El
Fuhrer consumía cocaína, así como muchos otros de la Alemania de esa época.
Por
Después de tanto tiempo, aún es difícil
poder entender el nazismo en su verdadero alcance, superando registros,
imágenes, literatura y hasta dramaturgia en torno a la Segunda Guerra Mundial y
el Holocausto.
Conocer completamente a Hitler es una
tarea imposible: el macabro protagonista
de la historia de esa época aún guarda secretos.
Los nazis intentaron conquistar al mundo
y estuvieron obsesionados por desvelar los secretos de las fuerzas
sobrenaturales y el poder heroico de los antepasados. Hitler era bastante
ambiguo. Odiaba el tabaco, pero practicaba el consumo de otras
sustancias.
Una de las principales causas de las
barbaries causadas por los nazis en nombre del fascismo era producto del uso de
drogas. Puede decirse que el fanatismo fue una droga importante, pero no la única.
Un producto farmacéutico
Retrocediendo en el tiempo, durante la
tercera década de ese siglo se puede recordar a Hitler y a sus secuaces tratando de acabar con buena parte
del mundo. Sin embargo, yendo un poco más atrás, hay un factor que
probablemente influyó en su comportamiento y que debe ser considerado: la
cocaína. El Fuhrer consumía cocaína, así como muchos otros de la
Alemania de esa época.
Según cuenta el libro “High Hitler: las
drogas en el III Reich” del historiador Normal Ohler, la compañía
farmacéutica Merck patentó y sintetizó la cocaína hacia el año 1862. Dicha
compañía compraba casi la totalidad de las hojas de coca producidas en el Perú,
razón por la cual muchos lo utilizaron como medicamento de uso común,
normalmente como anestésico gracias a su capacidad de entumecer el cuerpo.
A principios del siglo pasado, se demostraron sus
propiedades adictivas. Sus consumidores, al notar el efecto estimulante que
producía inhalarla, empezaron a abusar de la sustancia, hasta el punto de
producir grandes daños en sus vías respiratorias, lo que hacía casi masiva la
presencia de estos adictos en hospitales.
En el año 1914, Estados Unidos prohibió
el consumo de cocaína, mientras que en Japón y Alemania se mantenía su venta
como producto farmacéutico. Tan de moda estaba la sustancia que grandes
pensadores como Freud eran adictos a ella. Éste inclusive recomendaba a sus
pacientes su consumo.
Las drogas estaban al mando
En la Segunda Guerra Mundial, los nazis
reconocieron el potencial de la cocaína. Tanto los soldados como el alto mando
militar y político hacían uso indiscriminado de la sustancia, dándole un valor
importante en el campo de batalla.
Las tropas podían rendir el doble
gracias a su consumo. También se creía que era la droga ideal para los
tripulantes de los submarinos, para lo cual se desarrolló un chicle con
una dosis tal de cocaína que podía mantener a los tripulantes despiertos y
alertas.
Pronto apareció el Pervitin y todo
cambió. Debido a que los opiáceos, la cocaína y la morfina eran tan adictivos
que las compañías farmacéuticas decidieron buscar otras alternativas.
La empresa Temmler fabricó y comercializó unas
pastillas en 1938 que ayudaban a combatir el cansancio y el estrés. Comparado
en su momento con dos tazas de café, el Pervitin no era considerado adictivo.
Este producto aumentaba la adrenalina y la autoconfianza mientras
que disminuía el cansancio, el sueño, el dolor y el hambre.
Otto Rake, médico del Reich, fue el que
incentivó su consumo entre las tropas alemanas. En la invasión de Polonia, se
pudo comprobar que el uso del Pervitin debía ser parte de la estrategia militar
a usar, todo esto debido a que los soldados alemanes tomaron Polonia
bajo sus efectos.
Dado que el Pervitin es considerado
una metanfetamina, los alemanes tuvieron mayor rendimiento durante
la guerra. Se decía que su fuerza y valentía los hacían unos superdotados.
Adictos para toda la vida
Cuando en 1945 cae Alemania y se pone
fin a la Segunda Guerra Mundial, Hitler se suicida en su escondite y el régimen
terrorífico que protagonizó finalmente desapareció. Aunque la guerra había
terminado, aún los soldados que sobrevivieron seguían consumiendo el
Pervitin. Solo necesitaban una receta médica o buscar en el mercado negro
para obtenerla.
Tiempo después se utilizó médicamente
como antidepresivo y como supresor del apetito. También fue muy popular entre
los estudiantes que querían mejorar sus tiempos de estudios sin
fatigarse y, con esto, aumentar su nivel académico. Pero no es sino hasta la
década de los 70, que se prohibió su producción y venta y, por consiguiente, se
consideró ilegal.
Las drogas no son unas recién llegadas.
Desde que los humanos entendieron su poder para expandir la mente, quisieron
superarlo. Esto es lo que ha dado lugar al actual estado del narcotráfico mundial. Increíblemente, hoy en día la meca de la cocaína es
la ciudad menos pensada: Londres.