Hace ahora dos años
Marruecos anuló en el último momento unas maniobras militares conjuntas con
Estados Unidos en protesta por una propuesta de Washington en la ONU sobre el
Sáhara que Rabat consideró hostil. Entonces, Washington terminó retirando su
propuesta que consistía en dar a la misión de la ONU en el Sáhara un papel en
la vigilancia de los derechos humanos. Es la única misión que no los tiene.
El pasado lunes, las
autoridades de Casablanca anularon también in extremis la inauguración de la
primera planta de Ikea en Marruecos y el Magreb, dejando en el aire una
inversión de más de 40 millones de euros.
En el caso de Ikea,
hubo una razón oficial, como era la falta de un "permiso de conformidad
urbana", y otra verdadera, que hasta la agencia de noticias marroquí MAP
ha reconocido: la represalia del gobierno central por el supuesto proyecto del
gobierno sueco de dar un paso adelante en sus simpatías con la causa saharaui y
reconocer la República Árabe Saharaui Democrática (RASD).(...)
En Rabat los
dirigentes políticos se reunieron de urgencia el pasado lunes para
contrarrestar las intenciones de Estocolmo, pero un portavoz del gobierno
sueco, contactado por teléfono, matizó que es "prematuro" hablar de
un cambio de política, y se limitó a declarar que "el gobierno sueco está
analizando su postura sobre el Sáhara Occidental según los intereses de la
sociedad sueca".
Las líneas rojas de
Rabat
Entonces, como ahora,
Marruecos se ha atrevido a encararse con países mucho más poderosos para
defender las líneas rojas de lo que llama su "causa nacional", la
defensa de la soberanía marroquí sobre el Sáhara.
Entonces y ahora la
clase política marroquí, de derecha o izquierda, islamista o laica, se mostró
unánime como una roca, pero en esta ocasión algunas voces se han salido del
compás.
No solo ciudadanos
anónimos se mofaron en las redes sociales por mezclar Ikea con el Sáhara
(cuando además la planta de Casablanca solo tiene de sueca la marca, siendo una
inversión de un grupo kuwaití), sino que el diario L'Economiste, un
rotativo liberal y cercano al empresariado, criticó hoy abiertamente las
medidas tomadas contra la multinacional de origen sueco.
"El riesgo es dar
la impresión de que Marruecos está desviando sus estrategias sobre las
inversiones con arbitrajes imprevisibles en los que la política tiene la última
palabra en detrimento de la economía. No, sin duda no es el mejor medio de
defender la causa nacional", dice hoy su editorial.
El economista Fuad
Abdelmumni, autor de un estudio sobre el costo que representa para Marruecos
mantener el actual statu quo en el Sáhara, cree que la reacción con Suecia es
comparable a la que hubo con EEUU, pero hay algunas diferencias que Rabat
debería tener en cuenta.
Por un lado, EEUU es
un actor mucho más pragmático y apegado a sus intereses materiales que Suecia,
un país más sensible a los principios normativos y a la preeminencia de un
discurso sobre los derechos humanos.
Estados Unidos, cuya
postura tiene mucho más peso global que la sueca, cedió entonces pero pudo
imponer a Marruecos algunas condiciones, como fueron el final de los juicios
militares para activistas civiles, el reconocimiento de ONGs separatistas
saharauis y un mayor respeto a los derechos de expresión y manifestación,
cuestiones que Rabat ha ido cumpliendo gradualmente.
Suecia -interpreta Abdelmumni-
ha considerado que es inaceptable la postura marroquí de "instalarse en el
statu quo", y ha amenazado con reconocer al estado saharaui precisamente
para cambiar esta situación de bloqueo.
Miedo al contagio
Esta postura del
estado sueco, considerado un referente en la defensa de los derechos humanos,
podría ser seguida en un "efecto dominó" por otros países
escandinavos o por Eslovenia, cuyo presidente no ha escondido sus simpatías con
la causa saharaui.
Paradójicamente
-continúa- mientras que sobre el terreno Marruecos gestiona el territorio
saharaui sin trabas y da pasos concretos en el respeto a los derechos humanos,
es en la legitimidad internacional donde está encontrando más problemas para
zanjar la cuestión del Sáhara.
Así, se está
encontrando con que la Unión Africana (foro del que Marruecos está ausente
desde 1984) se quiere implicar cada vez más en la búsqueda de una solución para
el Sáhara con el nombramiento de un Enviado Especial para el conflicto.
Abdelmumni advierte
contra el "enorme precio" que Marruecos podría pagar por su
"plante" ante Suecia, y no descarta que Suecia también pueda aplicar
a su vez represalias contra Rabat, políticas o económicas, arrastrando incluso
a sus aliados dentro de Europa a hacer lo propio.