Esperma congelado de panda, bancos de
datos genéticos o ecografías de rinocerontes: el zoo del planeta utiliza técnicas
más modernas para logar un Arca de Noé moderna y asegurar la supervivencia de
las especies amenazadas.
Kerry SHERIDAN/EFE
Cuando numerosas especies desaparecen
del planeta debido a la caza furtiva y a la desaparición de su hábitat, los
expertos tratan de asegurar, a precio de oro, su supervivencia gracias a los
programas de reproducción de animales en cautividad.
Estos esfuerzos se complicaron cuando,
en los años 70, los zoólogos se dieron cuenta de que los bebés girafas y las
gacelas concebidas en cautividad contaban con menos oportunidades de sobrevivir
porque sufrían de consanguinidad.(...) sigue
“Esto produjo una revolución en los
zoos que se dieron cuenta que debían gestionar mejor sus poblaciones de
animales en cautividad”, explica David Wildt, que dirige el Centro de la
Supervivencia de Especies del Smithsonian National Zoo de Washington.
Hoy, más de 500 especies forman parte
de programas especiales de supervivencia, como los leopardos, los elefantes de
Asia, los turones de América o los oryxes con cuernos en forma de cimitarra
(Ory Dammah), un antílope africano.
Los datos genéticos de los animales en
cautividad son registrados en programas informáticos, lo que permite a los
científicos elegir a la mejor pareja en una acoplamiento y minimizar la
consanguinidad.
En algunos casos, esta agencia
matrimonial en línea para animales en cautividad ha ofrecido buenos resultados.
Así, el elegante antílope Oryx dammah
fue declarado extinto en la naturaleza en 2000, tras haber sido muy perseguido
y haber visto desaparecer su hábitat. Sin embargo, varios miles de estos
animales fueron concebidos en cautividad, lo que permitió reintroducirlos en la
naturaleza, especialmente en Túnez, celebra el Fondo de Conservación del
Sáhara.
El panda es otro ejemplo de “éxito
extraordinario” de los esfuerzos de reproducción en cautividad, señala David
Wildt.
China logra mantener su propia
población de pandas en cautividad, y alquila una cierta cantidad a los zoos del
mundo. Los biólogos se esfuerzan lo más posible en que se reproduzcan antes de
devolverlos a su país natal.
La única opción
Y ahí, dada la poca líbido y la baja
fecundidad del animal, hace falta dar un gran impulso a la naturaleza para
lograr un descendiente. “No hay más que una posibilidad de éxito por año”,
revela Pierre Comizzoli, experto de reproducción de pandas en el zoo nacional
de Washington.
Los empleados del zoo someten al animal
a un programa de preparación física para que esté más en forma para el gran
día. Pero, explica el especialista, los animales de más de cien kilos logran
raramente estar en la posición indispensable necesaria para concebir
naturalmente.
Lo único que queda entonces es recurrir
a la inseminación artificial.
“Debemos anestesiar al macho y
estimularle mientras duerme para obtener su esperma”, explica Comizzoli.
A esto sigue un largo periodo de
paciente espera. Los expertos no sabrán antes de tres a cinco meses de
gestación si la hembra espera a un pequeño.
“No hemos descubierto todavía todos los
secretos de reproducción del panda”, reconoce Comizzoli.
Para otras especies como el rinoceronte
de Sumatra, en riesgo extremo de extinción, la reproducción cosanguínea es la
única opción.
En la naturaleza no existe más que un
centenar en libertad en Indonesia y Malasia. La hembra ovula raramente y
solamente si un macho se encuentra en la proximidad. En ausencia de gestación
regular, desarrolla quistes que la convierten en estéril.
Un equipo del zoo de Cincinatti (Ohio,
norte) lanzó un programa de reproducción en los años 90 y sus esfuerzos se
vieron coronados con el nacimiento en 2001 de un pequeño rinoceronte de
Sumatra, el primero que nació en cautividad en todo el mundo en 112 años.
Ahora, la única hembra cautiva capaz de
reproducirse, Suci, no tiene otra opción que dos machos en cautiverio: sus dos
hermanos. Se prevé un intento de apareamiento en el zoo estadounidense donde se
encuentra el hermano más joven, Harapan.
El segundo está en un zoo en Indonesia.
“A menos que Indonesia capture a otro rinoceronte en estado salvaje, no habrá
la diversidad genética que necesitamos”, lamenta Terri Roth, vicepresidente del
Zoo de Cincinatti. La última esperanza, otro varón en Malasia, donde se
intenta, con todos los problemas del mundo, de hacerle procrear con una hembra
casi infertil.
Todo eso con un costo: mantener a una
pareja de rinocerontes en el zoo de Cincinatti le costó 263.000 dólares en
2011, explica Roth.
“Hay muchas discusiones actualmente en
la comunidad científica mundial sobre la eficacia de programas de gestión
genética que fueron puestos en marcha hace 30 años”, indica Wildt.
Por que incluso si se logra recrear la diversidad genética
“contamos pocos ejemplos de reintroducción exitosa de especies amenazadas en la
naturaleza”, juzga. Según él, “hace falta encontrar otros medios para proteger
las especies en estado salvaje si queremos estar seguros de conservarlas
durante largo tiempo”.