Por Rafael Curvelo / Dirigente de Alternativa 1
Llevamos dos semanas
del año 2017 y pareciera que hubiéramos vivido la mitad del año ante las
acciones que se han desarrollado en los últimos días, muchas de ellas de orden
político: cambio del gabinete ejecutivo, instalación del nuevo año de la
Asamblea Nacional, declaratoria del Abandono de Cargo para el Presidente, entre
otras. Los hechos políticos dejan a un lado la situación social, que es grave y
se agudiza con el pasar de los días, producto de la elevadísima inflación que
afecta el poder adquisitivo de la ciudadanía.
En los últimos 18
años el discurso político se ha tragado el discurso social de la temática
nacional, en un primer momento fue la conformación de una constituyente para
reformular el Estado, luego ha sido la forma de cómo sacar al gobierno, por un
lado, o cómo mantenerse por el otro, ya sea por el orden legal o a veces al
margen de la ley. En todas estas acciones lo político es lo fundamental, sin
mayor contenido social, dejando a un lado los temas importantes que a la larga
afectan a todos, sin distinguir diferencias políticas, económicas, religiosas y
culturales.
Desde la victoria
electoral de Nicolás Maduro en el 2013, las luchas sociales han sido
disminuidas a través de los medios; aunque la lista de protestas sociales ha
ido en aumento, no se ven resultados que apunten a una transformación profunda
de la conducta gubernamental, esto se debe a que las protestas, muchas de ellas
pequeñas, buscan la solución inmediata a problemas básicos: servicios públicos,
inseguridad, falta de atención estadal, etc, mas no el abordaje de la raíz de
dichas situaciones
Además, dichas
protestas son invisibilizadas porque no son organizadas bajo la consigna de
cambiar al gobierno; buscan que se mejore la calidad de vida, el tema
gubernamental pasa a segundo plano, porque desde las comunidades hay una clara
conciencia que un cambio de gobierno no lleva a transformaciones sociales
profundas en el corto plazo.
El 2017 se nos
presenta como un año muy complejo; el gobierno juega con el hambre del
ciudadano a través de los CLAP, la inflación pulveriza nuestro salario, el
malandraje domina las calles y mientras tanto, gobierno y oposición pelean por el
poder, sin la menor intención de ayudar a los más afectados de la crisis. La
lucha social debe ser el centro, la sustancia de la misma nos ayudará para
alcanzar un objetivo mayor como lo es el cambio del Gobierno.
No se puede dilapidar
la gran oportunidad que se perdió en el 2016, después del triunfo electoral de
diciembre del 2015, la Unidad Democrática en vez de enfocar esfuerzos en la
lucha social, se dejó llevar por la borrachera electoral y enfiló sus esfuerzos
a salir del gobierno de Nicolás Maduro sin analizar otros escenarios, más allá
de un revocatorio. No se debe cometer errores en esta etapa complicada de
nuestra historia, necesitamos ir con paso firme en una lucha más cercana con el
ciudadano, evidenciando que la crisis nos afecta a todos.