James Landale / BBC News
Si uno quiere entender la revolución
que está teniendo lugar en el sector de las energías renovables, nada mejor que
visitar la central eléctrica llamada Gemasolar en el sur de España.
En las llanuras polvorientas de
Andalucía han descubierto cómo generar energía solar las 24 horas del día.
Efectivamente, aunque sea difícil de
creer, en Gemasolar crean electricidad incluso cuando el sol no brilla.
Han puesto más de 2.500 espejos
enormes en monturas hidráulicas que siguen el paso del sol a través del cielo.
Los espejos, cada uno del tamaño de media
cancha de tenis, reflejan los rayos en un punto central, la parte superior de
una torre de 140 metros, donde sal fundida se calienta a casi 600° C.
Fin de las recomendaciones.
Esa sal líquida se transporta por la
torre hasta donde calienta el vapor que alimenta una turbina.
Y ahí está el truco: no toda la sal se usa en ese punto.
Parte es almacenada en enormes tanques y se usa más tarde, cuando el sol se ha
puesto. Mientras el sol brille todos los días, la planta puede generar energía
24 horas, 7 días a la semana.
Les digo esto no solo como una
ilustración de cuán rápido está cambiando la tecnología renovable -esta
innovación en particular no es tan nueva-, sino también como un ejemplo de cuán
electrificada se va a convertir nuestra energía.
Se prevé que la expansión de los
vehículos eléctricos se acelere significativamente, hasta el punto en que se
convierta en la norma y no en la excepción.
La tecnología de baterías aún tiene
mucho camino por recorrer, pero muchos científicos y empresas están compitiendo
para encontrar formas de almacenar energía eléctrica que sea más liviana y
duradera.
Ya se están produciendo algunos
aviones de pasajeros con motor eléctrico.
¿Cuánto tiempo antes de que los
barcos puedan ser alimentados por baterías en lugar de combustible?
La pregunta obvia y muy controvertida
es cuándo alcanzará su punto máximo esta revolución renovable y si llegará a
tiempo para proteger al planeta del calentamiento global. Eso no es algo en lo
que yo esté cualificado para responder.
La que me hago es una pregunta
distinta: ¿qué impacto podría tener esta nueva tecnología, no en el clima del
mundo, sino en su clima político?
¿Qué sucederá con el equilibrio
global del poder político cuando muchos países ya no necesiten comprar tanto
petróleo y gas?
Un cambio de ecuación
Durante más de un siglo, las naciones
que tenían petróleo y gas tenían poder, literal y políticamente.
Y se han librado varias guerras por
esos preciados recursos.
Todo comenzó antes de la Primera
Guerra Mundial cuando Winston Churchill, como primer lord del Almirantazgo,
convirtió la Armada británica de carbón galés a petróleo importado.
Para garantizar el acceso británico a
ese petróleo, el futuro primer ministro británico compró una participación de
control en la compañía petrolera anglo-persa, la precursora de BP, en lo que
ahora es Irán.
Desde ese momento, gran parte
de la historia del siglo XX se puede ver a través de la búsqueda de
hidrocarburos por parte de los países, desde los intentos de Adolf Hitler
de asegurar los campos petroleros de Bakú hasta la invasión de Saddam Hussein
de Kuwait, incluido el ataque de aviones no tripulados y misiles en las
instalaciones petroleras sauditas en septiembre pasado.
Los países con petróleo y gas usaron
sus monopolios para venderlos con grandes ganancias; aquellos países que
dependían de ellos invirtieron mucha sangre y tesoros defendiendo su acceso.
La pregunta es cuánto podría cambiar
la revolución renovable esta ecuación geopolítica.
¿Cuánta influencia perderán
algunos de los grandes productores de combustibles fósiles del mundo
en Medio Oriente, África y otros lugares?
¿Podría haber más conflictos
regionales a medida que estos países luchan por una parte cada vez menor del
mercado de energía de hidrocarburos?
¿Y qué podría pasarles internamente a
estos países si pierden su principal fuente de ingresos?
A menudo, se trata de naciones cuyas
enormes economías están dirigidas por el Estado, con muchos trabajadores
empleados por los gobiernos y poblaciones jóvenes acostumbradas al combustible
barato.
"Estados fallidos"
No se sabe con precisión cuándo
tendrá lugar la transición de los combustibles fósiles a la energía limpia.
Hay muchas predicciones diferentes
sobre cuándo la demanda mundial de petróleo alcanzará su punto máximo y caerá,
pero los planificadores de Shell pronosticaron recientemente que posiblemente
ocurrirá en 2025.
Algunos países productores de
petróleo están preparándose para el momento en que ya no puedan depender del
petróleo. Buscan diversificar sus economías y encontrar otras fuentes de
energía.
