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“¿Es más difícil para los actores ser abiertamente gay en Hollywood?”, le preguntó una periodista de The Guardian a Matt Damon. A lo que el actor respondió “Estoy seguro”, pero continuó con una larga explicación muy criticada estos días en los medios estadounidenses.
Damon, que está promocionando
su última película Marte (The Martian), recordó que cuando él y Ben Affleck
estrenaron El indomable Will Hunting se extendieron rumores sobre que ambos
eran homosexuales por haber escrito el guión juntos. “Nos puso en una posición
extraña en la que teníamos que contestar. Y era algo muy ofensivo”, dijo en la entrevista.
Y añadió. “Creo que debe de ser muy difícil para los actores decirlo
públicamente. Pero en términos profesionales, creo que eres mejor actor cuanto
menos sepan de ti. Punto. Y la sexualidad es una parte importante. Seas
heterosexual o gay, la gente no debería saber nada de tu sexualidad porque es
uno de los misterios con los que deberías poder jugar”.
Las críticas llegaron a
partir de este último comentario porque lo interpretaron como que Damon animaba
a sus compañeros a seguir dentro del armario y el actor se vio obligado a
explicarse en el programa de Ellen DeGeneres. “Intentaba decir que los actores
son más efectivos cuando son algo misteriosos, y alguien lo entendió como que
los actores homosexuales deberían volver al armario", matizó.
Damon hacía referencia
a una de las estrategias más clásicas de los buenos actores. “Nunca les dejes
saber quién eres”, decía Jack Nicholson, como la mejor forma de camuflarse en
un personaje. Y al pie de la letra intentan seguir el consejo los jóvenes intérpretes
hoy para ser mejores, aunque en un mundo dominado por las redes sociales y la
viralidad de internet resulte cada vez más complicado. Matt Damon, de hecho, es
de los más abiertos sobre su vida privada. Casado con Luciana Damon desde hace
más de una década, con cuatro hijas, habla siempre con libertad de su vida
“normal”. Esa normalidad que transmite en pantalla y le permite interpretar a cualquier
personaje en el cine.
Una opción que los
actores abiertamente gays no tienen. Como él mismo menciona en la entrevista de
The Guardian recordando el ejemplo de Rupert Everett, uno de los primeros en
salir del armario y quien después reconoció abiertamente que hacerlo “arruinó”
su carrea en Hollywood. “Recuerdo pensar y decir, Rupert Everett era
abiertamente gay, un tipo más guapo que nadie, un actor bien formado; es duro
argumentar que no consiguió triunfar porque lo había reconocido”, decía Damon.
Pero el de Everett no
es el único caso. La misma Ellen DeGeneres estuvo tres años sin trabajar
después de reconocer que era gay en la revista Time en 1997. “Nadie me llamaba,
nadie me respondía al teléfono”, contó 10 años después.
“Tengo algunos amigos
gays que no quieren salir públicamente porque creen que afectará a los papeles
que puedan conseguir, y estoy de acuerdo, creo que hay un largo camino por
recorrer”, decía Jeremy Irvine en el pasado Festival de Toronto en la
presentación de Stonewall, la película de Roland Emmerich sobre el inicio del
movimiento de liberación homosexual. Por otro lado, criticada por haber
blanqueado la historia y no haber escogido actores gays. Siendo Emmerich,
además, abiertamente gay y uno de los casos en los que no afectó a su carrera.
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“No es un tema tabú entre los profesionales detrás de las cámaras”, dice Gillian Armstrong, la directora del documental sobre Orry-Kelly, amante de Cary Grant. “Pero aún hay mucha presión entre los actores protagonistas, porque sigue muy presente ese sueño heterosexual”. Como el que precisamente representaba Grant.
“¿Cómo afectaría a mi
carrera?” se preguntaba la actriz Maria Bello en la columna que escribió en el
New York Times para confesar su relación con la ejecutiva Claire Munn. Como
Damon y como dejó claro con su silencio recientemente Tom Hardy, Bello no creía
que la sexualidad tenga que ser un tema del que hablar. “Nunca me he definido a
mí misma por con quién me acuesto, pero sé que otros lo han hecho y harán”,
escribía hace dos años. Pero sí cree en hablarlo, como lo hizo la actriz Ellen
Page, para normalizar una situación que avanza muy lentamente también en
Hollywood.