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23 febrero, 2011

El 23 de enero desde el debate político actual*



Margarita López Maya

Hoy Venezuela posee una democracia participativa y protagónica. Sin embargo, ésta no hubiera sido posible sin el 23 de enero de 1958. Esta democracia participativa y protagónica, tal y como la expresa la Constitución de 1999, buscó caminos para remediar la injusticia y exclusión social, pues estableció la combinación de instituciones liberales de representación con mecanismos de democracia directa que buscaban la participación directa en políticas públicas sin necesidad de intermediadores. Se garantizaría, así, la permanencia de los derechos civiles y políticos. Era una experiencia inédita que Venezuela mostraba al mundo.

Ahora bien, sin hay una línea de continuidad entre el 23 de enero de 1958, la democracia representativa de la Constitución de 1961 y la democracia protagónica me pregunto ¿De dónde salió el socialismo del siglo XXI? ¿Es una ruptura o es continuidad? Es una profundización de la democracia participativa o es otro proyecto? ¿Quiénes lo propusieron, quiénes lo respaldan?

Para comenzar este debate es necesario dejar atrás ideologías rígidas y desprendidas de la realidad. El proyecto socialista que se ha venido construyendo en el segundo período del presidente Chávez fue propuesto prácticamente por él de manera personal, siendo apoyado, inicialmente por fuerzas sociales y políticas poco numerosas. También planteó que es contradictorio con la democracia participativa porque destruye su esencia para suplantarla por un Estado monolítico, sin división de poderes y, por lo tanto, carente de contrapeso, personalista y antidemocrático y de tendencias totalitarias. Es, además, un proyecto sostenido en la economía estadista rentista exacerbada que, más temprano que tarde, arruinará la sociedad.

El planteamiento socialista impulsado por el presidente Chávez fue rechazado por el voto popular en 2007 y también en 2010, en las parlamentarias del 26 de septiembre. Existen, or tanto varios hechos que nos indican una profunda contradicción con la democracia participativa por la que luchamos los venezolanos:

1.- El enfoque sobre el poder popular
En la Constitución de 1999 se abrieron una gama de acciones para que los ciudadanos se convirtieran en protagonistas a fin de lograr una sociedad igualitaria, solidaria y democrática. Con las referendos y otras acciones se inculcaba en las personas la búsqueda de la equidad social. Sin embargo, con leyes como la de los Consejos Comunales y la de las Comunas (rechazada en 2007), las acciones se orientan a un Estado Comunal (Ley Orgánica del Consejo federal de Gobierno y Ley Orgánica del Poder Popular), las organizaciones populares dejan de ser parte de la sociedad y se convierten en entes cuasi-estatales ejecutores de políticas públicas diseñadas desde la planificación centralizada.

2.- Economía estatista
La Constitución de 1999 mantiene y aumentó las facultades reguladoras del Estado en la economía, asentándole la obligación de promover y proteger asociaciones destinadas a mejorar la economía popular alternativa y reconociendo formas de propiedad colectiva, no está planteado el proceso de estatización visto.
El modelo económico estatista que lleva adelante el segundo gobierno de Chávez, no sólo contradice las orientaciones democratizadoras que propugnaba la democracia participativa y protagónica, sino que ha llevado a la exacerbación del Estado rentista que el ecuatoriano (presidente de la Asamblea Nacional Constituyente de su país entre el 2007 y 2008) llamo el “neo-extractivismo del siglo XXI que sigue produciendo pobreza, desigualdad, una inserción subordinada y funcional a la globalización comercial y financiera.

Tenemos, además, el decrecimiento económico desde 2007, que a partir del 2009 se ha hecho sostenida, alcanzando estimaciones de entre 65 y 70% agravado por el rígido y engorroso control de cambio que mantiene el gobierno. Por otro lado, están las empresas estatizadas (la mayoría en manos del Estado) que se encuentran estancadas, muchas en la bancarrota y cuyos aportes a las formas alternativas de producción son irrelevantes en la composición del PIB.

No se ve en ninguna parte un modelo que trascienda el rentismo, el extractivismo depredador, muy por el contrario Venezuela es más dependiente que nunca de los ingresos petroleros y de manera creciente lo que exportamos es crudo, porque también hemos disminuido la producción de derivados de hidrocarburos.

3.- Retroceso de los derechos civiles y políticos que los venezolanos alcanzamos en la segunda mitad del siglo XX
La democracia protagónica debería preservar los derechos civiles y políticos conquistados y crear condiciones para su ensanchamiento. Eso pareció cumplirse en los primeros años del gobierno chavista, pero el modelo socialista ha ido revirtiendo los logros alcanzados. Durante el segundo gobierno de CAP se reprimió 1 de cada 3 manifestaciones, durante el de Caldera fue 1 de cada 6: se criminalizaba a la gente que ejercía el derecho a protestar. Durante el primer período de Chávez se reprimió 1 de cada 28 (2000-2005), llegando a 1 de cada 79 entre 2004 y 2005. Pero, la situación se ha venido revirtiendo. El año pasado se reprimió 1 de cada 22. A esto hay que añadir la criminalización de protestas como cacerolazos y las tomas de calle son castigadas con el Código Orgánico Procesal Penal. Un caso emblemático es el del sindicalista Rubén González, preso por liderar una huelga obrera.

Otro caso es la representatividad, derecho conquistado en 1947, presente en la Constitución de 1961 y de 1999. Con la modificación de la Ley Orgánica de Procesos Electorales las minorías quedaron, prácticamente, sin representación en los cuerpos deliberantes. Esto se padeció por vez primera en 26 de septiembre.

Un último hito de esta involución es la radicalización del socialismo reaccionario, valga lo contradictorio del término, pero no hay otra manera de calificar las tendencias estalinistas del segundo gobierno de Chávez. Al perder el oficialismo la mayoría calificada en la AN, el gobierno ha respondido con una radicalización del proceso estalinista y, por ende, una profundización de sus tendencias antidemocráticas.

La sociedad ha respondido revelando áreas de fortalezas y debilidades. Así ocurrió con la Ley de Educación Universitaria que hizo al presidente retirar y abrir un debate sobre ella. Otras leyes tan ominosas como la de la Defensa de la Soberanía Política y Autodeterminación Nacional no han contado con respuestas oportunas por parte de la sociedad.

La Ley Habilitante, por su parte, parece haber suscitado rechazos en le plano interamericano, en razón de ello se he producido un hecho, que por su frescura, es difícil de catalogar en su peos real. El Presidente ha ofrecido un diálogo con las fuerzas que lo adversan y rectificación con la habilitante.

Ante esto es urgente que los venezolanos y venezolanas se informen, debatan, se organicen y actúen, resistiéndose ante tendencias totalitarias y autoritarias y en procura de fortalecer salidas que eviten el retroceso hacia formas ya superadas de nuestro Estado y su régimen político.

Para ello, cada uno, desde su condición ciudadana debe luchar por mantener abiertos los espacios democráticos que aún quedan. Es imperioso que ante este aberrante estatismo respondamos creando poder social.

* Extracto del Discurso de Margarita López Maya con motivo de la conmemoración del 23 de enero de 1958.