GEMA
LENDOIRO / MADRID
Es una etapa vital en la que se
forjará el adulto de mañana
Es lo que se conoce como la edad del pavo. Si usted tiene adolescentes o
sus hijos están a punto de entrar en esa etapa, sabrá lo que significa. Parece
que siempre hay una batalla en casa que librar, los enfrentamientos con los
hijos son constantes, los castigos habituales... Es una etapa más que pone a la
familia patas arriba. Pero no hay que tener miedo. La adolescencia es un
proceso vital más, con la particularidad de que según se viva, así se
desarrollará el adulto. Nuestros hijos, que hasta hace poco nos necesitaban
para todo, ahora parece que no quieren nada con nosotros. Pero sólo lo parece.
Es una etapa de autoafirmación pero en la que es fundamental el acompañamiento
de los padres. Mireia Long y Azucena Caballero, docentes y fundadoras de
la web sobre Pedagogía Blanca, ofrecen
algunas pautas para llevar mejor esta nueva etapa. Ellas, además, madres de
adolescentes.(...)
—¿Por qué los padres temen tanto la adolescencia?
—Realmente no hay razones para temer la adolescencia. Es una de las
etapas más maravillosas y fascinantes de la vida de nuestros hijos y acompañarlos
en ella es un privilegio. Sin embargo, hay padres que la temen. Creo que
conectan con su propia adolescencia y la incomprensión que sintieron, sus dudas,
sus tensiones, su inseguridad, su necesidad de experimentar y levantar el
vuelo. Y claro, también recuerdan sus errores, los peligros y las peleas con
sus padres. Ahora temen estar en el lado contrario y repetir las mismas
situaciones. Su temor generalmente nace de no creer que, aunque sus padres lo
hicieron lo mejor posible, ellos pueden hacerlo de otro modo y comprender mejor
a sus hijos.
Además, y eso es indudable, los muchachos en esta etapa, si no tienen un
vínculo de confianza en su hogar y si no han crecido aprendiendo a ser
responsables, pueden verse presionados por el grupo de amigos y tomar
malas decisiones.
El temor, por tanto, tiene sus explicaciones, pero creemos que no está
justificado. Temer a la vida y no confiar en nuestros hijos no es la mejor
forma de ser padres de un adolescente.
—¿Qué pasa exactamente en el cuerpo y la mente del ser humano cuando se
llega a esa etapa?
«Las hormonas alteran el ánimo e irritan
al adolescente»
—Es el gran cambio en todos los aspectos.
Una aceleración del crecimiento físico que trae cansancio y necesidad de
expansión a la vez. Hormonas que alteran a veces el ánimo y hacen que estés un
poco irritable. La sexualidad que explota con una fuerza enorme. El deseo, las
ganas de experimentar placer, el enamoramiento. El gran reto, inmenso, de
elegir tu camino, de saber quién eres tú, tú mismo, no lo que tus padres
o los demás quieren que seas. La culminación del proceso de maduración
cognitiva e intelectual. La necesidad de encontrar las propias respuestas a las
propias preguntas. Y todo a la vez. Temor al futuro y a dejar de ser un niño y
falta de temor a la vez, porque debes asumir riesgos.
Desde la primera infancia hay que trabajar
—¿Por qué esa brecha tan grande entre adolescentes y padres?
—No creo que exista esa brecha. Muchas familias disfrutan de este periodo
de la crianza como la mejor etapa, sobre todo si han construido una relación de
confianza mutua y han ido ayudando a su hijo a tomar responsabilidades y
a hacer sus elecciones. Desde luego nuestros hijos adolescentes son una fuente
de orgullo, alegría y aprendizaje enorme para nosotras.
Sin embargo, para lograr esto las bases se ponen en la primera infancia y
exige que los padres comprendan y apoyen a su hijo como ser individual, con sus
sueños propios y sus propios objetivos vitales. Y además sepan que en esta edad
los chicos necesitan muchas horas de sueño, mucha reflexión propia, mucho
respeto. Si los presionan para que se fuercen o para que sean lo que los
padres creen que es el único camino correcto, los chicos se rebelarán. Y tienen
que hacerlo porque la humanidad tiene la adolescencia para que podamos avanzar
y no estar anclados en las mismas ideas y costumbres para siempre.
