Tomado de Brecha / Montevideo
El país más pobre del mundo árabe sufre
una triple tragedia: la violencia de la guerra, la hambruna y el cólera. Una
crisis humanitaria denunciada como “gratuita” y deliberadamente provocada por
las fuerzas en pugna en una guerra que lleva más de dos años.
Hace poco más de dos años, con la intervención en Yemen de una coalición liderada por Arabia Saudita, se inició una guerra que ha generado en ese país la crisis humanitaria más grave del planeta. Es una crisis relativamente silenciosa, o silenciada por los inmensos flujos de twits y titulares sobre escándalos en la Casa Blanca o victorias contra el Estado Islámico. También es una crisis sin posibilidades de solucionarse en el corto plazo.
Hace poco más de dos años, con la intervención en Yemen de una coalición liderada por Arabia Saudita, se inició una guerra que ha generado en ese país la crisis humanitaria más grave del planeta. Es una crisis relativamente silenciosa, o silenciada por los inmensos flujos de twits y titulares sobre escándalos en la Casa Blanca o victorias contra el Estado Islámico. También es una crisis sin posibilidades de solucionarse en el corto plazo.
“Millones
de yemeníes enfrentan hoy una triple tragedia: el espectro de la hambruna, el
mayor brote de cólera en un año y las carencias y la injusticia derivadas de un
conflicto brutal que el mundo ha permitido que se prolongue y que es
completamente evitable. Esta tragedia humana es deliberada y gratuita, es
política y se puede detener con voluntad y coraje”, expresó el viernes 18
Stephen O’Brien, el coordinador de la Onu para Asuntos Humanitarios, durante
una sesión del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Miles
de personas han muerto –es difícil estimar una cifra, ya que varían enormemente
según las fuentes– y más de 3 millones se han visto obligadas a abandonar sus
hogares. El país está al borde de la hambruna. Más de 17 millones de yemeníes
–el 60 por ciento de la población del país– sufren inseguridad alimentaria y
desnutrición. Es decir que no saben si comerán mañana.
Hay
más de 3 millones de niños y mujeres embarazadas o lactantes que sufren
desnutrición aguda, casi 400 mil de ellos podrían morir de forma inminente.(1)
Casi 10 millones de niños, el 80 por ciento de la población infantil de Yemen
necesita ayuda humanitaria urgente.
Además,
el país sufre de un violento brote de cólera que ha causado más de 2 mil
muertes en los últimos meses. Se estima que el cólera afecta a unos 500 mil
yemeníes, la mitad de ellos niños, debilitados por la desnutrición. Más de dos
años de conflicto han destruido los servicios de salud, acceso al agua potable
o saneamiento, por lo que la expansión de la bacteria está sin control.
Un
reciente análisis de la Universidad Queen Mary de Londres devela que la mayoría
de las muertes por cólera se han producido en áreas controladas por los
rebeldes hutíes y que éstas se deben al bloqueo de alimentos y medicinas, y a
los continuos ataques a infraestructuras, escuelas y hospitales que realiza la
coalición liderada por Arabia Saudita. El artículo subraya la contradicción de
que Unicef agradezca a Arabia Saudita por la generosidad de donar 67 millones
de dólares para combatir la crisis de cólera, de la que es directamente
responsable. (2)
Stephen
O’Brien llamó a abrir todos los puertos marítimos, terrestres y aéreos al
tráfico de civiles y a permitir la entrada de ayuda humanitaria a Yemen, pero
su pedido ha sido ignorado. “Debemos recordar que la catástrofe de Yemen es
totalmente artificial. Es un resultado directo de las políticas, tácticas y acciones
deliberadas de las partes en el conflicto, y como tal, puede y debe ser
detenido”, insistió O’Brien.
Los
países de la coalición liderada por Arabia Saudita que llevan adelante la
guerra en Yemen aducen que los puertos y carreteras se utilizan para aprovisionamiento
de armas y refuerzos a los rebeldes hutíes, y mantienen un férreo bloqueo.
Orígenes
de la guerra
“Nuestros
países han decidido responder a la petición del presidente yemení, Abdo Rabu
Mansur Hadi, de proteger el Yemen y su pueblo del ataque de las milicias hutíes
que han sido y continúan siendo una herramienta en manos de una fuerza
extranjera”, decía el comunicado conjunto de los países que intervinieron en
Yemen en marzo de 2015: Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Bahréin
y Qatar (este último se retiró de la coalición en junio pasado). La potencia
extranjera que se alude no es otra que la República Islámica de Irán, cuyo
apoyo a las milicias rebeldes hutíes es denunciado por su rival Arabia Saudita.
