ETD / Milagros Socorro, periodista y
escritora venezolana, recibió el Premio Oxfam Novib / PEN en la noche de la
apertura del festival internacional de literatura Winternachten, en La Haya,
Holanda.
El galardón también se
le otorgó al periodista y bloguero
etíope Eskinder Nega, quien actualmente cumple en su país una larga condena a prisión, por lo que no
estuvo presente para recibir su premio.
Por considerarlo de interés para nuestros
lectores transcribimos a continuación el discurso de Socorro.
Soy escritora y vengo de Venezuela.
Mi apellido, el que me legó mi padre, es Socorro, que en
inglés significa Ayuda.
Mi país ha sido destruido por una dictadura que ha arrasado
con la economía, las instituciones y las libertades. En las calles de Venezuela
miles de personas hurgan en la basura para comer directamente de ella.
Pero yo no he venido a pedir ayuda para mí, ni para mi amado
y castigado país. Yo he venido a La Haya a darles ayuda a ustedes. He venido a
recordarles que las libertades no son islotes que flotan aislados unos de
otros, sino que todas están unidas entre sí y ancladas en el cuerpo de la
sociedad cuya sangre y vitalidad comparten. Sin libertades políticas no hay
libertades económicas. Sin libertad de empresa no hay medios de comunicación,
ni empleos para los periodistas, ni oferta plural para las audiencias. Y cuando
todas estas libertades han sido abolidas, no es posible que haya libertad de
expresión.
En Venezuela no hay libertades políticas, económicas, de
empresa ni de expresión. Y, sin embargo, los periodistas venezolanos seguimos
denunciando los atropellos y crímenes de la dictadura que ha secuestrado a
Venezuela ante la mirada de la comunidad internacional que no ha articulado
ninguna medida eficaz frente a la espantosa crisis humanitaria y los asesinatos
que sin pudor perpetra el régimen.
Los periodistas venezolanos acusamos a la tiranía y a sus
cómplices dentro y fuera de Venezuela, no porque las leyes y las destrozadas
instituciones nos garanticen ese derecho, sino porque crecimos y fuimos en la
democracia de Venezuela que durante cuatro décadas fue notable en América
Latina. Tenemos la libertad en el alma como un farol que en medio de la noche
guarda la llama y la proyecta.
Yo ejerzo la libertad de expresión que mi país no me
garantiza. De eso no hay duda. Porque fui formada en la casa de mis padres, en
la escuela y en la Universidad del Zulia en el compromiso con la justicia, con
la verdad y con la belleza. Nací en la democracia de Venezuela y a ella me debo
con todo mi corazón. No hay palabra, idea, determinación ni sueño que no hayan
sido puestos en mi mente y en mi alma por la tradición democrática de
Venezuela. No hay, pues, otro horizonte para mí.
He venido aquí a decirles que todo lo que damos por ganado
puede perderse en un minuto. He venido a recordarles que la libertad de cada
quien termina no donde empieza la del otro, como suele decirse, sino cuando es
amenazada la del otro. He venido a sugerirles que cuiden y valoren sus
democracias y sus libertades, porque los peligros que las acechan son reales y
voraces.
El premio Oxfam Novib/PEN para la libertad de expresión es un
inmenso honor, que agradezco en nombre del valiente e infatigable periodismo
venezolano. Recibo este premio en nombre de mi gremio, al que mucho me
enorgullezco de pertenecer. Y dono el dinero que lo acompaña a mi liceo, el
Colegio San Pablo, de los Hermanos Maristas, en Machiques, mi pueblo cercano a
la frontera con Colombia. Porque quiero contribuir a que los niños venezolanos
de hoy tengan la oportunidad de formarse también en la libertad y en el
compromiso con nuestro país.
Mil gracias.
La Haya, 18 de enero de 2018