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26 octubre, 2010

Vendedores ambulantes en los autobuses o una nueva modalidad laboral: “SEÑORES PASAJEROS, DISCULPEN QUE LES QUITE UN MINUTO DE SU TIEMPO”


La mayoría de los vendedores hacen del tráfico un caos por bajarse y subirse fuera de paradas y de manera peligrosa.

Mónica Gallo

El venezolano ha sido ingenioso ante las duras situaciones económicas. Eso es innegable. En los últimos años se ha desarrollado toda una cultura de limosneo en la que participan, cada día con más fuerza, niños y jóvenes.

En la capital carabobeña, así como en muchas ciudades del país, no es extraño que se monten en las unidades de transporte público personas que venden dulces, bolígrafos, pasatiempos, llaveros o accesorios para vehículos. En un recorrido de una hora puede usted ser sorprendido por más de 5 vendedores que buscan su sustento diario.

Chucherías de dudosa procedencia
Caramelos, chocolates, galletas, bombones, chicles y toda una gama de golosinas de todo tipo son ofrecidas diariamente a quienes se trasladan en autobús. Los precios son bastante atractivos algunas veces, pero en la mayoría de los casos los productos ofertados se distribuyen sin conocerse su permiso sanitario y la manera en que ingresan en el país.

Además, la forma en que estos son transportados y almacenados dejan mucho qué desear. Ante esta situación, las autoridades mantienen una actitud indiferente.

Atracos indirectos
Si bien es cierto que muchas de estas personas buscan ganarse la vida en los autobuses, es innegable que los malhechores se aprovechan. Se han dado casos de malandros que abordan las unidades y usando la frase “por las buenas o por las malas” obligan a los pasajeros a otorgarles una cantidad de dinero que oscila entre los 5 y los 10 bolívares por pasajero.

Mucho se ha hablado de planes y operativos, pero la policía y la Guardia Nacional brillan por su ausencia, mientras los pasajeros pagan la ineptitud ante la inseguridad.

Operaciones médicas, entierro de familiares y salidos de Tocuyito
No es extraño que en un día cualquiera aborde la unidad de transporte alguna persona cargando carpetas con fotocopias sucias que demuestran la enfermedad de tal o cual familiar. A veces la documentación va acompañada de alguna dantesca fotografía que evidencia el estado de salud del agraviado.

Pedidores de oficio se inventan familiares enfermos o asesinados a los que hay que pagarles el tratamiento o el entierro. La actitud de estas personas obliga al pasajero a darles dinero. Es muy posible que exista gente honesta que pida de verdad para subsanar medicamentos o servicio funerarios, pero se generan suspicacias.
También se dan casos de los que se describen como “recién salidos” del penal de Tocuyito y que desean viajar a sus lugares de origen o que, al no conseguir trabajo, se ven obligados a pedir. Muchos muestran cicatrices y tatuajes de manera intimidatoria como medida de presión para conseguir dinero.

Casas hogares
Otra de las modalidades bajo las cuales se pide dinero a los usuarios del transporte público es la que hacen los supuestos integrantes de aparentes organizaciones caritativas que dicen sustentar así hogares que apoyan a quienes tienen problemas con el uso de drogas ilícitas.

Estos vendedores ofrecen diversos productos como bolígrafos, libretas de notas, portaminas o llaveros, pero raras veces muestran carnets que los acrediten como voluntarios o miembros de las organizaciones que dicen representar.

El meollo del problema: inconsistencia numérica
Si bien los vendedores o personas que piden dinero en los autobuses dibujan un pintoresco paisaje local, no deja de ser menos cierto que son el síntoma claro de falta de fuentes de empleo. Sin embargo, según las cifras que maneja el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), de marzo 1999 a marzo 2009, el desempleo en Venezuela ha venido descendiendo de 14,6% a 7,3%, a pesar de que alcanzó el 19.8 durante el paro petrolero y el golpe de Estado.

No obstante las cifras del INE, Conindustria afirma que el desempleo ha crecido en los últimos 10 años, ya que en 1998, Venezuela contaba con 11 mil 117 empresas manufactureras y en el 2008, el parque industrial es de 7 mil 102, lo que representa una caída de 38% y esto equivale a 4 mil 15 empresas cerradas.

Eduardo Gómez Sigala, representante del empresariado dijo que las políticas económicas que ha ejecutado el gobierno del presidente Hugo Chávez son las razones del descenso en el sector manufacturo y, por ende, del ascenso del desempleo.

¿A quien creerle? He ahí el dilema y esto no es una obra de Shakespeare.