También Egipto, Jordania y Marruecos se sumaron a la coalición liderada por
Arabia Saudita, que cuenta con el apoyo logístico de Estados Unidos y Gran
Bretaña, entre otros países.
En
2011, el año de las “revueltas árabes” –que se iniciaron en Túnez y Egipto y
luego se extendieron a Libia y Siria– hubo también en Yemen fuertes protestas
contra el presidente Ali Abdullah Saleh, quien presidía el país desde su
unificación en 1990. Cientos de personas murieron en la represión de las
manifestaciones que pedían el fin de la corrupción, la represión y la
destitución del presidente.
En
2012, tras un intento de asesinato que le abrasó la mitad del cuerpo, Saleh fue
destituido y asumió la presidencia el entonces vicepresidente, Abd Rabbuh
Mansur al Hadi. Entonces, se inició un período de transición de dos años, que
no colmó las expectativas de los ciudadanos.
En
2014 rebeldes hutíes convocaron a protestas masivas por el aumento del precio
del combustible, avanzaron hacia el sur y en setiembre de ese año tomaron la
capital del país, Saná.
En
febrero de 2015 las fuerzas hutíes, disolvieron el parlamento y el presidente
Hadi fue obligado a renunciar a su cargo. Hadi huyó a la ciudad de Adén y
revocó su renuncia a la Presidencia. Y fue en marzo de ese año que la coalición
liderada por Arabia Saudita intervino en el conflicto.
País
de Kalashnokovs
En
“el país en el que cada familia tiene un Kalashnikov todos son potenciales
combatientes”, comentó la periodista italiana Silvia Battaglia, asentada en
Saná, en una reunión organizada por el instituto de investigación Ispi sobre el
Yemen.
Yemen
fue hasta 1990 dos estados separados, la República Árabe de Yemen, antes
conocida como Yemen del Norte, y la República Democrática Popular de Yemen
(Yemen del Sur). Después de largas negociaciones, el 22 de mayo de 1990 se
celebró una frágil unificación bajo la presidencia de Saleh, quien era
presidente de Yemen del Norte desde 1978.
En
1994 estalló una guerra civil entre el norte y el sur, en la que el norte
consiguió imponerse. El espíritu separatista del sur siguió latente en un país
de estructura tribal dominado por clanes familiares, con diferentes etnias y
confesiones religiosas. Entre 1994 y 2010, el presidente Saleh enfrentó seis
guerras contra los hutíes.
La
primera desencadenada por el asesinato en 2004 del fundador del movimiento hutí
–del cual toma el nombre– Hussain Badr al Din al Huthi. En 2009 el conflicto
traspasó las fronteras con Arabia Saudita, que lanzó una serie de ataques a los
hutíes en la frontera. El conflicto se alargó durante meses y costó más de 100
muertos y 26 soldados capturados a los saudíes, que debieron negociar para
obtener la paz y recuperar los prisioneros.
Las
fuerzas en pugna
Pese
a la diversidad de intereses y la fragilidad de las alianzas hoy se identifican
dos bandos principales en el conflicto en Yemen. Por un lado los hutíes junto
al ex presidente Saleh, asentados desde el norte hasta la capital Saná. Después
de haberse enfrentado durante años, ambos se han unido y contarían con el apoyo
de Irán, aunque la república islámica no lo reconoce. Los hutíes son musulmanes
chiitas de la minoría zaydí, una rama del islam, seguida por una parte
importante de los habitantes del país. Los hutíes, formalmente Ansarolá,
–seguidores de Alá– forman un movimiento religioso y tienen una facción armada.
Por
otro lado está el presidente Mansur al-Hadi, apoyado por los aliados de la
coalición internacional con mayoría de países árabes sunitas. Éstos tienen su
base en la ciudad de Adén, que alberga el principal puerto del país. Cuentan
con el respaldo indispensable de Estados Unidos y Reino Unido en el
aprovisionamiento de armas e inteligencia, aunque también se ha denunciado la
presencia de tropas de estos países. Detrás del presidente Mansur al-Hadi,
Arabia Saudita pugna por mantener su poder sobre el país fronterizo, y mantener
a raya la posible influencia regional de su rival persa.
