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06 marzo, 2014

¿Se Derrumba El Socialismo Del Siglo XXI?



Los primeros meses del año no han sido fáciles para los gobiernos de Argentina, Ecuador y Venezuela: tres de los bastiones del llamado Socialismo del Siglo XXI.

La gestión de Cristina Fernández de Kirchner es desaprobada por más del 60% de los argentinos, preocupados por temas como la seguridad, el desempleo y, sobre todo, la delicada situación económica de los últimos meses. En las pasadas elecciones locales, el mandatario ecuatoriano Rafael Correa y su movimiento Alianza País, perdieron las alcaldías más importantes del país (Quito, Guayaquil y Cusco). A raíz de ello, Correa declaró una crisis de gabinete y pidió la renuncia de todos sus ministros.(...)


La situación más delicada es la de Venezuela. El pasado 12 de febrero iniciaron las movilizaciones convocadas por los estudiantes en contra del Gobierno de Nicolás Maduro, en un contexto de creciente inseguridad y escasez. Desde entonces, han pasado tres semanas continuas de protestas y enfrentamientos entre manifestantes y autoridades (ver: La insurrección de la clase media venezolana).
¿Qué le espera al Socialismo del Siglo XXI en el corto, mediano y largo plazo? ¿Es posible leer estos eventos como síntomas de su declive?
Carlos Alberto Montaner Cuba 
Periodista y escritor cubano. Vicepresidente de la Internacional Liberal
El estatismo y el clientelismo, que siempre van de la mano unidos por el gasto público y la extendida corrupción, ya fuera durante la época colonial española u hoy con el Socialismo del Siglo XXI, nunca mueren del todo. Son ideas y conductas zombies, y ya se sabe que los zombies no mueren del todo; reaparecen, arruinan los países y luego vuelven a la tumba, pero más adelante regresan caminando torpemente para hacer nuevos destrozos.
Ahora estamos en la fase en que les toca esfumarse. La derrota de Rafael Correa y de Cristina Fernández de Kirchner son todo un síntoma. Pero nadie debe proclamar que esa empobrecedora manera de gobernar va a ser erradicada por la experiencia. Vivimos en un continente indiferente a la realidad.
Es triste, pero es así.
Carlos Sabino Argentina 
Sociólogo, historiador y escritor
El Socialismo del Siglo XXI tiene una debilidad intrínseca: gasta más de lo que produce. Hay gobiernos que comparten su discurso pero en realidad tienen una política financiera bastante sana y no tienen por ahora mayores problemas. Pero Venezuela y Argentina tienen dirigentes que no entienden lo mínimo de economía y, por lo tanto, gastan sin mesura.
Venezuela ahora está fuertemente endeudada y no tiene ingresos ni para las importaciones básicas; ni siquiera una subida de un 20 o 30% del precio del petróleo -muy improbable desde luego-, podría salvarla: la escasez y la inflación continuarán, con una pavorosa devaluación del valor real del bolívar, que pronto estará a 100 por dólar.
Ante esa situación una población ya al límite de lo que puede soportar seguirá sin duda con las protestas. Eso no quiere decir que el Gobierno de Maduro vaya a caer de inmediato, pues se necesitará algo más que protestas callejeras para derrotarlo. Maduro (y otros líderes igual o más poderosos que él) tienen un enorme aparato de seguridad y están armados hasta los dientes. Lucharán hasta el fin. No veo probable -todavía, al menos- un golpe de Estado clásico. Por eso creo que la lucha será larga y, muy probablemente, se hará más sangrienta.
Cómo ideología, el Socialismo del Siglo XXI es muy débil: no tiene una teoría detrás, es solo una expresión de descontento ante la vieja política, con algunos tintes socialistas y fascistas. Pero no hay nada sólido detrás. Si se le quita su política asistencialista y sus prácticas socialistas (expropiaciones, controles, etc.) no queda nada en el fondo. Por eso, después de la muerte de Chávez, quien sí tenía carisma, esta ideología ha perdido toda su magia. Hace años que no se expande y, en Latinoamérica, triunfan ahora los izquierdistas moderados o el centro. Realmente no le veo mayor futuro, lo cual no quiere decir que desaparezcan las medidas de corte socialista en muchos países, sobre todo en cuanto a la política social.