Pero otros países son más escépticos,
confiando en que la demanda de su petróleo y gas perdurará por mucho tiempo.
Algunos de ellos hablan de
diversificación pero hacen poco al respecto. Las posibles consecuencias se
están convirtiendo en una fuente creciente de preocupación.
"El gobierno productor de
petróleo obtiene ingresos; si esos ingresos caen o desaparecen, el gobierno ya
no podrá mantener el sector no-petrolero, lo que significa que tendrá un
desempleo creciente, ya no podrá pagar subsidios para mantener contenta a su
población", le dijo a la BBC el profesor Paul Stevens, distinguido miembro
de Chatham House, el grupo de expertos de asuntos exteriores del Reino Unido.
"Muchos de los grandes
exportadores de petróleo y gas son lo que podría describirse cortésmente como
políticamente inestables. Por lo tanto, cuanto más rápida sea la transición [hacia
las energías renovables], mayor y más perturbadora será la caída en los
ingresos del gas y el petróleo, así que potencialmente podrá haber una gran
cantidad de Estados fallidos".
Riesgos sin fronteras
Por su parte, Tom Burke, presidente
del grupo de expertos sobre medio ambiente E3G, señala que "cuando no se
puede proporcionar seguridad alimentaria, energética y de agua, como hemos
visto en todo el Medio Oriente, es muy difícil mantener estabilidad
interna".
"Cuando no se cumple con las
expectativas, las poblaciones urbanas se amotinan, y las estructuras
básicas del Estado corren el riesgo de desmoronarse".
"Pero mucho más que eso, cuando
la gente se amotina o parece que podría amotinarse, lo que suele suceder es que
los gobiernos buscan problemas en el extranjero para distraer a su
población".
Así que imagínate un país productor
de petróleo actualmente estable en el Golfo que de repente se convierte en un
Estado fallido. Esto no solo sería un desastre para el país en sí, sino que
también podría tener enormes implicaciones para el mundo.
Los Estados fallidos a menudo se
convierten en el hogar de la violencia extremista, como en Siria, y a menudo
producen migración masiva.
Esta interrupción potencial podría no
limitarse al Golfo.
Rusia es uno de los mayores
exportadores de petróleo y gas del mundo. Su economía y su gobierno dependen
enormemente de los ingresos que esto genera. No es de extrañar que el
presidente Putin describa el desarrollo de "tecnologías verdes"
como uno de los "principales desafíos y amenazas" para la
seguridad económica de su país.
Muchos rusos recuerdan que la caída
de los precios del petróleo contribuyó al colapso de la Unión Soviética.
Sin embargo, el gobierno actual está
invirtiendo poco en energías alternativas renovables. Si un día el mundo
necesita comprar menos gas ruso, eso podría tener un gran impacto en la
estabilidad del Estado ruso y podría transformar sus relaciones con Europa.
Amenaza limpia
Existen otras fuentes potenciales de
tensión y conflicto en un mundo de energía limpia.
Podría haber una carrera para
asegurar el acceso a minerales como el cobalto y el litio, que son vitales para
las baterías y pueden ser escasos.
Gran parte del mejor cobalto del
mundo se encuentra en la República Democrática del Congo (RDC), que tiene una
historia de inestabilidad y mala gobernanza.
Al mismo tiempo, las nuevas llamadas
superredes a través de las cuales fluirá la electricidad entre países serán más
vulnerables al ciberataque.
Una pregunta interesante es cómo
deberían responder los activistas ambientales a los riesgos políticos involucrados
en el movimiento hacia la energía renovable.
¿Deberían tenerse en cuenta esos
posibles inconvenientes o es la necesidad de proteger al mundo del cambio
climático tan importante que todas las demás consideraciones son secundarias?
¿Cómo podría verse afectada la
opinión pública si reducir el calentamiento global significara más terrorismo y
migración?
Estos, por supuesto, son algunos de
los peores escenarios. Hay muchos posibles positivos.
Notas dulces
Cuando tenga lugar la transición a las
energías renovables, los países que anteriormente eran dependientes podrán
producir su propia energía.
Una de las ventajas de las energías
renovables es que muchos más países tienen la capacidad de generar energía
limpia.
Algunos países con mucho sol, viento
o marea no solo podrían ser autosuficientes, sino que también podrían exportar
parte de su energía a través de los llamados interconectores.
Puede haber incluso un dividendo para
la paz: si el mundo ya no necesita tanto petróleo pasando por el estrecho de
Ormuz cada día, ¿tal vez no necesitarán ejércitos y armadas tan grandes para
defenderlo?
En gran medida, la geopolítica de la
energía puede dejar de ser tan significativa.
Y, quizás así, deje ser una razón
para matar.