por salemsahara
COMPARTIR SECRETOS DE
BELLEZA, ANÉCDOTAS Y VIEJAS HISTORIAS ALREDEDOR DEL TÉ ES HABITUAL EN LAS
REUNIONES ENTRE SAHARAUIS. EFE/ AAPSP
Fuente y fotos : efeestilo.com / EFE //
Por Isabel Peláez
La vida entre arena. Las saharauis se visten con “melhfas”
o telas de colores, llevan debajo pantalones vaqueros e imitan algunas modas
occidentales, aunque son fieles a sus tradiciones.
Las mujeres saharauis de los campamentos
de Tinduf (Argelia) son guerreras que sobreviven en un desierto hostil que les
reseca la piel y el alma. En un destierro político que comenzó en 1975, las saharauis visten
pantalón vaquero, administran la economía doméstica e imitan las modas
occidentales. (...)
El árido terreno de la “Hamada”, como se
conoce a este desierto pedregoso, perfecciona una estampa decadente de casas de adobe, “jaimas” y horizonte infinito, donde
las cabras comen cartón mojado y los niños corren descalzos persiguiendo
ilusiones ópticas.
El marrón lo domina todo, hasta que
aparecen las mujeres con sus “melhfas” rojas, amarillas y azules para colorear este bucólico
lienzo que vibra cada vez que una musulmana saharaui emite un “zaghareet” o grito de alegría. Entonces, la soledad
del desierto atenúa su imponente presencia, las nubes se dispersan raudas y el
pueblo sonríe.
Vestidos que colorean paisajes
La paleta saturada de sus vestidos, que resultan del
entrelazado de esa tela llamada “melhfa”, vivifica una tierra estéril que se ha
convertido en un refugio obligado durante casi 40 años, desde que
Marruecos ocupara el Sáhara Occidental en 1975. Desde entonces, las
saharauis tomaron conciencia de su situación política y todavía hoy “luchan por
cambiarla”, explica Salima, una saharaui de 20 años.
Salima vive en España desde los 14 años, pero no olvida quién
es ni de dónde procede, y rememora las costumbres de sus compatriotas “con
mucho orgullo”, confirma en una entrevista con Efe Estilo.
Las saharauis usan pantalones vaqueros
debajo de las “melhfas” y anhelan comodidades modernas que nunca han tenido y que conocen por
los testimonios de las europeas que les visitan, pero a la vez blindan
tradiciones propias como el antiguo ritual de la “henna“.
La “henna” es un ritual muy antiguo entre las saharauis, y uno de los símbolos
de belleza más importantes de este pueblo musulmán
La “henna” es “uno de los símbolos de belleza más importantes y antiguos
de la mujer saharaui”, afirma Salima: “Solo las mujeres casadas pueden lucir
los tatuajes de ‘henna’ (tinte natural rojizo) en pies y manos”, donde se
dibujan complejos laberintos geométricos o florales que son puro exotismo.
El ritual de la “henna” se convierte en
una fiesta donde la cuestión estética es una excusa para que hijas, madres y
abuelas se pongan al tanto de los últimos cotilleos y compartan viejas y nuevas historias que se inscriben así en la memoria
familiar con una caligrafía más exacta que si se redactasen. Es la
supervivencia de una Historia, la suya, que se transmite entre generaciones.
Las saharauis se encargan de administrar
la economía
doméstica y son bastante independientes respecto a otras culturas musulmanas, pero
necesitan el visto bueno de los hombres en cualquier medida que modifique
sustancialmente su vida, “como un casamiento”.
La mujer elige a su marido, “pero el padre
debe dar su consentimiento”, explica un miembro de la Asociación de Amigos del
Pueblo Saharaui, Mariano Peláez, quien “interrogó” a varias mujeres durante su último
viaje a los campamentos, hace escasas semanas.
La felicidad inmaterial del desierto
Varias jóvenes le mostraron abiertamente
su mundo, cómo se cuidan, cuáles son sus preocupaciones y qué obstáculos deben superar cada día para adquirir
compresas o productos para el cuidado de su piel y de su pelo: “Son
extremadamente coquetas”, afirma Peláez.
LAS “MELHFAS” SON LAS
TELAS QUE LAS SAHARAUIS ENTRELAZAN PARA FORMAR UN VESTIDO. EFE/ AAPSP
Las occidentales que viajan a los
campamentos surten a las saharauis de cremas, complementos, ropa y lencería
pero, a cambio, reciben un premio mucho mayor, ya que aprenden “el sentido de la felicidad inmaterial“. Entre ellas se produce una complicidad
tácita que les une como mujeres más allá de la cuestión cultural.
Las mujeres del desierto protegen su piel del sol y su ideal es tener la
piel blanca. Además, no se cortan el pelo jamás.
Los secretos de belleza vinculan a unas y
otras. Las saharauis sorprenden a las europeas con su ideal de tener la piel
clara y con ciertas costumbres como “no cortarse el pelo jamás”, afirma Salima.
Las viajeras que llegan a los campamentos
relatan a las nativas un universo femenino que poco tiene que ver con su forma de
vida, y aunque las bocas se abren cuando una occidental testifica la presencia
de centros comerciales, piscinas y discotecas en la vida moderna las saharauis
saben que toda esa existencia vacua no puede sustituir el placer de la familia reunida en torno al ritual del té.
Y entre incontables tazas de té, “algunas
amargas como la vida, otras dulces como el amor o suaves como la muerte”, reza
un refrán
árabe, el tiempo se dilata cada vez más en una tierra de paso donde la belleza
de estas mujeres produce en el viajero el espejismo de un oasis en pleno desierto.
Todo el que visita alguna vez el Sáhara queda embrujado para siempre.