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29 marzo, 2016

LA ISABELICA EN UNA CAMIONETICA

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¡NUESTRO CALVARIO DEL DÍA A DÍA!

Opinión
Por Juan Francisco Gómez

No sé qué  pensar. No sé qué hacer. Es humillante la situación por la que estamos pasando mi mujer y yo,  dentro y fuera de la casa…, dentro y fuera de nuestro Hogar. El sueldo de Maestro se me ha vuelto chiquitiiíco ante los elevados precios que los inescrupulosos bachaqueros, civiles  y/o “Militares”, le fijan a los productos de primera necesidad. _Las falsas cifras de Inflación publicadas por el Banco Central se quedan pendejas,  ante el calvario del día a día que padecemos bajo La Cruz de los precios impuestos por estos especuladores, hambreadores del venezolano de a pié_. Llevándonos a la triste escogencia de que entre las tres comidas, las cuales regularmente hacíamos, optar por el desayuno  a las nueve de la mañana y el “almuerzo cena”  hacia las cinco de la tarde; engañando al estomago con agua para aguantar los dos golpes, hasta la mañana siguiente, sin derecho a merienda.


Me había montado en la camionetica sin rumbo fijo, con la vista perdida y la cabeza aturdida por los problemas económicos, problemas con los Servicios Públicos, _más de un mes sin agua, los apagones de luz hasta dos veces al día y la basura ahogándonos_ y sus secuelas emocionales que navegan en mi cerebro entre la cordura y la irracionalidad. No me reconozco. Antes podía mantener una conversación sin manifestar mi irritación corporal o verbal; pero ahora, soy un Ser intolerante y grosero. Estoy perdido dentro de mí mismo.
Mi mujer como yo estamos brillantes por el sol que nos ha tocado llevar en las benditas colas, tanto para el agua potable, medicina  como para los alimentos, con el fin de comprar, si tenemos suerte de que no se acabe antes de llegar al objetivo, algo de harinapan, café, arroz, espaguetis, aceite o cualquier otra mercancía regulada. Los chinos hacen su Agosto vendiendo sus “combos obligados” con productos innecesario para la víctima; los buhoneros otro tanto.
He ido sacando los diez bolívares de contribución del pasaje, preparándome para enfrentar al chofer que no quiere aceptar a los de la Tercera Edad. Es el peo de cada día. Mientras pido la parada, no dejo de pensar en mi comadre Juliana que en la cola de la madrugada de ayer, en el Madeirense, una pandilla de motorizados, armados hasta los dientes, arrinconaron a los presentes y cargaron con dinero, celulares y otras vainas de valor para el colmo de nuestra desgracia Comunista del Régimen de Maduro. Debo avisarle a mi Negra para no volver de madrugada, aunque estos malnacidos, estos choros no tienen hora para cometer sus fechorías… ¡Que Dios nos agarre confesao y nos libre de todo mal amén, mijo!