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Turquía y Estados Unidos cerraron oficialmente el acuerdo
para establecer una zona de seguridad en el norte de Siria con el empleo
de su poderío militar. El pacto se limita por ahora al bombardeo de bases de
los grupos armados que controlan esa región: los yihadistas de Estado Islámico
(EI) de un lado y los kurdos de la milicia YPG de otro, las “bestias
negras” de Estados Unidos y de Turquía.
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Ankara comenzó bombardeando objetivos yihadistas, pero ahora se centra y se recrea en los kurdos del PKK del norte de Irak, aunque tiene también la vista puesta en los kurdo-sirios de YPG. Estados Unidos aguarda a que Turquía le permita empezar a operar con sus bombarderos desde la base turca de Incirlik, para golpear por su parte a los yihadistas de EI.
Dado que ninguna de las dos potencias aliadas quiere emplear
tropas de tierra en Siria, los representantes norteamericanos y turcos deben
negociar ahora a qué grupo o grupos rebeldes “moderados” apoyarán en la zona de
seguridad. La cuestión radical que se plantean los analistas es: “¿Existen?”.
Si eliminamos a los dos grandes movimientos armados rebeldes
del norte de Siria, el EI y los kurdos, y por supuesto al Ejército de Damasco
-que tiene por otra parte escasa presencia en la región- nos quedan varios
grupos yihadistas, en particular el Frente Al Nusra, y otros rebeldes
partidarios de un Estado laico que se engloban bajo las siglas del Ejército
Libre Sirio (ELS). Al Nusra es la filial siria de Al Qaida. Por lo tanto,
descartado. ¿Son los seguidores del ELS los “buenos rebeldes” que busca
Washington y está dispuesto a tolerar Ankara?
Estados Unidos siempre ha tenido dificultades a la hora de
definir sus “freedom fighters”, los “luchadores de la libertad”. La
Administración Reagan apoyó en los años 80 a los muyahidines (luego talibanes),
para acabar con la presencia soviética en Afganistán, y a la guerrilla de los “contras”,
para enfrentarse a los sandinistas en Nicaragua, con los resultados conocidos.
A pesar de ello, la Administración Obama se comprometió el año pasado a apoyar
a los rebeldes sirios del ELS, y anunció en el otoño un presupuesto inicial
de 500 millones de dólares para su instrucción y armamento. En la actualidad los
instructores norteamericanos han entrenado en Turquía a un total de sesenta
milicianos.
El carácter fantasioso del movimiento rebelde
prooccidental que pretenden improvisar los norteamericanos (los turcos
optan por los yihadistas, pero se recatan) demuestra que el papel lo aguanta
todo. El Ejército Libre Sirio tiene sus comandantes en el terreno y su
liderazgo político en Turquía, por lo que con frecuencia la comunicación no es
fluida. Por otro lado, el ELS no ha realizado ninguna conquista importante de
territorio en Siria, en cuatro años de guerra civil, y sus victorias se han
producido solo cuando se han aliado con grupos rebeldes yihadistas. Por no
hablar de las acusaciones periódicas de corrupción con los fondos enviados por
Washington.