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16 agosto, 2022

Valencia y sus tranvías

Por Luis Heraclio Medina C.

En estos días muchos valencianos se han sorprendido al ver por las calles y avenidas de la ciudad un simpático “tranvía” que haciendo sonar su campanita transporta a una veintena de alegres turistas que rememoran los tiempos de la ciudad de hace cien años. No es un tranvía verdadero, es una iniciativa privada de un grupo de emprendedores valencianos que han creado a partir de un vehículo a gasolina, un emulador del antiguo tranvía que utilizaron nuestros abuelos desde principios del siglo XX.

Los tranvías de Valencia se inician con los “tranvías de caballitos”, una empresa de transporte sobre rieles iniciada en 1887 que conectaba la Plaza Bolívar con la estación del Ferrocarril Inglés o Valencia/Puerto Cabello que quedaba en Camoruco, que hoy conocemos como Rectorado de la Universidad de Carabobo. La vía corría por el medio de la antigua avenida Camoruco, hoy llamada Avenida Bolívar. Eran tres kilómetros que los parroquianos recorrían cómodamente en aquellos carros de madera y hierro arrastrados por las vías por un par de equinos. Ante el éxito de la empresa llamada “Tranvías de Valencia” (luego transformada en “Tranvías de Camoruco”) se crearon nuevas rutas: una hacia el sur por la Constitución hasta el Palotal y la otra hacia el este por la Colombia llegando hasta San Blas.

Luego en 1915 se inaugura un nuevo sistema de tranvías: los eléctricos que llegaron a tener hasta quince carros, algunos norteamericanos, otros alemanes e incluso seis carros construidos en Valencia con motores ingleses. También se abrieron nuevas líneas hacia el oeste por la Calles Colombia y Cantaura, y hacia el sur, pasando por la Plaza Santa Rosa, desviándose para pasar por la Iglesia de Candelaria y terminar en la esquina de “Palo Negro” con un total de ocho kilómetros de vías férreas.

Las cocheras o garajes quedaban en la Avenida Bolívar cruce con Arismendi, donde estuvo luego por muchos años el famoso “Arepazo Criollo” y el taller también en la Av. Bolívar, muy cerca del rectorado, frente a la Capilla de Camoruco. Allí todavía están empotradas las vías férreas como un testigo de aquel bonito pasado.

Las “tripulaciones” de los tranvías vestían de riguroso liquiliqui blanco y una gorra tipo militar. El conductor iba de pié para controlar con palancas y pedales los mecanismos del vehículo y hacía sonar la campana al llegar a cada esquina.

La energía que movía al tranvía era la electricidad que bajaba del cableado de alta tensión por una gruesa barra de hierro llamada percha. El tranvía tenía nueve velocidades controladas por una resistencia manipulada por una manigueta.

Los tranvías no tenían puertas. A veces, los mozos y caballeros saltaban ágilmente antes de llegar al destino en peligrosas acrobacias que más de una vez costaron un hueso roto. También los más osados viajaban colgados de los estribos a los lados del tranvía. Cuando llovía se bajaban unas cortinas para proteger de las inclemencias del tiempo a los pasajeros.

Fue un medio de transporte utilizado por todas las clases sociales, que ayudó a vincular más fácilmente a valencianos residentes en lugares distantes, fomentó visitas y romances, y facilitó el trabajo.

Hoy en día, en pleno siglo XXI, un dinámico grupo de amantes de nuestra ciudad han iniciado un bello proyecto turístico-cultural llamado “El Tranvía de Valencia”, que tiene su base en la urbanización Las Acacias. Han hecho con todo el esmero del caso una réplica de uno de los antiguos tranvías eléctricos, con sus asientos de madera, sus acabados “vintage” y hasta su campanita para avisar la llegada a las esquinas. Con tres rutas llevan a valencianos y visitantes a los lugares que nuestros antepasados frecuentaron, en unos inolvidables paseos que rememoran la Valencia de antaño. Un proyecto que vale la pena conocer.

Texto y foto tomados de Valencia de Antaño.