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18 noviembre, 2013

El extraño caso del Dr Bonifacio ( parte 2)


Por Samuel Ruh


Pese a llevarle el hilo atentamente a la conversación, aun no lograba entender que cosa quería de mi tan extraño personaje, así que se lo pregunte de una manera directa y este me respondió de una manera mas directa aun: He concluido mi trabajo, durante largos años he venido entre fracasos y aciertos, construyendo modelos, prototipos de androides, semejantes los humanos, en otras palabras, he fabricado y esta en funcionamiento, un robot exactamente igual a un ser humano. Esto, por supuesto, requiere de la mayor discreción, usted sabe, por aquello de las patentes y la seguridad jurídica, que se necesita para garantizar que todo ese inmenso esfuerzo  produzca sus beneficios. Mi  robot deja atrás por lo menos en cincuenta años a la robótica japonesa, mi tecnología expresada y hecha realidad en el prototipo que presentare a la humanidad en el momento adecuado,  puede ser fabricado en serie y con un valor no mayor al de un automóvil. Tengo en mis manos al primer robot que es la viva imagen del ser humano.(...)
Si usted me garantiza que mi idea no sera plagiada, mucho menos utilizada ilegalmente para obtener los beneficios que me pertenecen, estoy dispuesto a compartir con usted un porcentaje razonable de las inmensas ganancias que obtendré con la fabricación en serie  y venta de mis creaciones mecánicas. Usted y Yo seremos los hombres mas ricos del planeta en poco tiempo. A eso he venido y por eso lo espere pacientemente hoy, termino diciendome.
No tuve fuerzas para responderle, de repente me había quedado casi sin respiración; un buen rato después le respondí que estaba dispuesto y que contara conmigo, no sin antes imaginarme el chasco por el que podría pasar si todo lo que me había dicho era producto de una delirante e imaginaria idea de aquel ser tan extraño que ese dia había conocido.
Se puso de pie lentamente extendiendo su mano y estrechandola con la mia con mucha calidez. Salió delante de mi del salón y antes de irse me entrego una amarillenta tarjeta de presentación diciendome: esta es mi Direccion, vaya usted a verme cuando a bien lo tenga, lo estaré esperando. Lo que vera con sus propios ojos lo estremecerán. Que pase un buen dia Doctor Ruh, disculpeme tanta molestia.