El
movimiento separatista del sur, es una fuerza que nuclea diversas facciones y
que opera de manera independiente en el país.
Por
otra parte, organizaciones radicales como Al Qaeda de la Península Arábiga,
Ansar al Sharia, y grupos afiliados a la organización Estado Islámico se han
afianzado en Yemen. Con la excusa de combatir el terrorismo, Estados Unidos ha
realizado innumerables bombardeos con drones, muchos de los cuales han causado
muertes de civiles, generando aun más odio y frustración en la población ya
abandonada a su suerte.
Posibles
crímenes de guerra
Según
denuncia la organización Human Rights Watch todos los bandos dentro del
conflicto han violado el derecho internacional humanitario y posiblemente han
cometido crímenes de guerra.
Los
hutíes han sido acusados de disparar morteros y artillería contra zonas
civiles, de detenciones arbitrarias y desapariciones forzadas, mientras la
coalición saudí ha sido acusada de bombardear deliberadamente infraestructura,
incluyendo hospitales, escuelas, puentes y carreteras, tierras cultivadas,
puertos y zonas densamente pobladas por civiles. Estas acciones están prohibidas
por las convenciones internacionales y constituyen crímenes de guerra.
La
coalición liderada por Arabia Saudita fue acusada en el año 2016 por Naciones
Unidas de haber causado la muerte de al menos 510 niños y el país fue incluido
en la llamada “lista negra” de la Onu de países responsables de ataques a
niños. La respuesta de Riad fue amenazar a la Onu con cortar los fondos a
diversos programas de asistencia humanitaria, por lo que finalmente su nombre
fue retirado: “Tuve que considerar la perspectiva muy real de que millones de
otros niños sufrirían gravemente si, como me fue sugerido, los países cortaban
fondos de muchos programas de la Onu”, admitió el entonces Secretario General
de las Naciones Unidas, Ban ki Moon.
En
agosto de 2016 Médicos Sin Fronteras denunció que las bombas de la coalición
cayeron sobre el hospital de Abs, en la gobernación de Hajjah, causando 19
muertos y 24 heridos. Pese a que sus coordenadas habían sido comunicadas en
reiteradas ocasiones, en menos de un año se produjeron cuatro ataques contra
centros apoyados por Médicos Sin Fronteras.
Amnistía
Internacional ha documentado el uso por parte de la coalición de municiones de
racimo, armas cuyo uso está prohibido por el derecho internacional. Al ser
lanzadas, estas armas liberan decenas de “pequeñas bombas” que explotan
causando un daño enorme, más aún cuando explotan mucho después del ataque. Se
ha documentado el uso de al menos cuatro tipos de municiones de racimo en
Yemen, incluidos modelos fabricados en Estados Unidos, Reino Unido y Brasil.
SIN
SALIDA. La falta de un gobierno central y la confusión de la guerra han
transformado a Yemen en un punto atractivo para las mafias de traficantes, y el
país ha sido zona de tránsito para los migrantes que provienen de África con
destino a las monarquías del golfo. Más de 100 mil migrantes llegaron a las
costas de Yemen el año pasado, y unos 55 mil en el 2017. Miles de ellos se
quedan atrapados por la guerra y no llegan jamás a su destino. Otros cuantos
mueren en el intento.
Durante
los primeros días de agosto la Organización Internacional para las Migraciones
(Oim) denunció que decenas de personas que viajaban rumbo a Yemen fueron
obligadas a saltar al mar a punta de pistola por traficantes en el Golfo de
Adén (que separa la Península Arábiga y el Cuerno de África). Algunos
consiguieron llegar a la costa de Shabwa, en Yemen, donde fueron atendidos por
la Oim. Allí se encontraron 29 tumbas cavadas en la arena por los propios
sobrevivientes. Los traficantes escaparon de regreso a África, a seguir con su
negocio, el mismo modus operandi se repite cada vez que los traficantes avistan
una patrulla marítima, causando la muerte de decenas de víctimas.
Pese
a su extrema pobreza, Yemen alberga más de 300 mil refugiados. En los últimos
meses unos 30 mil refugiados somalíes han regresado a su país de origen, pese
al enorme riesgo que eso significa, debido a la situación insostenible en
Yemen.
Notas
1)
Datos de Unicef.
2) J Kennedy et al. “The Political
Determinants of the Cholera Outbreak in Yemen”, The Lancet, 18-VIII-17.