Tomado de Su Noticiero.
La protagonista de la historia detalló los tres días
-que le parecieron “tres meses”- de interrogatorios en una villa remota iraní.
Allí, permaneció sentada escuchando a varios clérigos recitar citas del Corán
“mientras las quemaduras infectadas de los brazos le pinchaban como agujas”.
Esos tres días llegaron después de la tortura. Era un
“curso de reorientación” que pronto descubrió que no era sino un eufemismo para
los interrogatorios. Según ella, consistía en “recibir instrucción religiosa y
en repetidos intentos de obligarla a admitir que era gay”.
Antes del curso, sufrió lo peor: “Me torturaron
vertiendo agua hirviendo sobre mi piel y golpeándome, sobre todo en la cabeza.
Pero más que torturas físicas, sufrí sobre todo abusos verbales”, afirma. “No
paraban de decirme que era una lamevaginas”.
El código penal iraní prohíbe la homosexualidad. Las
penas incluyen la de muerte para los hombres que mantienen relaciones con
personas de su mismo sexo y flagelaciones para las mujeres.
El castigo por mosaheqeh (o frotamiento de los
genitales femeninos entre mujeres) es de 100 latigazos. Y las mujeres también
pueden ser flageladas simplemente por besar a otra mujer. Es un artículo muy
vago que básicamente permite a los oficiales de la ley perseguir a las mujeres
que se perciben externamente como homosexuales. Incluso si visten de un modo
que podría insinuar que eres lesbiana puedes recibir un castigo.
Azadeh no ve ninguna contradicción entre sus creencias
religiosas y su orientación sexual. Su propia boda (no oficial, a nivel legal)
con otra mujer siguió los rituales matrimoniales musulmanes y considera que su
compañera es su esposa según las reglas religiosas. “Antes me esforzaba
muchísimo por interpretar el Corán de un modo que fuera más compatible con mi
situación como lesbiana”, indica. “Creo que necesitamos una nueva fatwa para
esta cuestión”.
Para Irán, de hecho, los homosexuales no existen. Ya
es célebre el discurso del entonces presidente Mahmoud Ahmadinejad, en la
Universidad de Columbia en 2007, “En Irán no tenemos homosexuales como en su
país. En Irán no existe ese fenómeno”.
Sí existen y las mujeres sufren una doble
discriminación: en primer lugar como mujeres y después como homosexuales. Esto
es debido a que los derechos de las mujeres en Irán ya están gravemente
restringidos: los padres, hermanos y maridos pueden ejercer un control
inapelable sobre sus hijas, hermanas y esposas. Y en el terreno legal, como en
el caso de las disputas por herencias, el testimonio de las mujeres a menudo
vale solo la mitad que el de los hombres, recuerda Vice.
“La
historia que no se cuenta es realmente la de la presión social, la violencia
doméstica que sufren estas mujeres”
Kevin Schumacher, experto en Oriente Medio que trabaja
en la organización OutRight Action International, afirmó hay miles de personas
en Irán que se identifican como LGBTQ, aunque muchos de ellos no necesariamente
conocen el nombre o el término que define su sentimiento. La población de Irán
es de 77 millones; sin embargo, según él, hay una ausencia total de educación
en torno a la cuestión LGBTQ.
Schumacher ha pasado los últimos cinco años
encabezando un informe para OutRight International sobre los problemas que
representa ser lesbiana en Irán. Él y su equipo entrevistaron a 41 lesbianas
iraníes dentro y fuera del país, tanto online como en persona. El informe
resultante, titulado Ser lesbiana en Irán, se concentra específicamente en la
experiencia de las lesbianas en Irán y es el primer estudio en hacerlo.
“Las lesbianas no tienen visibilidad”, explica
Schumacher. “Te hace preguntarte qué se siente al ser una mujer [en Irán] que
quiere estar con otra mujer. Desde una edad muy temprana ves cómo estas chicas
sufren bullying en el colegio, cómo reciben el acoso de sus compañeros de clase
y sus profesores. La historia que no se cuenta es realmente la de la presión
social, la violencia doméstica que sufren estas mujeres”.