La Isabelica en una camionetica
Opinión
Por Jesús Francisco Gómez
La camionetica atravesó el arco de Bárbula y me sentí rejuvenecido al ingresar a territorio del Campus Universitario de mi querida Alma Mater, la Universidad de Carabobo, donde saqué mis dos licenciaturas en Educación por permanecer en ella, al lado de una mujer bellísima que fue mi novia durante mis tiempos de estudiante, mi morena Laura. Como reza el refrán, “La novia del estudiante, nunca será la esposa del profesional”. Bien, me dirigía a la Facultad de Derecho para averiguar la posibilidad de estudiar abogacía a mis años “sexigenario”.
Por Jesús Francisco Gómez
La camionetica atravesó el arco de Bárbula y me sentí rejuvenecido al ingresar a territorio del Campus Universitario de mi querida Alma Mater, la Universidad de Carabobo, donde saqué mis dos licenciaturas en Educación por permanecer en ella, al lado de una mujer bellísima que fue mi novia durante mis tiempos de estudiante, mi morena Laura. Como reza el refrán, “La novia del estudiante, nunca será la esposa del profesional”. Bien, me dirigía a la Facultad de Derecho para averiguar la posibilidad de estudiar abogacía a mis años “sexigenario”.
Seguía la buseta su ruta
mientras mis pensamientos retrocedían al pasado. _Estoy seguro, a todos nos ha
pasado, graduados o no, que en aquellos tiempos juveniles de estudiante
universitario, entre bochinches, lecturas y amoríos, soñábamos con una
Sociedad Socialista para el bienestar, el progreso de Venezuela y de todos los
venezolanos. Desde estos lares y a lo lejos, a través de los libros
revolucionarios que hablaban de México, Cuba, Rusia y trabajos como el Manifiesto
del Partido Comunista de Marx y Engels, El Capital de Marx, entre otros muy
buenos textos, admirábamos la Revolución Mexicana de Zapata y Pancho Villa; la Rusa
de Trótski y Lenin; la Cubana de Fidel y el Ché. Todo era un idilio fantasioso,
deseando tener nuestra propia revolución aquí, mientras éramos protestatarios
contra el Rector de la Universidad o Presidente de la República de aquel
entonces. No fuimos unos “Tirapiedras cualquiera”; no señor, convivíamos como
Socialistas en la Comunidad Universitaria, respetado y todo… Luego, hablo por
unos cuantos como yo, dejamos la Universidad y salimos con el Título bajo el
brazo en busca del “primer empleo”, al encuentro de oportunidades ante la
realidad que se nos presentaba, casado y sin trabajo. El mundo de ensueño había
quedado en las aulas, pero con el ideal socialista en algún lugar de nuestra
imaginación revolucionaria.
Con el bullir del motor de la
camioneta y yo, con mi monólogo interno, mis recuerdos no se detenían. _Seguía
recordando que ¡De pronto llegó Chávez! No podíamos creer que aquella utopía
universitaria de Sociedad Socialista se materializara en un hombre que pensaba,
hablaba, y actuaba como nosotros: “Chávez era yo y yo era Chávez”, así gritábamos
a los cuatro vientos. Él se había convertido, con su verbo lleno de “realidades
del padecer” nuestro, en un Sentimiento Nacional. Llegó al Poder y con ello creímos
que venía a gobernar para cambiar el sistema imperante hacia el bien común de
la “Sociedad Socialista”, nuestra utopía universitaria. ¡Demasiada belleza para
ser verdad! ¡Qué chasco nos llevamos con ese farsante y oportunista ladrón de
Hugo Rafael!... ¡De pronto se fue Chávez! Se fue Chávez, dejándonos la Soberanía
y la Libertad bajo la tutoría de
los Castros; nos vendió como borregos al Régimen cubano. Se fue Chávez, dejándonos
caos, miseria al arruinar la economía del País; enriqueciendo, con el Tesoro
Nacional, a su familia, entorno ministerial y a chuleadores gobernantes de países,
dentro y fuera del hemisferio, que en su momento le apoyaron en sus tropelías y
fechorías contra sus connacionales… Se fue Chávez, un resentido social, dejándonos
al sátrapa de Maduro, Diosdado y esbirros, un trío de perseguidores y
carceleros; Ellos, verdugos de estudiantes y líderes políticos; Ellos,
azotadores, que con un odio visceral continúan el Totalitarismo Sangriento
legado por el difunto; ya fallecido y enterrado en Cuba… Se fue dejándonos, a los “Tirapiedras Universitarios”, un
sabor amargo a traición por haber sido utilizado por él, para su propósito de
Poder y destrucción de nuestra Venezuela que nunca fue suya.
¡Caraaajo, la camionetica se
pasó de la Facultad! Coño, ay que echarle bolas pá tras y rectificar el camino
para llegar al Nuevo Edificio de la Casa de las Leyes que cambiará mi vida,
ahora como futuro abogado. Sólo hay que dar el primer paso y cuidar de no
equivocarse nuevamente. _Por ello y por muchos detalles más, como todo aquel “picao”
de culebra, que “cuando ve bejuco, se asusta”; así de mosca estoy en las reuniones de mi A1. Comienzo a ver de
reojo y con desconfianza al que me toca el tema de una nueva “Sociedad
Socialista”. No vaya a ser que en el horizonte aparezca un Chávez gatopardeano y
vuelva a lanzar a la letrina aquellos sueños de joven universitario, que alguna
vez fui. Con una sola vez basta para no saber más de “Socialismo del Siglo XXI”.
Estoy muy viejo para la gracia. Eso lo dejo para las tertulias de políticos idiotizados,
acompañados de un güisquisito; pues, los comunistas y socialistas, como yo,
hemos demostrado a nivel parroquial y mundial que no servimos para gobernar ni
administrar. Todo lo que tocamos lo volvemos ñoña. Es una cruda realidad y a
las pruebas me remito: Venezuela, Cuba, Corea del Norte y pare usted de contar.
¡A caminar con fuerza, rapidez y seguridad que ya se vislumbra una luz en el Túnel
del Totalitarismo, no desmayemos para salir de esta obscuridad!