Por Luis Fuenmayor Toro
/ Opinión
Asistí al simulacro electoral del pasado domingo 30 de junio,
organizado por el CNE. Lo hice con el propósito de ver en acción de manera
directa a la maquinaria del PSUV, lo cual pude cumplir sin mayores problemas.
Para el partido de gobierno ese simulacro constituye un ensayo de campo de lo
que instrumentarán el día de las elecciones. Nada más útil para ver cómo se
desempeña su maquinaria electoral: la asistencia y ejercicio de los miembros de
mesa, la presencia de sus testigos, sus conocimientos y destrezas y su temple;
la actividad de los organismos partidistas dedicados a la movilización el 28 de
julio, el funcionamiento de los puntos rojos, el control de los votantes, el
llamado a votar de los rezagados y el acarreo de quienes no hayan asistido en
el horario oficial establecido.
Presencié el llamado a empleados públicos, que no habían asistido aún a votar, y la exigencia de que lo hicieran de inmediato.
Vivo en Los Chaguaramos, parroquia San Pedro, por lo que
busqué en esa zona un centro electoral donde pudiera asistir. Me sorprendió
inicialmente que sólo estaba abierto el de la Universidad Bolivariana, cuando
en procesos pasados el número de centros utilizados era mayor. En la
Bolivariana encontré unas filas largas de votantes, que me desanimaron a
quedarme en ese centro. Los otros centros más cercanos eran uno en Colinas de
Bello Monte, otro en Cumbres de Curumo y el de la Gran Colombia en Prado de
María. Como éste atendía a una población más popular, me dirigí al mismo para
cumplir mi cometido.
Llegué cerca del mediodía y allí, a la entrada de la Unidad
Educativa, estaba el esperado “Punto Rojo”, con su gente de camisas coloradas,
su música escandalosa y la voz de Chávez en alguno de sus discursos o
declaraciones. Oí, además, un himno sobre los guerreros del PSUV, que no había
escuchado. Una gran cantidad de gente pululaba dentro y alrededor del Punto
Rojo, muchos con papeles y listas en sus manos controlando, aparentemente, a
algunos de los votantes, desde antes de votar hasta después de hacerlo.
Había más gente mayor que muchachos y la presencia de damas
era muy evidente. Me les acerqué e inquirí sobre el sitio de votaciones, a lo
que me respondieron amablemente dándome la indicación precisa. No me abordaron
en absoluto sobre mi voto, ni sobre nada, lo que me dio a entender que
solamente se ocupaban de las personas que conocían.
Hice una fila corta, me atendieron muy rápido, la mesa eran
unas 4 personas, ubicadas en dos sitios distintos. El capta huellas funcionó
bien, muchísimo mejor que los de las bombas de gasolina, donde mi huella pasa
con dificultad. Son sólo dos toques en la pantalla de votación: uno para
seleccionar por quién votar y otro para votar. Recogí la papeleta, me aseguré
de que tenía impreso mi voto, la introduje en la urna y firmé y puse mi huella
en el cuaderno. Todo eso duró máximo 30 segundos. No voté por Maduro, tampoco
lo hice por Edmundo, aunque esto no significa que el 28 de julio necesariamente
haré lo mismo. No vi a la oposición participando, tampoco sabía cómo detectarla.
La gente en la fila no hablaba del voto ni de política, soldados del ejército
custodiaban las instalaciones y estaban también los milicianos en labores de
ayuda.
Había muchos vehículos estacionados en las inmediaciones
identificados como unidades del PSUV. También había autobuses que supuestamente
podían trasladar votantes a los centros de votación cercanos (¿?). Había muchos
agentes de la PNB agrupados en la calle frente a la Unidad Educativa:
charlaban, usaban sus celulares, reían, como si se tratara de un encuentro de
amigos. En la estación de servicios del Prado de María, donde quise echar
gasolina pues me correspondía por la placa de mi vehículo, un joven bien
vestido no permitió mi acceso, pese a que estaba vacía, y me explicó que sólo
echaban gasolina los vehículos y las motos del PSUV. Un caso claro de abuso de
poder y de ventajismo del partido de gobierno, además de un uso delictivo de
recursos gubernamentales para financiar el combustible utilizado por su partido
político.
Me es más que claro que *el PSUV está preparado para
enfrentar la elección presidencial. Es mentira que están desanimados y que se
sienten derrotados. Utilizará todos los recursos que sea para llevar a su gente
a votar, para presionar a los empleados públicos, para obligar a los vecinos a
través de los consejos comunales. Acarrearán gente como lo han hecho siempre y
los buscarán en sus casas y extenderán el lapso de votaciones el tiempo que
consideren necesario. Usarán Puntos Rojos si se los permiten y tendrán la
mayoría de los miembros de mesa y a todos sus testigos.*
No busco producir desánimo con estas verdades, sino que se
tenga clara cuál es la situación que se va a enfrentar el día electoral y la
gente se prepare para ello. No se puede seguir actuando con base en ilusiones y
desinformación.