Cambiar el rumbo para Venezuela implica reconstruir las relaciones
entre diversos sectores de la sociedad, entre ellos, el de los
intelectuales, con el Petroestado.
Cambiar el rumbo para Venezuela implica reconstruir las relaciones
entre diversos sectores de la sociedad, entre ellos, el de los
intelectuales, con el Petroestado. La superación de la crisis y la
construcción de cimientos sólidos para la democratización política
necesita mucho de ellos.
¿Qué rol han jugado
los intelectuales con Chávez, y ahora con Maduro? Las izquierdas siempre
han presumido de tener en sus filas a intelectuales y artistas. Decía
un colega historiador -políticamente conservador- que las derechas
políticas no necesitan ser cultas. Les bastan sus valores y tradiciones.
Las de izquierda, por lo contrario, buscan mejorar el devenir de la
humanidad rompiendo viejos e injustos esquemas. Eso implica a juro,
entre otros atributos, estudiar, pensar y discutir con independencia y
libertad.(...)
La llegada del chavismo al poder
despertó entusiasmos entre organizaciones de izquierda, movimientos
populares, y también entre intelectuales, profesionales y artistas. Los
nuevos gobernantes, a su vez, estaban ávidos y abiertos a ideas y
opiniones, y carecían entonces de apoyos internacionales. De allí
emergió una dinámica rica, aunque también con tensiones, de múltiples
vasos comunicantes entre intelectuales y profesionales venezolanos y del
exterior, con diversos sectores del Petroestado con miras a novedosas
políticas públicas. Las experiencias de los equipos formuladores de la
política contra el Alca, por ejemplo, o para la propuesta de Reforma
Policial, reflejaron en sus procedimientos y resultados lo fértil de esa
relación.
Cuando el Gobierno torció rumbo
hacia este socialismo estatista, se produjo un quiebre en esa relación.
Los vasos comunicantes fueron obstruyéndose hasta reducirse por parte
del poder a una relación instrumental. Exige apoyo incondicional, tal
cual como el modelo cubano. De allí que los escasos intelectuales
venezolanos chavistas que quedan solo cumplen hoy papel propagandístico,
pues ni se los valora o necesita. La cartilla ha sido prefijada. En el
plano internacional sí quedan algunos nombres, aunque la verdad también
son cada vez menos: los Ramonet, Borón y afines, sempiternos invitados a
la Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de
la Humanidad.
Margarita López Maya
Profesor universitario