Página 12
Pese a todas las
acusaciones y presiones, el diputado dispone de un arma de altísimo
poder: de él depende, exclusivamente, que se abra o no un proceso en el
Congreso que podrá llevar a la suspensión del mandato de Dilma Rousseff.
Nada ha sido
dicho públicamente, pero tampoco hubo algún tipo de desmentida. Así
Brasilia fue sacudida por la advertencia que Eduardo Cunha lanzó a
algunos de sus más fieles aliados: si el procurador general de la
República, Rodrigo Janot, pide a la Corte Suprema que lo suspenda de la
presidencia de la Cámara de Diputados, inmediatamente él aceptará un
pedido de apertura de proceso político contra la presidenta Dilma
Rousseff, que podrá provocar la pérdida de su mandato.
Entre asesores
de la mandataria se considera que la amenaza es real. Y más: que Cunha,
acosado como está, es un hombre sin control ni límites. El violento
chantaje explícito practicado por él no hace más que confirmarlo. El Consejo de Etica de la Cámara de Diputados recibió una denuncia
formal presentada contra Eduardo Cunha. La representación oficial pide
que el Consejo suspenda su mandato parlamentario por “quiebra del
decoro”.
El diputado es acusado de haber mentido a la Comisión Parlamentaria de Investigaciones, al afirmar que no tenía ninguna cuenta secreta en el exterior. Mentir a una CPI es, acorde al reglamento interno de la Cámara, “grave quiebra del decoro” y la pena prevista es la suspensión del mandato parlamentario. Y Eduardo Cunha mintió: variada documentación enviada por las autoridades suizas a Brasilia comprueba que al menos cuatro cuentas fueron abiertas en aquel país. La Corte Suprema brasileña ordenó que alrededor de dos millones y medio de dólares depositados en una de ellas fuesen incautados.
El diputado es acusado de haber mentido a la Comisión Parlamentaria de Investigaciones, al afirmar que no tenía ninguna cuenta secreta en el exterior. Mentir a una CPI es, acorde al reglamento interno de la Cámara, “grave quiebra del decoro” y la pena prevista es la suspensión del mandato parlamentario. Y Eduardo Cunha mintió: variada documentación enviada por las autoridades suizas a Brasilia comprueba que al menos cuatro cuentas fueron abiertas en aquel país. La Corte Suprema brasileña ordenó que alrededor de dos millones y medio de dólares depositados en una de ellas fuesen incautados.
Se calcula que,
cumplidos todos los plazos reglamentarios, la denuncia recibida por el
Consejo de Etica tarde 90 días hasta llegar al pleno de la Casa.
Confirmando su peculiar criterio de decencia, ayer mismo Cunha hizo
saber a algunos integrantes del Consejo que tiene, en sus manos, amplia
documentación sobre sus trayectorias, y que si se siente amenazado no
hesitará en divulgar “algunos detalles más bien delicados”.
Hay otras dos
denuncias formales presentadas a la mesa directora de la Cámara de
Diputados. Pero en ese caso, Cunha pudo maniobrar: determinó que se haga
un “análisis de aptitud” de las denuncias antes de dar curso al
proceso. El “analista” es un fuerte aliado de Cunha. No hay plazo para
que termine su trabajo.
En la Corte
Suprema, mientras tanto, tramitan dos investigaciones contra Cunha, a
raíz de denuncias sobre evasión fiscal, lavado de dinero, intento de
obstrucción a la Justicia y corrupción.
Pese a todas las
acusaciones y presiones, el diputado dispone de un arma de altísimo
poder: de él depende, exclusivamente, que se abra o no un proceso en el
Congreso que podrá llevar a la suspensión del mandato de la presidenta
Dilma Rousseff.
Gracias a eso,
Cunha mantiene la Cámara (y, por consecuencia, también al Senado)
prácticamente paralizado. Ninguno de los proyectos de interés del
gobierno tramita. Acosado, Cunha acosa. Y así la crisis política
persiste, con sus graves consecuencias sobre la economía en crisis. Como
se ve, es imposible tratar el escenario brasileño sin usar la palabra
“crisis”...
La parálisis de
la Cámara de Diputados no es total sólo porque entre las herramientas de
defensa esgrimidas por Eduardo Cunha está la tramitación de proyectos
de interés de los segmentos más retrógrados de la Casa, una fuerte
bancada reunida bajo la sigla BBB, es decir, “bala, buey y Biblia”, en
referencia a los que responden a las reivindicaciones de policías,
militares retirados y fabricantes de armas, del agronegocio y los
evangélicos. Son ellos los integrantes del batallón de defensa de su
colega acusado de corrupción y maestro supremo del chantaje.
El mismo Cunha
es evangélico, propietario de emisoras de radio de programación
religiosa y autor de algunos de los proyectos de ley que tramitan en
alta velocidad en medio de la turbulencia.
Hace una semana,
se avanzó rápidamente con una ley que impide que las mujeres víctimas
de violencia sexual puedan abortar. Sugerencia de Cunha: que a ellas el
servicio público de salud distribuya “píldoras del día siguiente” para
evitar que una violación resulte en embarazo. Hace tres semanas se
aprobó un Estatuto de la Familia que define como matrimonio
exclusivamente uniones entre hombre y mujer. Sólo podrá ser considerada
legalmente “familia”, a su vez, aquella formada a partir de un
matrimonio. Hace dos días se abrió cauce a un proyecto que, en la
práctica, liquida el Estatuto del Desarme, que rige desde 2003. Aprobada
en el Pleno, la nueva medida permitirá que mayores de 21 años adquieran
armas, desde que encuadrados en algunas categorías profesionales (como
camioneros, taxistas, estancieros y, claro, parlamentarios). El nuevo
procedimiento, de ser aprobado, hará más fácil obtener una licencia de
conducir. Es una vieja reivindicación de la “bancada de la bala”,
integrada por ex agentes de las fuerzas de seguridad y cercanos a los
fabricantes de armas. Y, también hace dos días, se aprobó una enmienda
constitucional que cambia radicalmente la actual legislación sobre
reconocimiento de tierras indígenas, que ahora irá al Pleno. Se trata de
una vieja reivindicación de los terratenientes y ocupantes ilegales de
tierras reclamadas por naciones indígenas. El nuevo proyecto determina
que las actuales áreas indígenas no podrán ser ampliadas, y que
cualquier nueva iniciativa tendrá necesariamente que ser aprobada por la
Cámara de Diputados, que podrá retrasar, según la presidencia de la
ocasión, el proceso por el plazo que quiera.
Todo eso confirma que el
actual Congreso, y muy especialmente la Cámara de Diputados, es el más
conservador desde la retomada de la democracia, en 1985. Al menos 206 de
los 543 integrantes de la Casa integran la “bancada BBB”. Aun cuando
tratan de temas que no son de su interés directo, suelen votar de manera
unida. Un evangélico puede defender un proyecto que favorezca la venta
de armas, y así asegura el voto de un ex policía o militar retirado a la
hora de aprobar la criminalización del aborto en caso de embarazo
resultante de una violación.
Y Cunha, claro,
tiene tránsito absolutamente libre en ese campo. Además de coincidencias
ideológicas, se calcula que un centenar de diputados contó con
financiación obtenida por Cunha en sus campañas electorales. Ninguno de
ellos, desde luego, se preocupó por los orígenes del dinero que les
llegó. Esa es una muestra de su inmenso poder.