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14 agosto, 2017

La situación de las colecciones científicas de historia natural en Venezuela

TOMADO DE DIGALO AHÍ DIGITAL
Aunque nunca está demás enfatizar su utilidad y sus distintos aportes al conocimiento y bienestar de la vida misma, en este momento preocupa el peligro ya no solo inminente, sino en algunos casos convertidos en comprobable realidad, que enfrentan las colecciones científicas venezolanas ante la falta de recursos para su mantenimiento, sin mencionar la imposibilidad de crecer.
Muchos ignoran que el conocimiento sobre la naturaleza y la evolución de sus componentes se ha derivado de una labor usualmente callada realizada por equipos de investigación que recorriendo mundo y colectando muestras, las depositan en las llamadas colecciones científicas institucionales, conservadas o vivas, que pasan a ser conocidas como museos, zoológicos o jardines botánicos en el momento que las mismas son dotadas de espacios y recursos para ser mostradas, de manera parcial, a un público interesado pero no especializado, mediante las llamadas exposiciones.
Más allá de la “simple” curiosidad, estas colecciones guardan evidencias de animales, plantas, suelos, rocas y minerales que han permitido y de seguro permitirán entender como hemos llegado a lo que somos, lo que hemos perdido en el camino, con que fines, si alguno, han sido utilizadas y por supuesto, extraer información de utilidad para las ciencias que sin ninguna duda se transforman en beneficios para la humanidad o su entorno.

Lo mantenido en colecciones permite nombrarlas en base a sus diferencias y da evidencias de cuáles han sido los cambios que en el tiempo han experimentado los diferentes ambientes que caracterizan la tierra, permite vislumbrar las transformaciones que están ocurriendo ante que las mismas sean del todo evidentes y orienta hacia la implementación de medidas de prevención e inclusive aplicar aquellas que pudiesen tener un carácter remedial
Es conveniente enfatizar que las colecciones no son meros depósitos locales de materiales biológicos, vivos o muertos; su ingreso a las mismas implica un registro que convenientemente catalogado y digitalizado pone al alcance del mundo una información que de otra manera sería muy difícil y en algunos casos imposible de obtener y cuyo valor es apreciable por tipos diferentes de usuarios.
Adicionalmente al indiscutible valor científico y educacional, cuando las colecciones se muestran en exposiciones o exhibiciones adquieren una dimensión económica al representar atractivos turísticos que al generar visitantes, impulsan la creación de empleos de diferente índole en áreas muy diversas. 
Aunque nunca está demás enfatizar su utilidad y sus distintos aportes al conocimiento y bienestar de la vida misma, en este momento preocupa el peligro ya no solo inminente, sino en algunos casos convertidos en comprobable realidad, que enfrentan las colecciones científicas venezolanas ante la falta de recursos para su mantenimiento, sin mencionar la imposibilidad de crecer.
Las organizaciones venezolanas que las albergan, en su mayoría universitarias, sin olvidar las que existen en dependencias del gobierno y unas muy pocas sostenidas gracias a aportes privados, carecen de recursos económicos para su mantenimiento y como si eso no fuese suficiente, han estado sometidas a actos de vandalismo reiterado que las privan de equipos y servicios indispensables para su funcionamiento.
El gobierno nacional actual definitivamente no las ha considerado prioritarias; cuándo hubo recursos, los mismos nunca llegaron a este componente de la vida científica y hoy, una vez despilfarrados, lo que queda se utiliza para el equipamiento de la represión de la mayoría de la población que aspira un cambio en democracia.
Cuando este largo período oscuro termine, que de seguro lo hará pronto, una de las prioridades tiene que ser la recuperación y mantenimiento de las colecciones científicas, no solo por el convencimiento racional de su importancia, sino porque de hecho están siendo destruidas por indolencia de los llamados a financiarlas, sin reconocer la ardua labor que realiza el personal que trabaja en ellas que, en casos que nos constan, han dirigido inclusive los equipos de acondicionamiento ambiental hacia los espacios en los que mantienen especímenes y muestras, priorizando su conservación sobre el confort propio, sin olvidar que lo hacen con salarios que no guardan ninguna relación con el grado de formación y de dedicación especializada que se exige a quienes lo realizan.

Por si fueran pocas las que tenemos, he aquí otra razón para querer un cambio de gobierno que permita un país que valore lo realmente importante. La civilidad tiene que volver a ser lo fundamental de nuestras vidas y lejos de desfiles que realzan la capacidad para matar, lo que necesitamos es el trabajo constante a favor de la vida.