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23 febrero, 2011
ENTRE MUJERES: Triángulos amorosos
Triángulos equiláteros, triángulo de Pascal, triángulo de Las Bermudas. Existen diferentes tipos de triángulos, según sus ángulos, sus lados, pero existe un triángulo que es el más común en nuestras vidas (a veces somos los últimos en enterarnos), y es el triangulo amoroso. Ese triangulo, que es un gran dolor de cabeza resolver, no tiene fórmula trigonométrica posible que ayude a resolverlo, pues se trata de sentimientos y pasiones como base y lados del mismo, y un tercer lado, la hipotenusa (o la intrusa), en fin, un planteamiento muy complicado.
Lo puedo haber comenzado como una simple aventura de una noche o de vacaciones, se convirtió en un triángulo perfecto si nadie se da cuenta que está dentro de él. Es interesante analizar cómo llegamos a este punto: puede ser que no dejamos atrás las ganas de seguir con las aventuras (nos casamos y no hemos madurado), pretendemos vivir en pareja, sin conocer realmente el significado de la palabra pareja, es decir, de a dos, no andar con dos.
El caso es que cuando caemos en este triángulo muchas veces es como buscar en un barril sin fondo, se pueden pasar años y años y seguir en un estira y encoge, en una lucha de resistencia por vencer y no darle el gusto al otro lado o, simplemente, dejarlo todo y cerrar ese capítulo en tu vida o hacerse el loco y mirar al horizonte porque si mira a los lados se enfurece y se transforma en el hombre verde (Hulk).
Muchas veces cuando tenemos la sospecha de que nuestra parejas es infiel, cometemos el error de comunicárselo a una buena amiga (amiga el ratón del queso), y esta empieza con los buenos consejos: “vamos para casa de una bruja que es buenísima, esa te va a decir todo con pelos y señales”, y como tontas muy creídas vamos a la fabulosa consulta y de allí salimos con la cabeza más grande que un globo de helio, nos convertimos es detectives y comenzamos a revisar llamadas al celular, a registrar la ropa, a olerla, a hacer una persecución sin darnos cuenta que ponemos nuestra vida en peligro, y si se lo contamos a alguna amiga que ya ha pasado por esa experiencia y no lo ha superado, entonces es peor el remedio que la enfermedad.
Sea cual sea el motivo que lo llevó a ser parte de este triángulo debe también llevarlo a analizar muy bien su vida. Si no desea vivir con una angustia constante, con estrés y, lo peor, con una culpa permanente, que no lo deja tranquilo a ninguna hora del día (a algunos… porque hay a quien les encanta vivir así), es momento de un autoanálisis. Después de hacer una introspección bien profunda, tome una decisión y con paso firme intente rehacer su vida. Establezca un diálogo abierto con su pareja y piense que errar es de humanos y evalué si se merece una segunda oportunidad, sólo maduramos cuando nos equivocamos, la vida muchas veces es un constante ensayo y error, para poder tomar las decisiones correctas.