Por Ricado Emilio Quero* Especial para Entre Todos
D.
Fundada
oficialmente en 1555 —doce años
antes que Caracas— por el capitán Alonso Díaz Moreno, aprovechando un
asentamiento que otro capitán, Vicente
Díaz, estableciera con residentes de la histórica Borburata, Valencia de
Nuestra Señora del Rey comenzaría desde muy temprano a sacar provecho de su
buena posición como punto de enlace entre las regiones occidentales y el centro
de lo que andando el tiempo sería Venezuela.
Valencia acompañará a Caracas en la
circunstancia de haber sido las dos ciudades donde han ocurrido los
acontecimientos que posiblemente han influido mayormente en los destinos de
nuestro país. Y en el caso concreto de
Valencia es esto válido sobre todo en lo que refiere al siglo XIX. En esa
centuria llegaría incluso a alcanzar el rango de capital nacional en tres
ocasiones. En las líneas que se insertan a continuación se hará breve referencia a aquellas
trascendentales ocasiones.
El primero de tales momentos sería en 1812. Comenzada nuestra Gesta Magna el 19 de abril de 1810, el 5 de julio del año siguiente se declara la independencia. Pero ésta no gozaría del visto bueno de la población nativa en su conjunto. Iniciada la reacción antirrepublicana, sería precisamente Valencia escenario de uno de los mayores levantamientos contra la causa patriota. Ese año de 1812, después de que el Jueves Santo del 26 de marzo un terremoto devastara Caracas y buena parte del occidente del país, el Congreso se trasladaría a Valencia —aunque al parecer ya desde el 9 de enero anterior habíase designado a la ciudad del Cabriales como asiento de los poderes públicos—. Pero desafortunadamente para los partidarios de la emancipación aquella Primera República tendría vida efímera. Cuatro meses después del sismo, el 25 de julio, se firmaba en San Mateo la capitulación que daría al traste con el gobierno criollo —De este período circula un rumor que señala que Maracay habría igualmente cumplido funciones como capital federal en cierto momento. Dada la inestabilidad político-social como consecuencia de los hechos de armas no es muy remota la posibilidad de que tal hecho fuese cierto.
Más
adelante, ya Miranda apartado de la escena y preso en «La Carraca» como
consecuencia de un escabroso caso que tiene mil aristas, quedarían fuerzas
luchando por el ideal republicano. Habiendo logrado Bolívar imponer su
autoridad como jefe máximo y establecida la República de Colombia —posteriormente
conocida como «La Gran Colombia»— se inicia otra importante etapa en cuyo final
le correspondería desempeñar a Valencia papel protagónico…
Creada
en 1819, la República de Colombia —aunque ideal en el papel como proyecto de
unidad— no lucía muy viable en la realidad.
Su gran extensión y la incomunicación histórica habida entre sus partes
durante el período colonial. Asimismo las oligarquías regionales venezolanas no
se hallaban dispuestas a renunciar a sus preeminencias en aras de un poder central ubicado en la lejana Santa fe
—rebautizada luego como «Bogotá» por Bolívar—. Incluso hay evidencias de que el
propio Bolívar habríase dado cuenta temprano de lo impráctico de esta unión. Y
sería precisamente en valencia, en 1826, en lo que se conocería como «La
Cosiata», donde se iniciaría el proceso que finalmente llevaría a la
desintegración de tan extensa república. Y sería, como ya se expresara, la
actual capital carabobeña la que llevaría la batuta en el colapso
grancolombiano. Aquí se instalaría, el 6
de mayo de 1830, el Congreso Constituyente que redactaría una nueva Carta
Fundamental que derogaría la colombiana redactada en Cúcuta en 1821. De ese Congreso emanaría el documento —posiblemente
redactado por Diego Bautista Urbaneja— que oficializa la separación de
Venezuela de Colombia la Grande. Valencia era por segunda vez capital nacional
—en 1831 la capitalidad volvería a Caracas—. Un detalle con respecto a esto es
que, al igual de lo ocurrido en 1812, el lugar donde sesionara el Legislativo
del 30 sería la vieja casona conocida como «La Casa de La Estrella». Allí
también prestaría el general Páez su juramento como primer presidente de la
Venezuela republicana.
Se daba así inicio a la etapa a la que, de
acuerdo con la apreciación de cada quien, algunos llaman “Tercera” y otros
“Cuarta República”. Sería éste un período difícil y convulso. Además de los
problemas heredados de la época colonial, aumentados exponencialmente con la
sangrienta guerra de la independencia, se le sumarían los conflictos legados
por el lapso grancolombiano. Las desigualdades sociales —comenzando por el
mantenimiento del sistema esclavita—, las apetencias de los caudillos regionales
y las prédicas de los escritores en panfletos y periódicos prepararía el
escenario para la lucha fratricida que,
entre 1859 y 1863, devastaría al país —conflicto que tendría un
antecedente con el levantamiento de 1846.
El dominio nepótico de diez años de los
hermanos Monagas concluiría en marzo con el movimiento que desde Valencia
comandara el general Julián Castro, gobernador en ese entonces de la provincia
de Carabobo. En esta misma ciudad —que adquiría por tercera vez el rango de
capital de Venezuela— se reuniría el Congreso Constituyente que ha pasado a la
historia como “La Convención de Valencia”, y que redactaría la tercera Carta
Magna de nuestro país. Pero todo ese esfuerzo sería en vano. En febrero de
1859, usando como uno de los pretextos que la Constitución recién sancionada en
Valencia no se le hubiere bautizado como “federal” se abrirían los fuegos de la
llamada «Guerra de los cinco años», que incendiaría nuestro suelo hasta abril
de 1863. En 1864 se redactaría una nueva Ley Fundamental. La de 1858 quedaría
como curiosidad histórica para los estudiosos y como un recuerdo de la tercera
y última ocasión en que Valencia fungiera como capital de los venezolanos…
*Historiador
y profesor.