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08 marzo, 2016

El “motor minero” o el resurgir del despotismo rentista



Opinión
Por Carlos Hermoso

 
Como señalamos en su oportunidad la propuesta de Rodolfo Sanz podría indicar el camino escogido por el régimen. Sintetiza el alcalde ideas más coherentes y factibles, en comparación con las abstracciones y dislates de otros, aunque más antinacionales y contrarias a los intereses del pueblo. Herido de muerte, el régimen busca renovarse a costa de lo que sea. La caída de los precios del crudo resta buena parte de la base material al despotismo chavista. El falso discurso socialista requiere de riquezas a ser distribuidas para crear una demanda social capaz de realizar mercaderías importadas mientras sustenta y renueva el engaño del socialismo. Así, por el nivel alcanzado por los precios del crudo en el mercado y sin mayores perspectivas para su recuperación en el corto y mediano plazo, se apresta el chavismo a echar mano de las riquezas naturales de Venezuela para subastarlas a los nuevos y viejos postores, a fin de obtener recursos de manera urgente y atemperar el estado crítico en que se halla.


En el encuentro del presidente Maduro con representantes de empresas internacionales de 35 países, en la sede del Banco Central de Venezuela en Caracas, se activó el llamado Motor de Minería. Se firmaron acuerdos para la extracción de oro, cobre, diamante, coltan, hierro, bauxita, ubicados en el llamado arco minero del Orinoco que comprende una extensión de 111.000 kilómetros cuadrados. Así, se colocan en la puja de postores diversos, ávidos de comprar a precios de gallina flaca buena parte de las riquezas con que cuenta el subsuelo venezolano. Se jerarquizan, claro está, los nuevos socios asiáticos apuntalando el camino para la incorporación al Bloque Brics y su institución financiera.
Extraña que no esté en el escenario la negociación del torio, también en existencia en grandes cantidades. Venezuela posee buena parte de las reservas mundiales de este recurso, que representan 11 % de las mundiales y la coloca en la tercera posición, superada por India y Australia. Se trata de un recurso apetecido por China. Se cumple la lógica imperialista que establece que hay que hacer uso de las reservas de los países dependientes y preservar las propias. Mediante negociaciones leoninas, aprovechando al máximo circunstancias como las que vive Venezuela, los asiáticos se harían del recurso y afianzarían a Venezuela como parte de su mercado y proveedor confiable de este material radiactivo y otros recursos. China es la potencia mundial que más ha avanzado en esta materia y ya tiene proyectos que culminarían en 9 años. A pesar de que los desarrollos tecnológicos para la obtención de energía mediante el uso de este recurso están en proyecto, salvo en la India, también miembro del bloque Brics, todo indica que se afianza como alternativa frente a otras fuentes de energía capaces de desplazar a las fósiles. En cualquier caso, es un material estratégico que también forma parte importante en la industria de nuevos materiales y que seguramente, así como el coltan, está en subasta. Ya aparecerán en la palestra noticias al respecto.
De esta manera busca el régimen reconstruir la base material del despotismo. Ubiquemos que la tendencia despótica encuentra en las riquezas de propiedad colectiva o estatal que será “generosamente” dada o distribuida por el sátrapa la base objetiva para realizarse políticamente. Dada la merma de las extraordinarias ganancias del negocio petrolero, los acuerdos deben ser muy rápidos. Es lo que permitiría partir de las reservas probadas, e incluso de la monetización de un porcentaje de ellas, para recibir recursos de manera más o menos inmediata. Con ello el régimen se presentaría capaz de sembrar una nueva esperanza, perspectiva afianzada por la débil propagación de la alternativa para la reconstrucción nacional. Además de que la MUD, principal contrincante del gobierno, parece no contar con ideas al respecto. Seguiría el régimen la misma política adelantada desde tiempos del presidente Chávez cuando se veía debilitado. En esta oportunidad, sin descuidar la producción del crudo, brinda el gobierno una amplia gama de minerales al licitador del cual más dependemos. Se profundizaría así la condición de proveedor de materias primas a las potencias imperialistas, principalmente China, y con los recursos obtenidos aparte de crear la demanda de bienes finales y ampliar la demanda efectiva de los sectores más depauperados cubrir buena parte de la deuda y del déficit fiscal. Sólo que será mediante una mayor hipoteca del país.
Se suma el hecho de que, a partir de la creación de una empresa para la casta militar del despotismo, podrán hacerse de manera directa de recursos que manejarían a discreción, contando con las debilidades y la degradación en sus potestades de la Asamblea Nacional, que no representa amenaza contralora para este nuevo consorcio. Así, la atención de estos negocios por la Compañía Anónima Militar de Industrias Mineras, Petrolíferas y de Gas (Camimpeg), creada el 10 de enero de 2016, el despotismo busca hacerse de mayores perspectivas. Además, esta empresa no es la primera ni la única de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (Fanb) constituida durante los tres años del gobierno de Nicolás Maduro, sino que se suma a otras diez que abarcan el sector agrícola y de la construcción, entre otros.
En el papel, por la inmediatez planteada en la obtención de recursos, estaría el régimen en capacidad de levantar nuevamente algunas esperanzas para el apaciguamiento de las encrespadas aguas y la enorme desesperación popular. Aunque para ello deban hipotecar el futuro del país y afianzar el papel de Venezuela en la división internacional del trabajo, como es la de suministrar materias primas e importar bienes finales. El tiempo es el principal enemigo del gobierno. Pero también lo es para la oposición, más cuando no se ve clara la estrategia para salir de esta catástrofe, ni se estimula al pueblo a la participación y movilización en la lucha por el cambio político y por los derechos conculcados, así como el enfrentamiento al alza del costo de la vida, la escasez, la quiebra de los servicios públicos, la pulverización de sueldos y salarios, entre otros agobiantes problemas. La estrategia de evitar la confrontación por parte de factores importantes de la oposición parlamentaria contribuye con esta tendencia.
Otras de las ideas de Rodolfo Sanz no han aflorado aún. Recordemos aquella según la cual debemos salirnos de la Opep y crear un nuevo cartel con grandes productores independientes como Rusia, o sea Brics. Lo que apuntalaría la tendencia de incorporar a Venezuela a un bloque rival del imperialismo estadounidense. La pregunta que surge es si terminará siendo Venezuela la grama sobre la cual han de pelear elefantes, parafraseando una metáfora escuchada recientemente. Al terminar la disputa, triunfe uno u otro de los mastodontes, queda destruido un terreno que, siendo fértil, fue convertido en espacio de disputas de grandes animales. Evitar ese futuro supone partir de una perspectiva nacional no sujeta a imperialismo alguno, aunque se aprovechen sus contradicciones, esto es, actuar con miras a edificar la soberanía nacional y popular mediante la realización de un proyecto autónomo y contando, ante todo, con la fuerzas propias.