Opinión
Por José Ignacio Guédez
Twitter: @chatoguedez
El
gran problema del marxismo es que en la práctica termina destruyendo el
trabajo en nombre de los trabajadores. La utópica dictadura del
proletariado no pasa de ser una tiranía en la que la masa trabajadora
depende exclusivamente de la benevolencia del Estado y pierde su
capacidad de prosperar por sus propios medios convirtiéndose en esclavo
de la clase política dominante. Por eso no es de extrañar que
actualmente en Venezuela el pueblo tenga que esperar que un partido
político le lleve a su casa la ración de comida que toque por decreto,
al tiempo que se prohíbe trabajar los viernes.
Maduro
destruyó el trabajo como concepto, acabó con el salario como sustento y
pulverizó las prestaciones como ahorro. Luego de “aumentar” un 20% el
salario mínimo en febrero, Maduro devaluó el bolívar llevando en apenas
un mes el dólar oficial de doscientos a más de trescientos bolívares, lo
que representa un 50% de pérdida directa del poder adquisitivo del
salario. El supuesto aumento fue una estafa. Además, por primera vez el
salario es menor al bono de alimentación, lo que significa que más de la
mitad del ingreso de los trabajadores no genera antigüedad. Otra estafa
más, la eliminación fáctica de las prestaciones sociales. Lo cierto es
que actualmente el salario mínimo es menor a 40 dólares mensuales (en
Argentina es 670 dólares, por ejemplo) según la tasa oficial controlada
por el propio Gobierno llamada Simadi. No nos estamos refiriendo a
“Dólar Today” sino a Maduro Today que ha llevado en tres años el dólar
oficial de Bs. 6,30 a Bs. 306,00 lo que representa un 500% de
devaluación, la más grande y descomunal de nuestra historia. Esa es la
inflación inducida de la que habla Aristóbulo.
Pero
no conforme con empobrecer como nunca antes a la clase trabajadora del
país, Maduro ha criminalizado el trabajo convirtiéndolo en el
despilfarro causante de la crisis eléctrica, prohibiendo trabajar en
Semana Santa y todos los viernes con la excusa del ahorro energético.
Pero detrás de esta medida está el objetivo de seguir destruyendo el
trabajo como herramienta para el progreso familiar y de consolidar un
esquema de dependencia entre la masa y la cúpula gobernante. Maduro sabe
que ya nadie vive de su sueldo, ese objetivo ya lo logró, y en vez de
restituir el valor del ingreso laboral prefiere dar días libres para el
rebusque, convirtiéndonos a todos en bachaqueros en alguna medida. Lo
triste es que ciertamente en Venezuela sale más rentable dejar de
trabajar que trabajar. Se gana más en los subsidios de las colas que en
cualquier jornada laboral, lo cual cierra el círculo vicioso entre la
falta de producción, la escasez y la inflación. Mientras pasamos horas
en colas, no producimos, y mientras no producimos habrá cada vez más
cola. El mensaje de Maduro es claro, “como tu sueldo no te alcanza para
nada, te damos tiempo libre para que te rebusques”. Hecho en socialismo.
La
reconstrucción del país pasa por la restitución del valor del trabajo.
Más allá de las divisas, la energía y la seguridad jurídica, no podrá
haber emprendimiento y producción sin trabajadores. Hay que devolver a
las fábricas a quienes hoy hacen cola por negocio o necesidad, y eso
solo se consigue restituyendo el valor del salario. La Venezuela del
trabajo digno es la que más temprano que tarde nos tocará construir de
las cenizas de este modelo esclavista. Aceptamos el reto.
Caso cerrado, el dictamen final lo tiene usted.
Caso cerrado, el dictamen final lo tiene usted.