ETD /El profesor Jorge
Giordani, uno de los hombres más cercanos al fallecido presidente Chávez, escribió
para el portal Aporrea, un artículo
titulado “Estado rentista y la crisis transicional” en el que, de nuevo,
arremete contra Maduro y su gobierno. El exministro señala, entre muchas otras
cosas, que “la camarilla en el poder, ha terminado por ¨prostituir¨ la
institucionalidad del país” A continuación transcribimos el texto completo del artículo
en cuestión.
¨En mi humilde sentir, el Libertador ha errado su
marcha desde que obtuvo el mando supremo; y lisonjeado a facciosos y
aspiradores, ha relajado más la moral pública y especialmente la del ejército.
Yo sé lo he dicho así y bien claramente¨.
Carta de Sucre a O´Leary, del 6 de octubre de 1829
Estado rentista y la crisis transicional
En el cruce de dos crisis de diferente envergadura se
encuentra otra de grueso calibre que los venezolanos del hoy, del aquí y del
mañana, no pueden dejar de considerar como clave en las decisiones por tomar, y
ante la cual no es posible evadir una posición clara y determinante.
La mayor de las crisis, la del sistema del capital, de la
cual no nos salvamos, ni por casualidad, los casi ocho mil millones de seres
humanos pobladores del todavía existente planeta Tierra, bajo una crisis
estructural: universal, global, permanente y reptante, como la caracteriza
István Mészáros, en su teoría de la transición; y que viene a constituir el
marco más general donde se desenvuelve, la estructura de mando política
totalizadora del capital, esto es, el Estado actual con su pléyade de
contradicciones, y cómo supuesto remedio factible a los antagonismos
irresolubles de la crisis estructural de un metabolismo social que ha llegado a
tocar sus límites absolutos, al poner en peligro hasta la propia supervivencia
del género humano.
Desde ese nivel de generalidad tocamos suelo venezolano en lo
que se siente a diario, a flor de piel, la crisis de hegemonía, con su cara
visible, la situación de ingobernabilidad, que afecta la vida, la salud y la
cotidianidad de cada uno de quienes permanecemos en esta Tierra de Gracia, de
la gran mayoría de los 30 millones de seres que sufrimos minuto a minuto las
contingencias de un desgobierno, de una camarilla con sus ansias ilimitadas de
poder, que no ha terminado de comprender, por falta de una mínima señal de
dignidad, que debe retirarse a las ¨duchas¨, cuando de manera cínica pretende
mantenerse hasta acabar con la mermada renta de los hidrocarburos, plagada de
contradicciones y con un pronóstico reservado en sus ilusiones de dominio de la
población venezolana.
Afirmamos que ambas manifestaciones, la general de la crisis
estructural, por un lado, y la crisis de hegemonía, por el otro, complementan
lo que ha venido a ser conocido como el ¨colapso rentístico¨ y su correlato
indudable, la crisis transicional del Estado rentista.
La misma se ha desarrollado a lo largo del entero Siglo XX
venezolano, pero ha comenzado a tocar sus límites absolutos, visibles, en esta
segunda década del recién comenzado tercer milenio, y de la partida inicial del
Siglo XXI.
Se trata de una crisis productiva, social, cultural, de
dependencia de un ingreso, de un provento que no se genera en el país, como
medio de producción no producido, mermado por la debacle de un sector que un
menos de un lustro, dejó de ser la fuente principal de una política clientelar
que toca fondo, en este último lustro, particularmente con el desgobierno que
se origina en abril del año 2013.
La camarilla en el poder, ha terminado por ¨prostituir¨ la
institucionalidad del país, sin auctoritas desde su inicio, que culminó con la
pérdida de legitimidad en diciembre del año 2015, con la derrota vergonzosa en
la Asamblea Nacional. Luego hemos visto y sufrido la interminable monserga de
una retórica vacua e insulsa, y de unos manipulados mecanismos sucesivos, que
concluyen el 20 de mayo del año 2018, en una incesante y pervertida generación
de acciones que lo que hacen es agravar la ingobernabilidad, y poner al
descubierto la crisis transicional del Estado rentista. Actúan como si
dirigiéndose a un precipicio, aceleran la marcha para caer en el vacío, con la
pretensión de seguir volando sin paracaídas, combinando un sadismo de una
supuesta élite de poder, con un masoquismo social descerebrado.
La solución a la crisis transicional del Estado rentista,
indudablemente no se resuelve en el corto plazo, requiere de una transformación
productiva, sociocultural, que supere la mentalidad rentista, de larga data
desde principios de la explotación incipiente de los hidrocarburos a finales
del Siglo XIX, consolidada luego a lo largo del Siglo XX.
Dura y larga historia que ha sustentado la vida y obra de
generaciones de venezolanos y de gobiernos de diferente orientación, hasta
llegar al actual, que se muestra como el peor clasificado, con holgura y
distancia de los otros, desde 1830 en adelante.
La salida al laberinto no es la que proponen los apologistas
del sistema del capital, en sus componentes neoliberales, o neoconservadores,
ni menos lo que tenemos con este desgobierno, como mezcla invertebrada de unos
y otros.
La superación del laberinto, y de la crisis transicional del
Estado rentista, pasa por la radicalización del movimiento popular, que haga
punto final a esta trágica experiencia surgida en abril del año 2013, y logre
constituir un bloque hegemónico similar al que hemos venido señalando, de manera
reiterada, donde confluyan los intereses de los sectores populares y los
pequeños y medianos productores del campo y la ciudad, destinado a una
transformación productiva que alcance una mayor democratización del poder
económico, a un cambio en el rol del Estado para lograr que el proceso
acumulativo se oriente a la satisfacción de las necesidades básicas de la
mayoría de la población, a la defensa de la soberanía, a la incorporación de
mecanismos de autogestión a nivel colectivo, a la utilización de una planificación
genuinamente democrática como mecanismo de regulación de las relaciones
productivas, y a la ubicación autónoma del país frente a la internalización del
sistema capitalista.
Amarga ironía la de un desgobierno como el actual, que
anuncia tras anuncio que va a resolver el problema económico, cuando una
solución inmediata requiere un hecho político que los involucra plenamente, el
¨irse a las duchas¨ y ponerse de lado inmediatamente, o es que acaso no está
clara su incapacidad e incompetencia para resolver el problema económico. Se
hace camino al andar, dijo el poeta…
Jorge Giordani