Gustavo Hernández Salazar*
Varias décadas tardó la izquierda en todo
el mundo para librarse del ¨sanbenito¨ del ¨stalinismo¨ y reapropiarse del
discurso democrático. Antes y después de la caída de la Unión Soviética hubo en
casi todas las fuerzas que se
autodefinen como de izquierda un intenso debate sobre el legado del llamado
socialismo real y sobre las perversiones que el régimen de Stalin introdujo en
ese sistema. Finalmente, en la inmensa mayoría de esos movimientos se llegó a
la conclusión de que se debía
transitar ¨el largo camino de las instituciones¨ y asumir honestamente las
reglas de la democracia para llegar al poder. La escalada represiva que marca
la vida política venezolana de hoy, de alguna manera, despierta los trágicos
recuerdos del ¨stalinismo¨. Si a alguien le hace y le hará daño el despelotado
gobierno (o desgobierno) ¨madurista¨ es, precisamente, a la izquierda verdadera, sobre todo a los
que no han tenido la valentía de condenar claramente la acción autoritaria del
gobierno venezolano. Para mucha gente, la detención del alcalde Ledezma y de
varias decenas de líderes políticos y sociales está motivada por un cálculo meramente electoral; sin
embargo, el asunto es mucho más grave: es el desprecio por el estado de derecho, por los
valores democráticos, por la separación de poderes, por los derechos humanos.
Pareciera que para esta gente que nos mal gobierna la democracia era solo una
vía para llegar al poder y nada más, porque de demócratas poco tienen. Henry Weber,
escritor y político francés, definió a la gente de izquierda como ¨los que
pretenden cambiar al mundo mediante la acción colectiva, para hacerlo más
conforme a los valores que sostienen: libertad, igualdad, solidaridad, razón,
derechos humanos, democracia, justicia social, laicidad, defensa de la
naturaleza¨. Estos valores para nada son los que maneja el PSUV y su
gobierno, todo lo contrario, si dentro de algunos años a algún historiador
serio le tocara valorar esta era seguramente la caracterizará como el tiempo de
la corrupción, la incompetencia y la violencia (institucional y de la otra). La
tentación totalitaria (pido prestado el titulo del conocido libro del escritor
Jean-Francois Revel), está de regreso, con culto a la personalidad incluida, todas
las fuerzas progresistas del mundo deberían deslindarse de ella, de lo
contrario tendrán que cargar nuevamente con la cruz del ¨stalinismo¨.