El Mundo
La gente huye de sus países por muchos motivos y Mudhaher Altajer tiene los
suyos. Es de Omán, tiene 38 años y la corrupción lo ha alejado de su país, de
su hogar, de su familia. Mudhaher ha pasado de ser un empresario de éxito que
tomaba té con ministros a ser el enemigo público número uno de
Omán por denunciar a través de las redes sociales supuestos
casos de corrupción en diversas instituciones. Él ha
abierto el camino de una tímida Primavera Árabe en un país donde no existe ni
sociedad civil ni asociaciones políticas.
Se esconde en Valencia de los servicios secretos omaníes -le siguieron en
su viaje a Europa- y acaba de solicitar asilo político en España tras denunciar
desde el exilio una trama de sobornos y comisiones que implica a los mandos del
Poder Judicial de Omán. Tiene más de 94.000 seguidores en Twitter y
sus vídeos en Youtube suman 750.000 reproducciones pese
a que la población de Omán apenas llega a los 2.2 millones de habitantes. Un
héroe para sus vecinos y el refugiado opositor más temido por los altos mandos
del Sultanato. Los periodistas que han contado su historia también han sufrido
represalias, persecución, y a uno de ellos ya le han concedido asilo político
en Londres. La historia de Mudhaher ha dejado en shock a una sociedad
hambrienta de libertad y transparencia, de igualdad.
Seis horas de entrevista
Este artículo es el resultado de seis horas de conversación con Mudhaher,
de religión musulmana. Chií. En Omán gobierna la mayoría suní y los chiíes
representan un 4% de la población. Los omaníes viven en un mundo árabe musulmán
convulso, con disputas políticas que enfrentan a los musulmanes sunitas y
chiitas. Mudhaher es un hombre de honor, con una
mente privilegiada que recuerda con exactitud cada fecha e hito que ha cambiado
su vida.
En el origen de la historia de Mudhaher se encuentra una denuncia que
presentó contra la Fiscalía de Omán, a raíz de otra que le enfrentó a un
inversor kuwaití que le había encargado la compra de unos terrenos, en 2007.
Con la llegada de la crisis financiera a Estados Unidos, el precio de los
terrenos, también en Omán, se desploma hasta un 80%, y el inversor kuwaití pide
a Mudhaher vender los terrenos al precio de compra anterior a la crisis. Le
acabó denunciando por fraude porque Mudhaher le dijo que era imposible.
Grant Thornton, una de las firmas de auditoría y servicios profesionales
con más prestigio en todo el mundo, emitió un primer informe que le absolvía,
pero la Fiscalía ordenó modificarlo siguiendo otras variables que le
perjudicaban. Grant Thornton lo cambió pero con reservas; subrayando en la
primera y última página de la auditoría que lo hacía de acuerdo con las cartas
recibidas por la Fiscalía y que el resultado era diferente del primer informe
por haber seguido esas recomendaciones. Convirtieron a Mudhaher en un delincuente,
quien fue condenado en primera instancia por el informe modificado de Grant
Thornton.
El abogado de Mudhaher, desconfiado, pidió varias veces una nueva auditoría
imparcial en apelación, pero el juez rechazó todas las peticiones. Aquí
empiezan los sobornos y chantajes a cambio de designar un nuevo auditor.
"Decidí afrontar el problema y fui a ver al general Salem Qatan, jefe
de la Facultad de Defensa Nacional, pidiéndole ayuda. Aaceptó a cambio de
perdonarle una deuda de 160.000 euros y pagarle en efectivo 40.000 euros. Y yo
lo acepté y él llamó al fiscal general Hussein AlHilali, quien me recibió y me
dijo que todo lo que me está ocurriendo es por haberme atrevido a denunciar a
la Fiscalía en el año 2009 y que eso está prohibido incluso si la Fiscalía se
equivoca. A cambio de ayudarme a que el Tribunal de Apelación designara nuevos
auditores, me pidió materiales de construcción de mi empresa para un edificio
suyo de nueve plantas".
"Luego", continúa, "me pidió materiales de construcción para
dos villas de su mujer. Después me llevó a su hermano, el general Said
AlHilali, jefe del Servicio de Seguridad Nacional de Omán, que solicitó
materiales de construcción para un edificio suyo de 7 plantas. Y finalmente me
llevó al jefe del Tribunal Superior Ishaq AlBusaidi, que pidió también
materiales para su nueva casa. A todos ellos les di lo que me pedían sólo a
cambio de designar nuevos auditores imparciales. Yo propuse a dos auditores,
hicieron cada uno un informe, de acuerdo con la ley omaní, pero el juez no les escuchó".
Pese a todo, Mudhaher no se dio por vencido. También se reunió con el jefe
del Tribunal Supremo: "Me dijo que la sentencia me declararía inocente de
los cargos si a cambio compraba una parcela suya por seis millones de euros; y
el fiscal general me pidió alquilar su edificio por un periodo de siete años
por cuatro millones de euros". Mudhaher claudicó aunque con condiciones:
antes tendrían que dejarle presentar un nuevo informe de auditoría. Pero la
resolución judicial iba retrasándose para que pagara. El empresario -al que
tiempo atrás los jefes del Poder Judicial recibían con boato- vio que le
estaban engañando y el 31 de marzo de 2014 huyó de su país ante
la sospecha de que todo era una trampa. Y así fue. Se ratificó su condena sin
practicar las pruebas que había solicitado.
