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10 diciembre, 2011

Entre la aldea y la guerra

Abg. Juan Arturo Hernández Breznik

Antes de comenzar a escribir estas palabras les hago una confesión: me quiero equivocar. Venezuela vivirá en el 2012 uno de de los años más controvertidos de toda su historia, en el cual estará en juego el futuro de por lo menos dos generaciones. Acudiremos a un proceso electoral donde se enfrentarán dos modelos que aunque tienen semejanzas (corruptos e ineficientes) son profundamente antagónicos en la forma de ver lo político, lo social y sobre todo lo económico.

Por un lado el gobierno liderado por el Presidente Chávez que ha dilapidado los más grandes recursos que presidente alguno haya manejado en toda la historia, y que tiene muy pocas obras que exhibir, podemos revisar cuantas obras hizo Pérez Jiménez en cinco años con recursos similares; y por el contrario, problemas que ciertamente ya existían como inseguridad, inflación, desempleo, corrupción, deterioro de las instalaciones hospitalarias, carcelarias y educativas, entre otros, en vez de minimizarse se han agudizado; sin tener (a diferencia del 2006) a quien echarle la culpa, pues en este periodo (2007 - 2012) controló todos los poderes y no tuvo que enfrentar ni paros petroleros ni golpes de estado; y además el gobierno anterior fue de el mismo.

Toda esta ineficiencia gubernamental, llevó al Presidente a apelar al más grosero populismo; en una Asamblea Nacional donde existe la paradoja que el gobierno con menos votos obtuvo más diputados, han aprobado leyes como la arrendamientos y la de costos y precios "justos" que lo que generarán es más desinversión de los sectores productivos, y una mayor conflictividad social, con lo que se estaría empujando al país hacia un post capitalismo aldeano o hacia una guerra civil. Amén de la reciente promesa de aprobar unilateralmente una nueva Ley Orgánica del Trabajo en pleno año electoral.

En el otro lado, en la otra esquina como se dice en el boxeo está la oposición, una oposición desarticulada y sin rumbo, "unida" solo por el propósito de derrotar a Chávez, pero que en el plano ideológico se ven contubernios como el de bandera roja con copei, o el de causa R con acción democrática; que en lo más profundo, aunque hablen de unidad está dividida en dos toletes irreconciliables. Uno que aunque está liderado por un hombre joven representa a la más crema y nata del liderazgo que dirigió al país durante los 40 años del bipartidismo que creó el caldo de cultivo para que Chávez llegara a la presidencia; un hombre que llegó a gobernador sólo porque a quien el le cargaba el maletín no podía reelegirse y tuvo que aspirar una alcaldía pero que siendo "alcalde" siguió dirigiendo al estado. El otro polo, también liderado por un joven gobernador, representa más a las nuevas generaciones pero no logra articular un discurso que lo diferencie de los viejos politicos ni del planteamiento populista de Chávez, por ejemplo, en materia de viviendas tenía una cuña que dejaba mucho que desear.

Todo esto hace que la oposición sea tragada por su propio discurso. Hablan de que Chávez quiere perpetuarse en el poder, y en Carabobo llevan la candidatura de una familia que tiene más de 20 años gobernando al estado. Dicen que Chávez dilapida los recursos públicos en el financiamiento de su partido, y apoyan a la familia Salas Romer que durante todos estos años ha gastado en publicidad cuantiosas sumas de dinero pertenecientes a todos los carabobeños en su afán de convertir a Proyecto Venezuela en un partido con representación a nivel nacional. Denuncian que Chávez viola la Constitución, pero su dirigencia celebró abiertamente el golpe de estado de abril - 2002, y ninguno de sus constitucionalistas dijo nada (en su momento) sobre el decreto de Pedro Carmona Estanga.

Lo narrado ha llevado a Venezuela a arribar al año 2012 con una población dividida en tres pedazos. Un sector, en su mayoría gente que tiene poco que perder, o que cuidar lo ha conseguido en estos años, que apoya al Presidente Chávez en su propósito de convertir a Venezuela en una aldea gigante; otro sector conformado por una amalgama de sentimientos que van desde recuperar privilegios perdidos hasta proteger lo que con mucho sacrificio han logrado que apuesta primeramente por derrotar a Chávez en una contienda electoral pero que en el fondo está dispuesto a utilizar cualquier vía para sacarlo del poder, inclusive a muchos los he visto orando para que el cáncer avance; y un tercer sector (en el que me encuentro) que padece de FRUSTRACHERA, una mezcla de frustración y rabia de ver cómo en este país se dilapidan los recursos, se pierden las oportunidades, de ver cómo los venezolanos al morir somos enterrados en uno de los territorios más ricos del mundo después de haber vivido una vida llena de pobreza y de miseria. Esa mezcla de sentimientos se enfrentarán en este año 2012, donde ojalá triunfe la cordura, yo no soy muy optimista, veo a mi país debatiéndose entre ser una aldea o terminar en una guerra civil. Para concluir, por el futuro de mi hijo y de todos los niños, jóvenes y no tan jóvenes que vivimos y queremos a este país voy a utilizar las palabras con las que comencé este artículo: me quiero equivocar.