Esta obra maestra arquitectónica fue diseñada por el
arquitecto griego Isidoro Mileto y se convirtió en el primer edificio sirio al
estilo de los edificios reales de Constantinopla.
Por Watfe Salloum
Hama. (SANA) “Miré hacia el desierto y lo
encontré vasto, extendiéndose alrededor de 1.500 millas hasta los huertos que
rodean Damasco. Una brisa sopló a mi alrededor y vi ese palacio abandonado, que
Lawrence había visitado y los árabes afirmaban que su arcilla estaba amasada
con agua de rosas.”
Esta cita del libro “Arenas árabes” del viajero británico
Wilfred Thesiger, ofrece una introducción a una verdadera joya arqueológica del
desierto sirio.
Entre las arenas doradas, a unos 60 kilómetros al noreste de
la ciudad de Hama, asoma tal cual un espejismo que se confunde con el azul del
horizonte el palacio “Ibn Wardan”, una joya de magnificencia arquitectónica
bizantina de belleza poco usual construida en el siglo VI d.C., durante el
reinado de Justiniano, el emperador que se enamoró perdidamente de una mujer
siria llamada Theodora, hija de un entrenador de osos en la ciudad de Manbij en
la actual provincia de Alepo.
Esta obra maestra arquitectónica fue diseñada por el arquitecto griego Isidoro Mileto y se convirtió en el primer edificio sirio al estilo de los edificios reales de Constantinopla.
El monumento consta de tres edificios: el palacio, la iglesia
y el cuartel de los soldados, construidos con piedras negras y tejas cuadradas.
Los arquitectos dicen que la iglesia tiene un estilo similar
a la iglesia de San Vitale en Italia, que también fue construida por el
emperador Justiniano en la misma época.
Qasr Ibn Wardan y la magia de su fragancia
Considerado el palacio arqueológico más bello de Siria, “Qasr
ibn Wardan” se distingue por la calidad de sus materiales y el raro estilo
arquitectónico que no tiene igual en Siria… pero hay un misterioso secreto
guardado entre sus paredes que ha ocupado a sus vecinos y visitantes a lo largo
de los siglos, y es el sutil olor a rosas que emana de sus piedras al contactar
con el agua.
En torno a este fenómeno se fueron tejiendo muchas leyendas
populares, y una de ellas cuenta que una vidente le dijo a un rey que su única
hijo a quien amaba más que a nadie, iba a morir en su vigésimo cumpleaños por
la picadura de un escorpión, por lo que el rey, después de consultar a sus
sabios y ministros, ordenó construir el palacio con materiales de construcción
mezcladas con agua de rosas y almizcle, por la creencia de que la fragancia de
estas dos plantas es capaz de repeler a los escorpiones.
Este relato coincide con la propuesta que han dado los
arqueólogos, quienes explicaron que la arcilla fue amasada con hierbas y
flores, especialmente rosas.
Hasta nuestro día, cada vez que cae lluvia o se rocía agua
sobre las paredes del palacio, se llena el aire de esa fragancia de rosas y
almizcle que emana de entre los pliegues de sus piedras, un fenómeno que
esperan los amantes de este lugar en cada temporada de lluvias.
El nombre del palacio
Los arqueólogos creen que el nombre dado a “Qasr Ibn Wardan”
hace referencia a uno de los jeques de las tribus del desierto sirio que
llegaron a ocupar posteriormente el palacio, por lo que se le atribuyó.
Estudios arqueológicos del sitio
“Qasr ibn Wardan” atrajo la curiosidad de viajeros,
investigadores e historiadores a finales del siglo XIX y principios del siglo
XX, entre ellos los barones von Oppenheim y Strygowski. La primera descripción
del palacio estuvo contenida en la revista arqueológica escrita en alemán
impresa en Austria en 1884 por el orientalista alemán Johann Mordtmann, pero el
mérito al estudio académico y serio del palacio fue para el arqueólogo Howard
Crosby Butler, jefe de la misión arqueológica de la Universidad de Prenceton,
quien cuyas investigaciones intermitentes en Siria entre los años 1889 y 1909
fueron claves para la documentación de este importante sitio y sus publicaciones
son algunas de las mejor escritas sobre el tema.
Perdido en el desierto “Qasr ibn
Wardan” inspira tranquilidad y paz que se cuelan al alma
No solo la originalidad de la arquitectura de este monumento
fue lo que lo convirtió en un hito de gran valor histórico, sino también su
poético marco en la soledad del desierto que atrapa con su belleza, y las
fragancias que emanan del lugar entrelazan lo terrenal con lo divino, invitando
a la reflexión y la contemplación.
La fragancia de las rosas opaca el olor de la pólvora
La realidad oscura que impuso la guerra terrorista impuesta a
Siria y la ominosa campaña de destrucción y saqueo de su patrimonio a manos del
“Daesh” (ISIS) alcanzaron también este solitario sitio que no se salvó de las
garras del odio.
Sin embargo, la silueta imperecedera del palacio “Ibn Wardan”
continúa abrazando las arenas doradas del desierto, burlando con el sutil pero
inmortal perfume de sus piedras el olor de la pólvora y los planes de los
enemigos de la humanidad para borrar la civilización y la milenaria historia de
nuestra Siria.