Por:
Aldeni Viloria*
@AldeniViloria
Nací a
mediados de la década de los 80 del siglo pasado en el seno de una familia
humilde y sencilla, con valores y principios, no teníamos lujos pero si
teníamos techo, salud, comida, ropas y calzado, sencillamente éramos felices.
Todo transcurrió
en esa parte de la Cuarta República que viví, aquella que tanto señalaba Hugo
Chávez y señalan Nicolás Maduro y el mismo Diosdado Cabello; ese el que tanto
alardea con su mazo, época en la cual gobernó el pacto de Punto Fijo, esa misma
la de la alternabilidad del bipartidismo de AD y COPEI, hoy día señalados por
el régimen autoritario como derecha apátrida junto a otras organizaciones
incluyendo a la que pertenezco, también señalados de lacayos por el solo hecho
de reclamar un cambio del oprobioso gobierno que detenta el poder por la vía de
los hechos, que por cierto viola la Constitución a diestra y siniestra.
En esa
Cuarta República no todo era perfecto porque al igual que los gobiernos que antecedieron
a los de la cuarta hubo violaciones a los DDHH, desapariciones, inseguridad,
entre otras cualidades negativas para el país, pero unas de sus virtudes fue la
prosperidad económica que para ese momento fue atractivo para otros países del
mundo, existía meritocracia; acabada por la falsa revolución, contábamos con
ese gran valor por el trabajo donde los venezolanos con entusiasmo iban día
tras día en la búsqueda de un futuro mejor, con la intención de aumentar la
calidad de vida de sus familias.
Recuerdo
a mis padres diciéndome en muchas oportunidades, por allá en la década de los
90 que tenía que estudiar para ser alguien en la vida, es decir, que debía
hacerme de una profesión para detentar un futuro prominente, cargado de
variables que coadyuvarán a la adquisición de riquezas que facilitarán la
posibilidad de una vida llena de comodidades, a lo cual yo tome consejo y
decidí formarme, estudiando y trabajando, al mismo tiempo soñaba al igual que
otros hermanos venezolanos con ese futuro por el que tanto luchaba, hasta que
por fin lo logre, me gradué.
Todos
esos sueños a su vez, han sido cercenados por los regímenes autoritarios de
Hugo Chávez y radicalizados por Nicolás Maduro junto a sus camarillas a lo
largo de 20 años, donde ambas gestiones en nombre de una falsa revolución y
vanagloriándose bajo el esquema de la “Venezuela potencia” y la “Patria”; que
por cierto no las han construido, solo han traído y dejado al país miseria,
hambre, inseguridad, corrupción, violación de DDHH, desapariciones, decepción,
pérdida de valores así como de la identidad venezolanista y sobre todo han
dejado un conflicto político e ideológico que ha menguado la vida de los
venezolanos, acelerando la muerte de mis connacionales producto de la escasez
de alimentos, medicinas y servicios públicos de calidad, en conclusión
Venezuela vive la catástrofe chavista/madurista.
El
pueblo venezolano clama por un cambio de gobierno urgente, que dé cavidad a un
sistema de convivencia prospero, eminentemente futurista y sobre todo que
genere un clima de confianza para Venezuela y el mundo; algo que acabo la falsa
revolución chavista/madurista. Simplemente el pueblo de Venezuela quiere ser
feliz.
Es
urgente que tanto el oprobioso gobierno de Nicolás Maduro y la oposición
venezolana lleguen a un acuerdo político para darle una salida civilizada,
pacífica y racional a esta catástrofe que vivimos todos los ciudadanos de este
maravilloso país, porque la crisis que vive Venezuela no solo afecta a la oposición,
sino también a ese pueblo chavista/madurista que es tan víctima de la hegemonía
roja como quienes adversamos al régimen autoritario madurista.
Mi
mensaje para el país, es que el mejor acto de rebeldía que podemos hacer en
contra del régimen autoritario chavista-madurista es formarnos, estudiar y
trabajar, porque ya lo dijo Bolívar en uno de sus más conocidos pensamientos “Por la ignorancia nos han dominado más que
por la fuerza”.
*Dirigente
de Alternativa1/Juntos.