Hoy día
está muy de moda hablar sobre el fracaso que representan las izquierdas en la
política, sobre todo con el actual giro a la derecha que vive la política
latinoamericana en general y la crisis ideológica existente en Europa.
Sin
embargo como la mayoría de los asuntos políticos nada es lo que parece y no
puede ser escrutable y señalado con ligereza y superficialidad. Me refiero a
esa llamada derrota general e histórica de las izquierdas en el mundo, sobre
todo en Latinoamérica.
Nuestramérica
es un caso muy emblemático, sabiéndose muy convulsionada durante todo el siglo
XX por las luchas políticas entre izquierdas y derechas, la llegada al poder de
los populismos y reformismos, el Plan Cóndor y el Consenso de Washington. Se
dice que las izquierdas (y hablo en plural para referirme a todo el conjunto de
movimientos y partidos considerados y auto-proclamados de izquierda) apenas han
logrado la victoria en el principio del siglo XXI. Y ahora tras la movida del
péndulo político se habla del fracaso de las izquierdas al poder.
¿Pero
realmente las izquierdas han fracasado en América, o es un cliché superficial
usado por los detractores de la misma a modo de propaganda?
En mi
concepción plural sobre las izquierdas, a las cuales englobo a todos aquellos
que consideran que la desigualdad es un fenómeno social y no es natural, por lo
tanto puede y debe ser remediada, los reformistas son de izquierdas y los
socialdemócratas igual, de hecho son conocidos como centro-izquierda. Pero a
estos gobiernos suelen achacársele grandes fracasos de igual modo, sobre todo
para justificar el Plan Cóndor y la implantación del Consenso de Washington.
Ahora si
retrocedemos en los hechos, a principios del siglo XX y en algunos países
finales del siglo XIX, la idea de la democracia era muy escuálida, un anhelo y
añoranza que faltaba por conquistar. Sus máximos defensores en la época ni
siquiera tenían el mismo concepto de ella que manejamos hoy día.
Fue
gracias a la lucha de las izquierdas encarnadas en los movimientos reformistas,
los revolucionarios (luego convertidos en reformistas), radicales, comunistas y
socialdemócratas, que la democracia fue conquistada. Las derechas siempre
sintieron recelo de la democracia, abanderados del positivismo, consideraban al
pueblo latinoamericano inepto para darse gobierno, incapaz de comprender dicha
idea. Un ejemplo magnifico son dos recuerdos de Arturo Uslar Pietri uno de 1946
durante el trienio adeco cuando expreso el no entender como un pueblo de
analfabetas estaba capacitado para elegir presidente, y otro en 1963 cuando
perdió la elección presidencial, alegando que no comprendía como 400 mil votos
de las personas más inteligentes del país eran menos valiosos que 800 mil votos
de los poco educados e iletrados.
Las
derechas profundamente elitistas y antidemocráticas, acusaban de anárquicas las
prácticas democráticas, alegando que solo traerían sufrimiento y desorden al
país. Los militares que por su formación y estructura mental son
incapaces de entender la disertación y el antagonismo, siempre han visto la
democracia como enemiga del orden y tranquilidad nacional.
Por esos
motivos siempre fueron acérrimos enemigos de esta. Cabe recordar que los
luchadores por la democracia continuamente eran acusados de comunistas o
anarquistas, así se tildaba a la UCR a principios del siglo XX, o los
militantes del APRA quienes para las derechas eran la expresión extrema del
comunismo. En Venezuela el término adeco proviene de la designación utilizada
por las derechas gomecistas contra los militantes de AD acusados de
comunismo llamándolos ad-comunista.
Gracias a
los reformistas, hombres como Hipólito Yrigoyen, José Batlle y Ordoñez, Rómulo
Betancourt, para nombrar unos, se lograron grandes avances que cambiaron
definitivamente el rumbo de la política continental y se alcanzaron derechos
que parecían inconquistables. Sin embargo las derechas reaccionaron, en la
mayoría de los casos los golpes de estado truncaron el devenir democrático, en
otros frenaron los avances, provocando gran estancamiento.
Sin
embargo ya a finales del siglo XX se hablaba de las nuevas derechas, fenómeno
muy popular en los años 80’s cuando estas, conocidas por su desprecio a la
democracia, ahora aparecen enarbolando banderas de la democracia social y el
liberalismo cultural. Las izquierdas y sus discursos que han calado en el
sentimiento popular, han demostrado que si es posible tener democracia y que
esta se puede profundizar con el pasar del tiempo, han obligado a las derechas
a reinventarse.
Las
derechas actuales se denominan garantes de la lucha por la democracia, derechos
civiles, compiten incluso con los gobiernos progresistas por mayor inclusión,
claro ejemplo del discurso de las oposiciones de derechas en Venezuela, Bolivia
y Ecuador.
En este
fenómeno fundamenta la aseveración de que la izquierda no ha fracasado, más
allá de su gestión de gobierno, de la división profunda que pueda existir entre
la centro –izquierda, los progresistas más avanzados y la izquierda radical; en
su conjunto han forzado a las derechas a reconocer los derechos democráticos de
los pueblos.
Este
pensamiento democrático de las derechas puede que no sea 100% sincero,
demostrado por elementos como el intervencionismo, entrega de concesiones y
privanza de los intereses de capitales extranjeros sobre los nacionales. Sin
embargo los valores fundamentales de la democracia se han arraigado en el
pueblo latinoamericano y ellos lo reconocen.
Es
impensable hoy en día escuchar a un político cualquiera que sea su filiación
ideológica criticar los principios democráticos, siempre se busca de formas
incluso burdas el demostrar una aparente fachada democrática cuando esta se ve
debilita.
Existen
conquistas y reivindicaciones que difícilmente podamos perder como sociedades,
conquistas logradas al calor de luchas sociales y políticas, de padecimiento
bajo dictaduras militares y civiles, confrontaciones ideológicas. Conquistas
que no se desvanecen, conquistas impulsadas, propuestas, instauradas por las
izquierdas.
Ese es el legado de las izquierdas para
Nuestramérica, a partir de allí debemos reelaborar nuevas metas, nuevas luchas,
profundizar la democracia es la meta, más y mejor democracia es nuestra bandera
y por la cual debemos llevar la lucha, renovándonos y refrescándonos,
acompañando el pueblo para conseguir sus anhelos más profundos de libertad,
igualdad y justicia.
Erick Camargo
Erick Camargo
Dirigente de Alternativa 1