es a todas luces insoslayable. ¿Cómo se convive con ella y/o cómo se combate su
avance?
--Será una oposición grande y
potente, sí. Como ya están desde hace rato representados en el Bundestag
(parlamento), de todos modos tampoco es nada novedoso. Se combate discutiendo,
argumentando, haciendo política sin miedo, sin temerle a su agresividad y no
cediendo ante ella. Para la mayoría de los alemanes, como en otros países, la
cuestión económica es lo más relevante. Por ello, adhiero a lo que subraya la
profesora Isabel Weber. Se requiere de una política económica antifascista. El
monopolio de una alternativa al deprimente statu quo no debe dejarse en manos
de la AfD.
—¿Cuáles cree que son los desafíos
del próximo gobierno?
--Resistir a las presiones
antidemocráticas desde adentro, como ya dije, y desde afuera. Con la elección
de Trump y sus posiciones en relación a Europa, Ucrania y la OTAN, los cambios
geopolíticos se han acelerado aún más. Alemania y Europa carecen de un sistema
de defensa potente. Hasta ahora Europa se sintió protegida por Estados Unidos
pero Trump ya dejó en claro que Europa tiene que defenderse sola. Incluso la
OTAN está en cuestión. Entonces, el tema de la seguridad y la defensa nacional
es uno de los grande desafíos. El otro es la crisis del propio modelo económico
alemán basado hasta ahora en la importación de energía a precios bajos y en la
exportación especialmente al mercado chino. Ambos pilares han desaparecido o
están a punto de desaparecer. Una disminución de las exportaciones tiene
efectos negativos porque muchos trabajos en la industria automotriz dependen de
eso, además de los efectos negativos para la recaudación fiscal y para las
contribuciones al presupuesto de la Unión Europea. Todo esto va a requerir de
mucha agilidad y flexibilidad en las posiciones del futuro gobierno.
Fuente: Página 12 / Argentina.