Juan Eliécer Ramírez
elieceramirez@gmail.com
Con la mejor intensión de conducirnos en estas circunstancias de crisis económica, deseo compartir algunos principios básicos que pueden ayudarnos a evitar el flagelo de las deudas innecesarias. La mayoría de los que tienen esas dificultades, las tienen porque no han establecido un orden de prioridad en sus responsabilidades económicas.
Para la mayoría de
nosotros existen dos tipos de deuda: la deuda común y la deuda por inversiones
o negocios. La deuda común es la que se contrae al comprar a crédito cosas de
uso o consumo diario, como por ejemplo, ropa, artículos para el hogar, muebles,
etc. Este tipo de deuda está respaldado por nuestras entradas futuras, y puede
ser muy peligroso; si perdemos el trabajo o quedamos inhabilitados para
hacerlo, o nos encontramos en una situación de emergencia cualquiera, podemos
tener serias dificultades para cumplir con nuestras obligaciones económicas.
Cuando pagamos en cuotas, estamos utilizando la forma más cara de compra, pues
al precio de los artículos debemos agregar el alto interés que nos cobran.
Comprendo que en una
situación de estanflación (hiperinflación con falta de producción), por la que
coyunturalmente atravesamos, donde nuestros ingresos quedan pulverizados, a
veces, esta es la única forma en que un matrimonio o familia joven puede
satisfacer sus necesidades; pero quiero advertirles, desde mi propia
experiencia, que no compren más de lo estrictamente necesario, a que paguen las
deudas por este concepto, a la brevedad posible. Cuando el dinero es escaso,
como ahora, hay que tratar de evitar la carga excesiva de los intereses.
En cuanto a contraer
deudas por inversiones o negocios, éstas deben tener un respaldo tal que no
pongan en peligro la seguridad económica de la familia. No inviertan en
aventuras de especulación. Esta
forma de inversión puede convertirse en un vicio. Muchas son las fortunas que
han desaparecido por causa del apetito incontrolable de acumular cada vez más
riquezas. Podemos aprender de los errores del pasado y evitar esclavizarnos con
nuestro tiempo, energías y salud a un apetito voraz por adquirir bienes
materiales.
Compartiré con mis
apreciados lectores cinco principios para librarse de las deudas. Saldar las
deudas y mantenerse libre de otras nuevas requiere la aplicación de ciertos
principios básicos que debemos seguir, tanto individualmente como en la vida
familiar. Por ejemplo: 1.- Debemos vivir dentro de nuestros ingresos. Aunque
coyunturalmente ahora es casi imposible, esa circunstancia debemos entre todos
hacerla cambiar muy pronto. 2.- Preparar y usar un presupuesto de gastos, tanto
de corto como de largo plazo. Esto pareciera risible en las circunstancias
actuales donde el dinero escasea, pero le puede entrenar para cuando la
economía del país y la suya mejoren. 3.- Ahorrar regularmente parte de lo que
gana. Tal vez esto le parezca un chiste en estos momentos en que la más alta
inflación del mundo se devora nuestros ingresos, pero si practica ahora que el
dinero es escaso, nunca entrará en recesión económica si se mantiene cumpliendo
con este principio. 4.- Si es indispensable usar el crédito, hacerlo con
prudencia. Se justifica contraer una deuda si se trata de comprar una casa,
costear una carrera o hacer una inversión segura de riesgos. 5.- Conservar y
utilizar los bienes, por medio de una adecuada planificación y mantenimiento
preventivo.
Siguiendo estos
sencillos principios es posible mantenerse libre de deudas. Si hay algo que
puede brindar paz y satisfacción al corazón humano y a la familia, es vivir
dentro de nuestros ingresos, y si hay algo destructivo y desalentador es el
tener deudas y obligaciones que no se pueden saldar.