TOMADO DE DIGALO AHÍ DIGITAL
Aunque nunca está demás enfatizar su
utilidad y sus distintos aportes al conocimiento y bienestar de la vida misma,
en este momento preocupa el peligro ya no solo inminente, sino en algunos casos
convertidos en comprobable realidad, que enfrentan las colecciones científicas
venezolanas ante la falta de recursos para su mantenimiento, sin mencionar la
imposibilidad de crecer.
Muchos ignoran que el
conocimiento sobre la naturaleza y la evolución de sus componentes se ha
derivado de una labor usualmente callada realizada por equipos de investigación
que recorriendo mundo y colectando muestras, las depositan en las llamadas colecciones
científicas institucionales, conservadas o vivas, que pasan a ser conocidas
como museos, zoológicos o jardines botánicos en el momento que las mismas son
dotadas de espacios y recursos para ser mostradas, de manera parcial, a un
público interesado pero no especializado, mediante las llamadas exposiciones.
Más allá de la
“simple” curiosidad, estas colecciones guardan evidencias de animales, plantas,
suelos, rocas y minerales que han permitido y de seguro permitirán entender
como hemos llegado a lo que somos, lo que hemos perdido en el camino, con que
fines, si alguno, han sido utilizadas y por supuesto, extraer información de
utilidad para las ciencias que sin ninguna duda se transforman en beneficios
para la humanidad o su entorno.
Lo mantenido en colecciones
permite nombrarlas en base a sus diferencias y da evidencias de cuáles han sido
los cambios que en el tiempo han experimentado los diferentes ambientes que
caracterizan la tierra, permite vislumbrar las transformaciones que están
ocurriendo ante que las mismas sean del todo evidentes y orienta hacia la
implementación de medidas de prevención e inclusive aplicar aquellas que
pudiesen tener un carácter remedial
Es conveniente
enfatizar que las colecciones no son meros depósitos locales de materiales biológicos,
vivos o muertos; su ingreso a las mismas implica un registro que
convenientemente catalogado y digitalizado pone al alcance del mundo una
información que de otra manera sería muy difícil y en algunos casos imposible
de obtener y cuyo valor es apreciable por tipos diferentes de usuarios.
Adicionalmente al
indiscutible valor científico y educacional, cuando las colecciones se muestran
en exposiciones o exhibiciones adquieren una dimensión económica al representar
atractivos turísticos que al generar visitantes, impulsan la creación de
empleos de diferente índole en áreas muy diversas.
Aunque nunca está
demás enfatizar su utilidad y sus distintos aportes al conocimiento y bienestar
de la vida misma, en este momento preocupa el peligro ya no solo inminente,
sino en algunos casos convertidos en comprobable realidad, que enfrentan las
colecciones científicas venezolanas ante la falta de recursos para su
mantenimiento, sin mencionar la imposibilidad de crecer.
Las organizaciones
venezolanas que las albergan, en su mayoría universitarias, sin olvidar las que
existen en dependencias del gobierno y unas muy pocas sostenidas gracias a
aportes privados, carecen de recursos económicos para su mantenimiento y como
si eso no fuese suficiente, han estado sometidas a actos de vandalismo
reiterado que las privan de equipos y servicios indispensables para su
funcionamiento.
El gobierno nacional
actual definitivamente no las ha considerado prioritarias; cuándo hubo
recursos, los mismos nunca llegaron a este componente de la vida científica y
hoy, una vez despilfarrados, lo que queda se utiliza para el equipamiento de la
represión de la mayoría de la población que aspira un cambio en democracia.
Cuando este largo
período oscuro termine, que de seguro lo hará pronto, una de las prioridades
tiene que ser la recuperación y mantenimiento de las colecciones científicas,
no solo por el convencimiento racional de su importancia, sino porque de hecho
están siendo destruidas por indolencia de los llamados a financiarlas, sin reconocer
la ardua labor que realiza el personal que trabaja en ellas que, en casos que
nos constan, han dirigido inclusive los equipos de acondicionamiento ambiental
hacia los espacios en los que mantienen especímenes y muestras, priorizando su
conservación sobre el confort propio, sin olvidar que lo hacen con salarios que
no guardan ninguna relación con el grado de formación y de dedicación
especializada que se exige a quienes lo realizan.
Por si fueran pocas
las que tenemos, he aquí otra razón para querer un cambio de gobierno que
permita un país que valore lo realmente importante. La civilidad tiene que
volver a ser lo fundamental de nuestras vidas y lejos de desfiles que realzan la capacidad para
matar, lo que necesitamos es el trabajo constante a favor de la vida.