Por Léster Rodríguez Herrera*
Esta aseveración fue completamente
desechada por Luis Parra y sus acompañantes al olvidar los días de lucha por la
democracia y la libertad, las marchas constantes, las promesas hechas a sus
electores, los discursos y reuniones para planificar acciones, las reuniones
con familiares, vecinos y amigos para orientarlos sobre el paso siguiente, y
para hacer evaluaciones críticas a las políticas de Maduro que nos condujeron a
la falta de agua, de gas, de electricidad, de gasolina, a las colas por todo,
hasta para surtir gasolina, a las deficiencias en la educación, a la
escasez, a los presos políticos, a los exiliados, a la eliminación de hecho de
la inmunidad parlamentaria, y a dos fenómeno desconocidos por los venezolanos,
la hiperinflación y el desmembramiento de las familias por necesidad de
supervivencia.
Da la impresión que fue más
importante, para no pensar en otras variables más sensurables, el cobro de
viejas facturas, la idea de la venganza política, la rabia por la inconformidad
en el trato recibido, y las acciones de Guaidó y de sus compañeros de bancada,
lo que motivó a estos 18 diputados liderizados por Luis Parra para tomar la
decisión de no solo no apoyar a Guaidó, sino de hacer un pacto de sangre con el
gran polo patriótico, su enemigo político natural, que por combatirlo en sus
regiones llegaron en el 2015 a ocupar los curules que hoy obstentan.
Creo firmemente que aunque estaban en
el derecho de pensar y actuar de acuerdo a su conciencia, el momento no era el
indicado para hacer ese viraje, tan inconveniente para ellos y para el país. No
solo traicionaron a sus electores, sino que forman parte, como tontos útiles,
de una directiva donde son figuras decorativas y convenientes para el régimen,
puesto que no tienen ninguna capacidad de decisión que no sean las del interés
del gran polo patriótico, que es quien tiene la mayoría determinante y mueve
los hilos del poder a su antojo, sin tener representación en la junta
directiva. No la tienen porque no la necesitan, gracias a este grupo de diputados
y sin importar la legalidad, vuelven a tener mayoría en su AN para darle un
carácter democrático a las decisiones que necesiten que ese organismo produzca.
Luis Parra y su directiva tendrán que
tragar arena en dos decisiones que el gran polo patriótico les impondrá: la
visita al palacio de Miraflores para reconocer públicamente como presidente de
la República a Nicolás Maduro, sí, a ese que hasta el 5 de enero decían
desconocer, y que por arte de magia y sin que nada haya mejorado para los
venezolanos, ese fatídico día lo tendrán que hacer, y la visita al Presidente
del TSJ para reconocer al organismo como legítimo, e implorar el levantamiento
del desacato, para poder nombrar un nuevo CNE, donde alguna migaja caerá de la
mesa, y podrán comenzar a legislar con el reconocimiento del régimen.
Le corresponde a la oposición actuar
con inteligencia, a no dejarse llevar por la soberbia, la sordera y el
sectarismo. Se debe construir un gran movimiento de unidad nacional con quienes
tengan como objetivo salir del régimen, no se debe perder tiempo con quienes
abiertamente les conviene su permanencia. Se deben buscar puntos comunes, de
coincidencia, e insistir en lo que une, no en lo que desune, se debe entender
que las acciones deben tener objetivos claros, que no somos poseedores de la
verdad, y que todos somos necesarios tanto para opinar como para accionar. Se
debe buscar una narrativa que conecte a los ciudadanos con la dirigencia, con
las acciones políticas, con las necesidades más apremiantes de la gente, y con
las posibles soluciones.
Si estás de acuerdo por favor dale
publicidad. También lo puedes retuitear desde @LesterYomar
*Exrector de la U.L.A