Vistas de página en total

25 marzo, 2011

Viajar en un autobús es exponerse al atraco: La inseguridad azota a los usuarios del transporte público



La capital carabobeña no es precisamente un modelo de urbanismo. Muchas personas deben recorrer grandes trayectos para ir a trabajar o estudiar. No es extraño que alguien que viva en Plaza de Toros trabaje en Naguanagua o viceversa.

En algunos puntos clave como lo son las avenidas Las Ferias o la Lara suelen suceder los atracos. Generalmente, son cometidos por dos o más sujetos que amedrentan con violencia y armas a los pasajeros para despojarlos de sus pertenencias. Joyas, celulares y dinero son los objetos preferidos. No obstante, hay quienes solo roban celulares de última generación, los cuales son detectados por los antisociales a través del bluethooth de un receptor que ellos mismos portan.

Geraldine Granados fue víctima de unos atracantes que se subió al autobús en el que iba. Pero, su teléfono móvil es un aparato viejo y como no era del gusto de los atracadores. Se lo arrebataron y lo pisotearon insultándola por no tener un mejor celular. “Fue sumamente desagradable la violencia y agresividad de esos ladrones, al final no me quitaron mi celular, pero igual me lo dañaron”.


Punto muerto en Naguanagua

A pesar de que la mayoría de los robos ocurren en el centro y sur de la ciudad, existe un trayecto entre la Brigada Blindada y el diario El Carabobeño en el que los autobuses son abordados por antisociales para despojar de sus enseres a quienes en viajan en él.

José Hidago trabaja en la avenida Bolívar y vive en Tarapío. Relata que en dos oportunidades ha sido blanco del hampa en una unidad de transporte público. “En el sector La Granja dos chamitos que no llegaban a los 20 años abordaron la camioneta donde yo viajaba y pistola en mano robaron a todo el mundo y se bajaron cerca de la Bomba Santa Ana dejando a todo el mundo con el susto de lo ocurrido”.

Autobuses hacia Güigüe: una guillotina
Güigüe es la capital del municipio Carlos Arvelo y para mucha gente es una ciudad dormitorio, pues la mayoría vive en ella, pero trabaja o estudia en Valencia. Los autobuses que van o regresa de allá son constantemente atracados al punto de que es costumbre para los pasajeros que han optado por no portar objetos de valor o guardar el dinero en la ropa interior, zapatos o dobles bolsillos y tratar de burlar así a los ladrones.

Maritza Pérez es enfermera y trabaja en una clínica de Valencia y cuenta que en varias oportunidades han robado el autobús en el que viajaba. “Como tres veces me han robado. La primera vez me quitaron el dinero y el celular por lo que empecé a guardar el dinero en mi ropa interior y el celular lo escondo en un doble bolsillo de mi cartera y lo apago para que no vaya a sonar”.

Robos sutiles
Además de los atracos violentos y con armas en mano se ha creado una modalidad menos agresiva, pero igual de dañina. Sujetos con léxico y ademanes pendencieros y bravucones deciden colocar una tarifa a sus robos. “20 por cabeza por las buenas” es un ejemplo de ello. Otros muestran cicatrices e navajas o disparos y dicen que acaban de salir del penal de Tocuyito y nadie les da trabajo y necesitan dinero para comer.

Si bien es cierto que pareciera que no usan la violencia, esto no es así. Estos antisociales son tan o más violentos que el resto, ya que recurren a tácticas psicológicas y amenazan al pasajero.


Urgen respuestas eficientes

Al igual que en todas las áreas sociales, los conductores y pasajeros del transporte público exigen a las autoridades respuestas y soluciones. La mayoría de las personas que han sido atracadas en transporte público piden que se implemente algún plan que les garantice seguridad, ya que se sienten amenazados a diario.