—¿Cuáles son las bases innegociables que los padres deben tener claras
los padres durante la infancia para que luego no salten los problemas en la
adolescencia?
«Usar poco el "no", los castigos
y dialogar mucho»
—Nunca se usa la violencia física,
emocional o verbal contra nadie. Ni los padres hacia sus hijos, ni los
hijos hacia sus padres. Y en esto se incluye a los hermanos, amigos o cualquier
persona del entorno. No se usa el chantaje, no se insulta, no se humilla, no se
amenaza y no se pega. Se permite experimentar pero no ponerse ni poner a nadie
en peligro o en situaciones molestas. A medida que los niños crecen los padres
deben aprender a distinguir las situaciones en las que los niños ya pueden
tomar sus decisiones, cuales se pueden negociar y cuales deben tomarlas los
padres. Pero siempre con diálogo, cariño, empatía y cercanía. Nuestros hijos
deben confiar en nosotros. Desde pequeños. Y eso se logra usando pocos «nos»,
mucho diálogo y no castigando, sino ofreciendo normas claras y amorosas que
respeten las necesidades naturales del niño en cada etapa. La clave es,
como decimos, acompañamiento y confianza. En la Pedagogía Blanca
trabajamos en esta línea, formación teórica y, sobre todo, muchas herramientas
prácticas para fomentar la autoestima, el aprendizaje creativo y la comunicación
positiva.
No hay que olvidar los límites
—¿Cuáles son las cosas buenas de esa etapa?
—Posiblemente los adolescentes son los seres humanos que han hecho
avanzar más a la humanidad, por su valor, por su inconformismo, por su
necesidad de buscar nuevos caminos, de descubrir, de experimentar, de amar
la vida y sus delicias, de preguntarse por todo y no conformarse con lo
establecido. Son maravillosos, creativos, generosos, brillantes, enérgicos,
valientes, comprometidos, curiosos. Y necesitan que se lo digamos, no que les
carguemos con etiquetas o los intentemos domar a nuestro gusto.
—¿Cuáles son las consecuencias negativas de una adolescencia mal tratada
(no en el sentido del maltrato sino en el sentido de la no comprensión) en la
vida de un adulto?
—Falta de autoestima, necesidad de ser aceptado a costa de la dignidad
o la seguridad propia, actitudes de agresión o malas palabras, alejamiento
emocional y falta de confianza hacia las personas cercanas, abuso de drogas y
alcohol, sensación de no haber elegido tu propia vida. La prevención es clave.
—Comunicación, confianza, charlas, ¿los adolescentes también necesitan límites,
supongo?
«Todas las personas tenemos límites y
necesitamos normas»
—Por supuesto. Todas las personas tenemos
límites y necesitamos normas. Pero para cuando han llegado a la adolescencia
posiblemente ellos mismo debieran ya saber cuáles son los límites y cuáles son
las normas: respeto y seguridad para ellos mismos y los demás. Ahora, cuales
son las que tengamos en cada casa, aparte de estas, quizá es el momento de
negociar. Al fin y al cabo, nuestro objetivo como padres es que ellos sean
capaces de volar solos y ser responsables de sus propias vidas.
Nuestra experiencia como educadoras y como madres de adolescentes nos
dice que un ambiente de respeto mutuo, comprensión, paciencia y mucho diálogo
son las mejores herramientas y dan un resultado maravilloso. Nuestros hijos lo
son. Nos gusta vivir con ellos, hacen nuestra vida más interesante y nos dan
mucho más de lo que en nuestros mejores sueños pudimos pensar. La adolescencia
está resultando una etapa en la que la relación con nuestros hijos es excelente
y ellos son personas respetuosas, empáticas, comprometidas, estudiosas, con sus
amigos y sus intereses, con grandes sueños y capacidad de compromiso y
esfuerzo, colaboradores y curiosos, que nos valoran, nos ayudan y nos apoyan.