El pasado domingo 17 de septiembre, de manera pública, se acusó a los
obispos venezolanos de “bandidos”. Concretamente se dijo: “con la bendición de
unos obispos bandidos que no protegen al pueblo, que no caminan como Cristo las
calles del pueblo, que no sufren, que no comparten la solidaridad con el
pueblo, sino que están en una conspiración permanente, y utilizan la sotana
para conspirar y dañar el país”. No es extraño el recibir ese tipo de
acusaciones que, además de ser ofensivas huelen a calumnia.
Hay varias cosas que aclarar: decir que los obispos no protegen al pueblo y
que no caminan como Cristo las calles del pueblo es demostrar una crasa
ignorancia acerca de su papel como ministros y pastores de la Iglesia pueblo de
Dios. No es extraño ver cómo los obispos, con sus presbiterios y cooperadores
laicos, no sólo están del lado del pueblo, sino que buscan protegerlos: las
acciones de Cáritas diocesanas, de pastoral social, de atención, de búsqueda de
recursos para alimentos y medicinas, amén de otras tantas cosas, hablan
precisamente de cómo no sólo estamos preocupados sino ayudando en la protección
del pueblo sin distinciones de clase ni de ideologías políticas. Por ejemplo,
es muy común que gente de todas partes de Venezuela (incluso funcionarios del
Gobierno y hasta militares) acudan a sacerdotes y obispos que estamos en
frontera para ver si les ayudamos a conseguir medicinas que no se consiguen en
el resto del país. Por otra parte, es común ver a los obispos por las calles y
carreteras, no paseando sino visitando las parroquias y comunidades, para
llevarles el servicio de la caridad y de la parroquia. Y con una
característica: van sin escolta o protección. Muy al contrario de gobernantes y
funcionarios quienes, hace mucho tiempo, no caminan por las calles y caminos
del país y, en el caso de hacerlo, llenos de guardias y escoltas temerosos de
no sé qué cosa…
Se nos acusa de conspirar, de no sufrir y de no compartir la solidaridad
con el pueblo. Posiblemente para ellos anunciar la verdad del evangelio y
denunciar lo que no es justo o de lo que se opone a los principios del
evangelio es conspirar. Pero lo interesante es ver cómo el mensaje pastoral de
los obispos es escuchado y cómo la gente va considerando que la Iglesia, con
sus obispos, sacerdotes, religiosas y laicos más comprometidos, es la única
institución que les brinda confianza.
Llama poderosamente la atención que se nos acuse de bandidos. ¿Qué
significa la palabra “bandido”? Lo mejor es acudir al Diccionario de la Real
Academia, para no equivocarnos al proponer una acepción o definición que pueda
ser errónea. Según el Diccionario, bandido es “un malhechor, delincuente”; “una
persona sin escrúpulos, que engaña o estafa”; persona que roba en los
despoblados, salteador de caminos”; “fugitivo de la justicia proclamado por
bando”. La verdad es que uno queda sorprendido al querer identificar a los
obispos como si fueran bandidos. Pero ninguno de nosotros es malhechor,
delincuente, ni salteador de caminos, tampoco fugitivo de la justicia…
Esto nos lleva a pensar lo fácil que es “calumniar”. Y, la calumnia no sólo
es un pecado, sino un delito que requiere reparación judicial y también el que
se pida disculpas públicamente. Puedo dar testimonio de que ningún obispo es un
delincuente; tampoco es malhechor. Es atrevido pensar que se puede emplear un
calificativo sencillamente para ofender a quienes pueden pensar de manera
diversa o porque en el cumplimiento del ministerio pastoral están cerca de la
gente. ¿Por qué se no nos tilda de bandidos si no somos estafadores, ni robamos
en despoblados o en los caminos como vulgares rateros?
¿Por qué no se acusa de bandidos a quiénes sí lo son? Aquellos que son
salteadores de caminos, como por ejemplo los que en las carreteras de Venezuela
“matraquean” de manera permanente; aquellos que se la pasan enriqueciéndose con
el contrabando y con la especulación; quienes engañan a la gente sin escrúpulos
y que los hay por montones en Venezuela… ¿acaso no son bandidos, según la
acepción presente en el Diccionario de la real Academia de la Lengua? ¿Acaso no
se podría pensar que son bandidos quienes han sido sancionados en otras partes,
al congelárseles sus millonarias cuentas bancarias? Podríamos también
aplicarles a quienes nos acusan de “bandidos” el refrán popular: “cada quien
juzga según su propia condición”.
Se nos acusa de tener al diablo debajo de la sotana; de no poseer nada
bueno en el cuerpo… No negamos que somos pecadores. Pero una afirmación como la
que se ha hecho, además de mostrar una crasa ignorancia, está reñida con la
vida cristiana de todo bautizado. No estamos exentos de la tentación; no
estamos libres de cometer pecados… pero asegurar que debajo de nuestra sotana
está el demonio es una vulgar manera de querer desprestigiarnos.
