Gracias al ataque en alta mar contra la Flotilla de la Libertad hemos aprendido que los ejércitos tienen perfecto derecho de abordar con fuerzas de élite los buques desarmados de otros países, en aguas internacionales, para impedir que lleven ayuda humanitaria a una población sitiada. Además, si los tripulantes y pasajeros se resisten, es irreprochable matar a tiros a un buen número de ellos, herir gravemente a otros tantos y detener violentamente a todos los demás.
También sabemos ahora que es lícito bombardear masivamente ciudades densamente pobladas por civiles –matando a un millar de ellos, incluidos cientos de niños–, siempre que nos consideremos atacados por algún grupo del lugar. Y después, es más que legal someter a asedio y bloqueo a un millón y medio de personas, negándoles hasta la posibilidad de reconstruir los miles de viviendas, los hospitales y las escuelas que han destruido.
Además, hemos descubierto que es democrático aquel país que somete a ocupación militar a todo un pueblo, haciendo caso omiso durante más de 40 años a decenas de resoluciones y condenas de la ONU; que desoye todas las peticiones internacionales de respeto de los derechos humanos; que desprecia todos los informes independientes sobre sus crímenes de guerra, y que impone una colonización implacable en los territorios ocupados, violando los principios del derecho internacional. Así que Israel está dando grandes lecciones al resto del mundo, culpable de hipocresía –dice Netanyahu– y de odio al pueblo judío. Aunque no creo que le gustase que otros países se las aprendiesen y las imitaran. ¿Verdad?
Carlos Enrique Bayo- Periodista español