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21 septiembre, 2015

¡Se fue Chávez y nos dejó…!

La Isabelica en una camionetica
 



Opinión 
Por Jesús Francisco Gómez

La camionetica atravesó el arco de Bárbula y me sentí rejuvenecido al ingresar a territorio del Campus Universitario de mi querida Alma Mater, la Universidad de Carabobo, donde saqué mis dos licenciaturas en Educación por permanecer en ella, al lado de una mujer bellísima que fue mi novia durante mis tiempos de estudiante, mi morena Laura. Como reza el refrán, “La novia del estudiante, nunca será la esposa del profesional”. Bien, me dirigía a la Facultad de Derecho para averiguar la posibilidad de estudiar abogacía a mis años “sexigenario”.

Seguía la buseta su ruta mientras mis pensamientos retrocedían al pasado. _Estoy seguro, a todos nos ha pasado, graduados o no, que en aquellos tiempos juveniles de estudiante universitario, entre bochinches, lecturas y amoríos, soñábamos con una Sociedad Socialista para el bienestar, el progreso de Venezuela y de todos los venezolanos. Desde estos lares y a lo lejos, a través de los libros revolucionarios que hablaban de México, Cuba, Rusia y trabajos como el Manifiesto del Partido Comunista de Marx y Engels, El Capital de Marx, entre otros muy buenos textos, admirábamos la Revolución Mexicana de Zapata y Pancho Villa; la Rusa de Trótski y Lenin; la Cubana de Fidel y el Ché. Todo era un idilio fantasioso, deseando tener nuestra propia revolución aquí, mientras éramos protestatarios contra el Rector de la Universidad o Presidente de la República de aquel entonces. No fuimos unos “Tirapiedras cualquiera”; no señor, convivíamos como Socialistas en la Comunidad Universitaria, respetado y todo… Luego, hablo por unos cuantos como yo, dejamos la Universidad y salimos con el Título bajo el brazo en busca del “primer empleo”, al encuentro de oportunidades ante la realidad que se nos presentaba, casado y sin trabajo. El mundo de ensueño había quedado en las aulas, pero con el ideal socialista en algún lugar de nuestra imaginación revolucionaria.
Con el bullir del motor de la camioneta y yo, con mi monólogo interno, mis recuerdos no se detenían. _Seguía recordando que ¡De pronto llegó Chávez! No podíamos creer que aquella utopía universitaria de Sociedad Socialista se materializara en un hombre que pensaba, hablaba, y actuaba como nosotros: “Chávez era yo y yo era Chávez”, así gritábamos a los cuatro vientos. Él se había convertido, con su verbo lleno de “realidades del padecer” nuestro, en un Sentimiento Nacional. Llegó al Poder y con ello creímos que venía a gobernar para cambiar el sistema imperante hacia el bien común de la “Sociedad Socialista”, nuestra utopía universitaria. ¡Demasiada belleza para ser verdad! ¡Qué chasco nos llevamos con ese farsante y oportunista ladrón de Hugo Rafael!... ¡De pronto se fue Chávez! Se fue Chávez, dejándonos la Soberanía y la Libertad bajo la tutoría  de los Castros; nos vendió como borregos al Régimen cubano. Se fue Chávez, dejándonos caos, miseria al arruinar la economía del País; enriqueciendo, con el Tesoro Nacional, a su familia, entorno ministerial y a chuleadores gobernantes de países, dentro y fuera del hemisferio, que en su momento le apoyaron en sus tropelías y fechorías contra sus connacionales… Se fue Chávez, un resentido social, dejándonos al sátrapa de Maduro, Diosdado y esbirros, un trío de perseguidores y carceleros; Ellos, verdugos de estudiantes y líderes políticos; Ellos, azotadores, que con un odio visceral continúan el Totalitarismo Sangriento legado por el difunto; ya fallecido y enterrado en Cuba… Se fue dejándonos,  a los “Tirapiedras Universitarios”, un sabor amargo a traición por haber sido utilizado por él, para su propósito de Poder y destrucción de nuestra Venezuela que nunca fue suya.
¡Caraaajo, la camionetica se pasó de la Facultad! Coño, ay que echarle bolas pá tras y rectificar el camino para llegar al Nuevo Edificio de la Casa de las Leyes que cambiará mi vida, ahora como futuro abogado. Sólo hay que dar el primer paso y cuidar de no equivocarse nuevamente. _Por ello y por muchos detalles más, como todo aquel “picao” de culebra, que “cuando ve bejuco, se asusta”; así  de mosca estoy en las reuniones de mi A1. Comienzo a ver de reojo y con desconfianza al que me toca el tema de una nueva “Sociedad Socialista”. No vaya a ser que en el horizonte aparezca un Chávez gatopardeano y vuelva a lanzar a la letrina aquellos sueños de joven universitario, que alguna vez fui. Con una sola vez basta para no saber más de “Socialismo del Siglo XXI”. Estoy muy viejo para la gracia. Eso lo dejo para las tertulias de políticos idiotizados, acompañados de un güisquisito; pues, los comunistas y socialistas, como yo, hemos demostrado a nivel parroquial y mundial que no servimos para gobernar ni administrar. Todo lo que tocamos lo volvemos ñoña. Es una cruda realidad y a las pruebas me remito: Venezuela, Cuba, Corea del Norte y pare usted de contar. ¡A caminar con fuerza, rapidez y seguridad que ya se vislumbra una luz en el Túnel del Totalitarismo, no desmayemos para salir de esta obscuridad!