Se habla de una supuesta conspiración en la frontera. ¡Qué cosas! ¿Cuándo
ha habido preocupación por la frontera? Esta no es una línea imaginaria.
Siempre ha sido una cultura de encuentro e integración. Es verdad que hoy pasan
muchos venezolanos a buscar insumos alimenticios y medicinales en Colombia; es
cierto que muchos pasan para ir a otros lugares en búsqueda de una mejor
condición de vida… y ¿dónde están los organismos que deben proteger a los
venezolanos de tantos problemas que se han venido dando en el eje fronterizo, no
de ahora sino desde hace mucho tiempo? No es ningún secreto que haya en el eje
fronterizo la presencia de grupos irregulares que ejercen una nefasta
influencia en todas partes; no es ningún secreto que el eje fronterizo es
golpeado por el narcotráfico; tampoco lo es la triste realidad del tráfico de
personas, en especial niños y mujeres, de órganos; no es una realidad aceptable
ver cómo el contrabando y el ”matraqueo” están debilitando la economía de la
región… Eso es obra de bandidos: y ¿dónde se encuentra el estado, que debe ser
garante de la paz, de la sana convivencia, de la justicia y de la dignidad de
los seres humanos? Podemos hablar de muchas cosas más… pero hay oídos sordos
que aumentan su sordera al querer ofender y calumniar a quienes tienen el servicio
y la tarea de acompañar de verdad a un pueblo que se siente defraudado, burlado
y menospreciado
No negamos nuestros defectos; tampoco
queremos aparentar lo que no somos. Pero de lo que sí pueden estar seguros
todos, creyentes y no creyentes, oficialistas y opositores, es que los obispos
no somos unos bandidos. También pueden estar seguros que seguiremos caminando
por las calles y los caminos de nuestro pueblo para llevar la Palabra de Dios y
le fuerza de la caridad del Buen Pastor: lo haremos por sentirnos miembros de
ese pueblo que sufre y que sí es golpeado, burlado y vejado por tantos
salteadores de caminos (los delincuentes que roban y los que practican el vicio
pecaminoso del “matraqueo”). No rehuimos la crítica, pero sí rechazamos la ofensa
calumniosa. Nos confiamos a la fuerza del Espíritu para mostrarnos como
testigos del Señor quien nos ha pedido a todos los creyentes en Él que
edifiquemos el Reino de justicia, paz y amor.
+Mario Moronta R., Obispo de San Cristóbal.
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PD.:
ESTA ES LA INFORMACIÓN QUE CORRIÓ EL DOMINGO 17 DE SEPTIEMBRE, QUE MOTIVÓ
EL ARTÍCULO QUE LE ENVÍO.
17 Septiembre, 2017
ND / foto Twitter: @PresidencialVen / 17 sep 2017.- El presidente de la
República, Nicolás Maduro, fustigó este domingo a los obispos venezolanos, a
los cuales acusó de estar detrás de una conspiración contra el país.
Durante su programa Los domingos con Maduro, señaló que los violentos
actuaron en Venezuela “con la bendición de unos obispos bandidos que no
protegen al pueblo, que no caminan como Cristo las calles del pueblo, que no
sufren, que no comparten la solidaridad con el pueblo, sino que están en una
conspiración permanente, y utilizan su sotana para conspirar y dañar al país”.
“Nuestro pueblo sabe quiénes son esos obispos, nuestro pueblo sabe que con
su rezo, su oración se conectan con Dios directamente y le rinden pleitesías a
Jesucristo sin necesidad de intermediarios, porque para amar a Jesucristo no
hace falta intermediarios y menos si son unos diablos con sotana puesta”,
expresó.
Según Maduro, “les quitan la sotana y quedan desnudos, y no encuentras nada
bueno ahí en ese cuerpo, lo que encuentras es un diablo”.
“Este año ha sido la ofensiva más brutal, más violenta, más sangrienta, más
dolorosa que hayamos vivido, 120 días de violencia diaria en lugares
seleccionados con grupos preparados y con una mediática mundial calculada”,
comentó sobre los hechos registrados hace unos meses.
Indicó que “se pretendió crear un estado de preguerra civil para justificar
una intervención internacional, el plan era incendiar Venezuela, fracturar la
Fuerza Armada (…) contar por miles los muertos y como en Siria justificar que a
Venezuela vinieran los aviones imperialistas a bombardear, a matar y una
ocupación física, militar, territorial de Venezuela. Por la frontera con
Colombia se tenía preparado un plan y también por el Caribe, ese plan lo
neutralizamos, fracasaron en su plan de 120 días de violencia y de guarimba,
los derrotamos”