Luis Fuenmayor Toro
Algunos izquierdistas le atribuyen a Hugo Chávez y al gobierno
bolivariano lo que han sido sus deseos de toda la vida. Es corriente leer que
la revolución chavecista se planteó, en sus primeras etapas, romper con la
distribución perversa o distorsionada de la renta petrolera y con el
consumismo, también distorsionado, que ésta ha generado. Nada de eso es verdad;
son los deseos de quienes escriben. Chávez lo único que se planteó fue utilizar
la renta petrolera para mantenerse en el poder, lo que significaba entregar a
los muy pobres, mayoritarios en la sociedad, una proporción de la renta mayor
de la que se les repartía en el pasado, pero sin cambiar cualitativamente sus
condiciones culturales ni de preparación y entrenamiento, de manera que
dependieran para siempre del reparto efectuado como limosna.(...)
Al mismo tiempo, tenía que asegurar que el reparto abarcara
también a las clases y sectores dominantes, principalmente los grupos
importadores y financieros, y obligatoriamente tenía que incluir a la Fuerza
Armada Nacional Bolivariana y a otros órganos de seguridad y debía responder a
la necesidad de la construcción de una nueva burguesía, que sustituyera por lo
menos parcialmente a la anterior y le diera su completo apoyo. En este sentido,
continuó el proceso de reparto de la renta petrolera, tal y como lo venían
haciendo sus inmediatos antecesores y como en la práctica se viene realizando
en Venezuela, desde que el petróleo sustituyó a cualquier otra forma de
producción de riquezas. Recordemos que la burguesía venezolana se ha construido
a partir de sus negocios con el Estado.
Para incrementar el reparto tenía que incrementar la renta y por
ello se dedica a tratar de re consolidar la OPEP, lo cual logra en los inicios
de su gobierno y recibe además el inmenso beneficio que significó el incremento
de la demanda de combustibles de los países emergentes como China e India. Se
trató de una política copiada de la instrumentada por AD con Pérez Alfonso y la
creación de la OPEP, que respondía a los mismos incentivos. La gigantesca renta
también es utilizada para obtener respaldo internacional, primero de nuestros
vecinos latinoamericanos, luego de los países del Caribe angloparlantes. Se
crea el ALBA con las naciones más identificadas política e ideológicamente, se
incorpora en el MERCOSUR y UNASUR y se crea el CELAC.
Adicionalmente, se hacen intentos de influir en la conducción
política de Colombia, mediante una alianza con las FARC y el ELN y la
posibilidad de financiar la candidatura presidencial de Piedad Córdoba; se
apoyan las modificaciones constitucionales auspiciadas por Zelaya en Honduras y
se lo financia luego de derrocado y en su intento por tomar el poder
presidencial a través de la candidatura de su esposa. Todas estas acciones
fracasaron pero tenían como fundamento la extensión del apoyo latinoamericano
al gobierno chavecista venezolano. No se trataba de un apoyo a Venezuela, a
nuestra nación, a su integridad territorial, a sus legítimas reclamaciones a
Guyana y a la defensa del golfo de Venezuela. Lo que buscaba era el apoyo al
gobierno bolivariano, al de Chávez antes, al de Maduro hoy.
El antiimperialismo chavecista es sólo discursivo y una manera
de obtener ciertos apoyos internacionales considerados importantes. Este
discurso agresivo es desaprobado por el gobierno de EEUU, pero por otro lado
está muy conforme con los negocios hechos por la Chevron en la explotación del
crudo venezolano, con la creación de empresas mixtas entre PDVSA y grandes
transnacionales, en compartir la propiedad del crudo y en que se coticen en la
bolsa sus acciones; en el otorgamiento de préstamos a PDVSA y su endeudamiento
masivo, en la destrucción de las empresas de Guayana, en el descalabro de
MINERVEN. Les gusta ser nuestro mayor mercado importador, que tengamos un TLC
con Colombia, que abandonáramos la protesta por las 7 bases militares que
tienen en ese país y por su afiliación a la OTAN. ¿Quién asesinaría a un
gobernante que garantiza todo esto?
Es mentira la existencia de una mayor cobertura en salud; allí
están los indicadores de mortalidad materna e infantil, el recrudecimiento de
la malaria y otras parasitosis, la disfuncionalidad de Barrio Adentro y el caos
hospitalario. Mentira los avances educativos; persiste la exclusión escolar, se
vuelve a ser analfabetas, la calidad universitaria está por el suelo, no hay
profesores de matemática, física, química y español. Nunca se trabajó para ir más
allá de la propaganda electoral. Detentar el poder para seguirlo eternamente
detentando. Sólo eso.