Por Carlos Torrealba / Revista SIC
Como la
oposición está en guerra consigo mismo, lo ocurrido hace una semana en el
parlamento es apenas un capítulo de una disputa absurda por cuotas de poder que
en nada contribuyen a resolver la crisis política del país.
El
contrasentido es que sin una oposición unida y articulada con una estrategia en
común será imposible construir la fuerza necesaria para intentar derrotar al
chavismo en sucesivas confrontaciones electorales.
Pero la
posibilidad de poder propiciar el reencuentro, el entendimiento y el acuerdo se
aleja con cada confrontación interna.
La paradoja
es que la mayor fortaleza del gobierno deriva hoy de la división de la
oposición.
De seguir la
oposición en modo de guerra interna, el afianzamiento del chavismo en el poder
será mayor.
En este contexto,
la estrategia del chavismo de recuperar el control del parlamento venezolano
sigue ganando viabilidad estratégica.
Como están
claro en su objetivo, no apartan la atención del proceso de preparación,
organización y acumulación de fuerzas con miras a ganar las elecciones
parlamentarias previstas para este año.
Lo lamentable
de la situación es que la oposición no parece entender esta jugada, perdiendo
capacidad de adelantarse a las circunstancias y de tomar la iniciativa con
sentido de responsabilidad hacia el futuro.