Agencia EFE / Tomado de yahoo.es
Madrid. -
"Soy mujer brava, silvestre, lesbiana y buena", decía la transgresora
y "súper moderna" Chavela Vargas, la cantante de temas como
"Macorina", "Que te vaya bonito" o "La llorona",
nacida hace cien años en Costa Rica y fallecida en agosto de 2012 en México.
Para celebrar
ambas fechas, Warner Music acaba de lanzar "Chavela Vargas. Cien
años", 40 de sus más icónicas interpretaciones, entre las que se incluyen,
además de las citadas, "Nosotros", "Volver", "En el
último trago", "Las simples cosas", "Paloma negra" o
"Cruz del olvido".
María Isabel
Anita Carmen de Jesús Vargas Lizcano "Chavela Vargas" nació el 17 de
abril de 1919 en San Joaquín de Flores, Costa Rica, y falleció el 5 de agosto
de 2012 en Cuernavaca, México.
En medio,
forjó la leyenda de una mujer indómita, que hizo de su vida un jorongo rojo y
unos pantalones bien puestos, que no copió a nadie nunca y que hizo de cada una
de sus canciones una súplica de amor desorbitado.
Emigró a
México siendo una adolescente y allí vivió y se metió en las venas, decía,
45.000 litros de tequila con ayuda de sus "amigachos".
Por esa
"enfermedad" estuvo "enterrada" quince años, olvidada de
todos y por todos hasta que el fundador de la editorial española Turner, Manuel
Arroyo, se la encontró en un oscuro local tomando y cantando "Las
ciudades", de José Alfredo.
"Si los
milagros existen, este es uno de ellos. Hay cantantes que se retiran uno o dos
años y cuando vuelven ya no pueden hacer nada. Yo me retiré durante más de
quince, volví y se me abrieron las puertas. ¡Con 72 años!", relataba la
cantante sobre aquella resurrección de 1991, en la que también un papel
decisivo el director de cine español Pedro Almodóvar.
Su
"segundo" fallecimiento, el definitivo, fue el 5 de agosto de 2012 y
se certificó tras un viaje en julio a España, que hizo para "recuperar su
alma" y que la mantuvo varios días hospitalizada por el esfuerzo, al que
sumó el del posterior viaje a su casa, donde ya no pudo superar una
bronconeumonía.
Siete años
después de su muerte, esa "máquina de emocionar" que había llegado
"de un mundo raro" y que "nunca había llorado" sigue sin
tener sucesores, a pesar de que ella estaba convencida de que su poder
chamánico la haría reencarnarse "en muchos".