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El primer ministro, Alexis Tsipras,
pidió a la ciudadanía pronunciarse con un claro ‘no’ en el referéndum del próximo
5 de Julio, pero al mismo tiempo
prometió seguir estando dispuesto a llegar a un acuerdo. “Nuestra intención de
obtener un compromiso de honor estará siempre sobre la mesa”, dijo Tsipras,
quien afirmó que un rotundo ‘no’ a las
propuestas de los prestamistas fortalecería posteriormente la posición
negociadora del Gobierno.
La decisión sobre el referéndum
“no constituye una ruptura con Europa, pero sí rompe con las tácticas que
ofenden a Europa”, aclaró.
(...)
(...)
Aquí, el texto de Krugman en NY Times:
Vale, esto va en serio: los
bancos griegos están cerrados y se han impuesto controles de capital. La salida
de Grecia del euro (llamada comúnmente «Grexit») ya no está tan lejos —la tan
temida madre de todas las retiradas de depósitos ya ha ocurrido, lo que quiere
decir que el análisis coste-beneficio
a partir de este momento resulta mucho más favorable a la salida del euro que
antes.
Sin embargo, es evidente que
algunas decisiones deberán esperar al referéndum.
Yo votaría no, por dos motivos. El
primero, por mucho que la salida del euro nos asuste a todos —yo incluido—, la
verdad es que la troika está exigiendo que el régimen de las políticas de los últimos
cinco años se mantenga indefinidamente.
¿Qué esperanzas ofrece eso? A lo mejor y con suerte, la disposición a salir del
euro instará a un replanteamiento, aunque esto seguramente no ocurrirá. Y a
pesar de esto, la devaluación no generaría mucho más caos del que ya hay, y
sentaría las bases para una futura recuperación, como ya ha ocurrido muchas
veces en otros muchos lugares. Grecia no es tan diferente.
Y el segundo es que las
implicaciones políticas de un voto a favor del “sí” serían profundamente
perturbadoras. Está claro que la troika se ha marcado un Corleone inverso: han
hecho a Tsipras una oferta que no puede aceptar, posiblemente a sabiendas. Así,
el ultimátum ha sido, en realidad, una
maniobra para reemplazar al gobierno griego. Y aunque no te guste Syriza, algo
así debería preocupar a cualquiera que crea en los ideales europeos.