A partir de aquí emprende una huida por varios países hasta llegar a
Dinamarca. Entre tanto, los espías omaníes -comandados por el hermano del
fiscal general-, junto con la Policía omaní, empezaron a amenazar y maltratar a
todos los miembros de su familia, secuestraron a sus hermanos en la calle, los
encarcelaron... "Cogieron a mi madre de casa y la llevaron de madrugada al
interrogatorio. Lo mismo hicieron con mi padre y también con mi mujer y mi hija
pequeña de seis años, además de destrozar mis casas en Omán y Bahrein. Incluso
llegaron a detener e interrogar a los directivos de mi empresa", cuenta.
En busca del sultán
La decisión de esconderse en Dinamarca no fue casual. Él era un hombre de
negocios y mantenía estrechas relaciones comerciales con las fábricas de
cerámica más importantes de España, muchas de ellas ubicadas en Castellón, y
siempre tenía un visado vigente para entrar a España. Así, a finales de
noviembre de 2014, Mudhaher pasa la frontera danesa con su pasaporte omaní y
visado español. Su primer objetivo era desplazarse hasta Alemania, país donde
el sultán de Omán, Qabus bin Said, se recuperaba de una grave enfermedad.
"Quería verle. Estoy seguro que no sabe nada de la corrupción en el
Poder Judicial. Yo quiero reunirme con él, contarle mi caso, enseñarle todas
las pruebas y que me escuche", dice. Nunca le han dejado, ni siquiera le
han permitido acceder a periodistas que trabajan para el periódico oficial del
Sultanato; es el único que lee el sultán.
Fue entonces cuando Mudhaher enseñó sus pruebas al mundo como antídoto a
esa gran mordaza impuesta por los servicios secretos omaníes. Abre sus cuentas
en Twitter y Youtube y, el mismo día que empieza a denunciar la corrupción en
su país y revela documentos que probarían los sobornos, el Sultanato emite unaorden de busca y captura internacional a la Interpol.
"El gobierno omaní no acordó nada contra mí excepto cuando salí en Twitter
denunciando la corrupción y mostrando las entregas de material. Ése es mi delito.
Visité varios países con mi pasaporte omaní sin ningún problema en la entrada
ni en la salida".
Para protegerse de la petición de extradición que las autoridades omaníes
trasladaron al Gobierno danés, Mudhaher reclamó asilo político en Dinamarca el
14 de enero de 2015 y, en el mismo centro de petición de asilo, fue detenido y
encarcelado hasta el 18 de febrero.
El 6 de marzo vuelve a ser arrestado hasta el 3 de junio pese a que seis
meses antes el Gobierno español ya había confirmado que estudiaría su petición
basándose en el acuerdo de Dublín. Por qué estuvo encarcelado esos meses es una
pregunta que Dinamarca aún no le ha respondido.
La denuncia de Mudhaher produjo el efecto de un terremoto en todo el golfo
arábico; fue el tema de conversación de los omaníes durante mucho tiempo. Para unos es un héroe nacional, para otros un criminal de Estado. Pero
si en algo coinciden es en afirmar que su caso es el escándalo político más
importante de los últimos 45 años, el caso más peligroso para el Sultanato
porque, a diferencia de otras denuncias de corrupción en el país, él guardó
toda la documentación sobre los sobornos.
Demanda en Estrasburgo
Juan Carlos Navarro, uno de los mayores expertos en asuntos de narcotráfico
y corrupción en España, es su abogado. Navarro ha colaborado en la defensa de
Francisco Correa en el caso Gürtel y dirige la asistencia jurídica del veterano
político valenciano Juan Cotino. Ahora es acusación.
"El caso lo acepté más que por defender a una persona en un
procedimiento de asilo, porque representa una lucha contra un sistema opresivo.
En este momento hay un procedimiento de asilo activo y estamos ultimando una
demanda que presentaremos en Estrasburgo para emprender acciones contra la
Fiscalía de Omán, no contra el Gobierno".
Navarro considera que, por el momento, Mudhaher Altajer no puede volver a Omán y España debe darle la
protección que necesita: "Es una persona que ha tenido que huir de su país
y, de repente, en esa huida, cogen a su familia y la meten en prisión como
medida de presión para que deje de denunciar públicamente la corrupción. ¿Qué
pueden hacer con él?".
Toda la prueba documental de esos sobornos ha sido colgada en Twitter y
entregada al Gobierno español para que acuerde su asilo político, pues el
proceso judicial para su extradición continúa. Omán sigue presionando para que
España entregue al refugiado que ha puesto en jaque a las más altas
instituciones del Estado: "Si vuelvo a Omán me
matarán".