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23 febrero, 2011

Epidemia de VHI y Sida alcanza a los adolescentes



El progreso de epidemia del VIH/SIDA ha alcanzado hoy por hoy a los adolescentes, quienes son especialmente vulnerables a la infección por el Virus de Inmunodeficiencia Humana, ya que se que se encuentran en un periodo de transición en el que ya no son niños, pero no han llegado a la edad adulta, su desarrollo social, emocional y psicológico es incompleto, y tienden a experimentar con formas peligrosas de comportamiento, a menudo sin darse cuenta del peligro.
Por otra parte, en su mayoría las personas jóvenes tienen solo un conocimiento limitado VIH/SIDA, en gran parte por que la sociedad no les facilita la obtención de información. Con frecuencia las políticas sociales ponen de manifiesto la intolerancia y discriminación contra la juventud, como cuando limitan el acceso a la información sobre la salud y al cuidado de esta.
En estudios realizados entre estudiantes, solo un 26% de estos, varones entrevistados, se consideraban en alto riesgo de contraer el VIH/SIDA, pese que el 48% pensaban que sus amigos estaban en alto riesgo.
Muchos adolescentes experimentan con tipos de conductas arriesgados, sin darse cuenta de las posibles consecuencias adversas. Estos hallazgos ponen de manifiesto el sentido distorsionado de invulnerabilidad al VIH/SIDA de muchos jóvenes. Esta manera de sentir lleva a que muchas personas jóvenes ignoren el riesgo de infección y por lo tanto a que no tomen precauciones.
La madurez cognoscitiva parece estar relacionada con el comportamiento sexual mas libre de riesgo, por ejemplo, las mujeres jóvenes con preparación académica superior tienen más probabilidad de usar anticonceptivos.
La comunicación del VIH/SIDA en la adolescencia
Se reconoce el papel fundamental que juega la comunicación en la adolescencia, principalmente con los padres y amigos, ya que esta influye en la formación y modificación de actitudes y conductas de los jóvenes.
En su mayoría, los jóvenes adolescentes son considerablemente sensibles, tocante a la opinión de sus iguales, la percepción de lo que piensan los compañeros tiene, por lo común, mayor influencia en el comportamiento sexual o en cualquier otro tipo de comportamiento arriesgado, comparado con las opiniones de los padres y otros adultos.
De tal forma que se ha observado en estudios que el 29.5% de los jóvenes prefieren hablar con sus amigos, sobre el VIH/SIDA, mientras que un 18.5% recurren a sus maestros, y un 15.7% prefieren no hablar sobre este tema.; cabe destacar que se hace referencia que solo un 4.4% platican con sus padres.
En este aspecto, estudios han revelado que existe un consenso alto en los conocimientos de VIH/SIDA entre los diferentes estratos socioeconómicos y entre géneros. Sin embargo el mayor nivel de consenso fue manifiesto y en el estrato superiores, por lo cual se puede inferir que existe una heterogeneidad, solventada en la diferenciación socioeconómica.
Por lo cual, al diseñar los programas de atención para los adolescentes, se considere el nivel social al que pertenece. Para aquellos del segmento alto las estrategias se dirigirán a los padres a fin de que trasmitan la información a sus hijos, mientras que a los segmentos sociales desfavorecidos, donde los padres no aparecen como interlocutores, acaso la estrategia más segura sea la instrucción entre jóvenes.
Urge incluir la educación sexual entre los jóvenes
Los cursos o programas sobre educación sexual son un avance trascendente para la formación integral de los adolescentes, en los cuales no solo se brinde información orientada a la prevención de embarazos o de enfermedades de trasmisión sexual, sino también vayan encaminados a la formación de valores positivos sobre una vida sexual segura y responsable.
Y aunque no hay ninguna estrategia contra el SIDA que pueda emplearse en todas partes; la forma de actuar deberá expresar las características epidemiológicas de la infección. No obstante, como casi todas las infecciones por VIH tienen lugar durante la adolescencia, la idea de centrarse en las personas jóvenes se manifiesta como una estrategia decisiva.
Urge, por tanto que Ministerio de Educación, padres y maestros comiencen a trabajar de manera conjunta para lograr un programa de formación destinado a poner barreras en la proliferación del VHI y el Sida entre los jóvenes, actualmente la población más vulnerable a la epidemia.